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Un Vaquero Enamorado

Un Vaquero Enamorado

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Jack no es un hombre de ciudad, más bien es el dueño de un impresionante rancho en las afueras de San Antonio… este apuesto vaquero dedicaba su vida al rancho, así lo prefería. Era la herencia que le había dejado su difunto padre y día con día la mantenía tal cual como el viejo la había dejado. Él no tenía tiempo para amores, aunque su incesante ama de llaves se empeñara en emparejarlo con una mujer. Según ella a él le hacía falta una mujer e hijos. Cosa que era absurdo, estaba bien como estaba. Su rancho lo era todo. Pero todo cambia cuando conoce a esta encantadora citadina que llega para revolverlo todo a su paso, poniendo su mundo de cabeza. El no deseaba una mujer en su vida, pero ella sin querer se le fue metiendo por debajo de la piel. Megan no sabía que esperar de los vaqueros, hasta donde sabia pensaba que eran toscos y cavernícolas. Y no distaba mucho de eso cuando conoció a Jack, quien no le dio la mejor de las bienvenidas a su rancho.

Capítulo 1 Prologo

Una cena estupenda Jorge. Exclamaba sonoramente Frederic Dixson el dueño de uno de los Bancos más prestigiosos e importantes de Atlanta.

—Las cenas que organizas los sábados son maravillosas, Emily.

Megan observaba detenidamente el hombre que halagaba a sus padres con tanto entusiasmo, era un caballero de unos sesenta años bastante conservado para su edad, sin embargo estaba pasado de peso. Su bigote y cabello eran tan blancos como la nieve, siempre usaba traje para cada cena que organizaba Emily. O bueno, la mayoría de las veces que Megan tenía que estar presente en las comidas que preparaban sus padres para sus invitados, dentro de las cuales el señor Dixon era uno de los invitados más frecuentes que tenían sus progenitores.

Este, como cada otro sábado se presentaba muy puntual con su único hijo Gerald, que para pesar de Megan ambas familias trataban de emparejarlos a como dé lugar, pero ella no estaba dispuesta a sucumbir a la voluntad de su padre.

No es que Gerald fuera un mal partido, pero no era el tipo de hombre que ella esperara para sí. Era guapo no podía negarlo, rubio de ojos azules, porte elegante y para muchas otras mujeres era muy rico, pero para Megan solo era otro niño mimado de papa que con chasquear los dedos conseguía todo lo que quería.

El por su parte intentaba ser sociable con ella, pero este solo hablaba de temas aburridos y poco atractivos para oídos de esta, el golf y el banco de su padre no eran conversaciones de las que una mujer sintiera alguna emoción, era un hombre atractivo pero aburrido.

Estaba harta de estar allí actuando como si todo aquello fuese de lo más normal para ella, todo de lo que decían carecía de sentido simplemente eran palabras superficiales, alardeando de quien poseía más bienes o dinero.

—Quieres mostrar una mejor cara hija por favor. Le susurro su madre al oído mostrando una radiante sonrisa a sus invitados.

—¡Esta es mi mejor cara madre!

—Compórtate querida. La mirada de desaprobación de la mujer estaba más que clara.

—¡Claro como digas! Respondió sonriendo a los presentes.

—¡Oh, Jorge! tu hija cada día está más guapa, igual que su madre.

El banquero expreso sonrojado. Con sus grandes pómulos, que le achicaban los ojos.

—Frederic por favor. Respondió la madre de Megan avergonzada.

—Por cierto Gerald, deberías invitar a Megan a salir. No lo sé, tal vez llevarla a ver unos de tus partidos del golf así le demuestras que tan bueno eres. Le animo Jorge al muchacho.

—Es cierto hijo, ¿por qué no la has invitado aun? que no te de vergüenza muchacho, Jorge y Emily te dan su consentimiento.

Parecía que ella estuviera pintada en la pared, no contaba su opinión. Que podían saber ellos si ella quería salir con Gerald o no. Lo último que quería era tener acompañar a ese chico a sus aburridos partidos y lo peor era tener que mezclarse con sus amistades que no eran para nada amistosos, ya que suelen ser de las personas que si no estás en su círculo social no serás bien recibido y Megan odiaba eso.

—¡Claro que si lo haré padre! Volteo a ver a la rubia a su lado. –Megan te pido disculpas por no tomarte en cuenta y no invitarte a ver mis partidos, este jueves tengo un juego importante y me encantaría que me acompañaras, ¿Qué me dices?

Nada le encantaría más que decirle “No” aquel hombre tan superficial, pero por su bien y para no tener más problemas con sus padres tenía que aceptar aquella propuesta y asistir al tedioso partido, desde luego.

—Claro seguro que será muy divertido Gerald. Dedicándole una de sus tan comunes sonrisas forzadas, odiaba ser una hipócrita pero era mejor eso a tener que discutir con sus padres por desear tomar sus propias decisiones.

—Fantástico, te recogeré por la tarde te prometo que no te aburrirás.

Ya estaba aburrida de solo pensar pasar una tarde en ese club viéndolo jugar al golf.

—¡Está bien no hay problema Gerald! Por mí que se te pinche una rueda, fantaseo.

—Ya está, y de esa manera ustedes dos se conocerán mucho mejor. Exclamo el padre de Gerald muy contento porque su hijo iba a salir con la hija de un banquero muy acaudalado y de buena familia.

Terminada la cena, el señor Dixon y su hijo se marcharon satisfechos, los padres de Megan también lo estaban creyendo que su única hija era realmente feliz con las decisiones que ellos tomaban por ella. Pero lo que no veían era que ella estaba ahogándose con la forma en que ellos controlaban su vida, no podía opinar sobre nada, ni tomar sus propias decisiones. Su vida era un caos.

—Hija, tu madre y yo tenemos algo que informarte. Sentados en la sala de estar después de que los Dixon se retiraran a su madre le gustaba que tomaran el té antes de retirarse a sus habitaciones.

—Si querida, tu padre y yo viajaremos para Londres mañana por la mañana, y como siempre iras con nosotros. Así que sube y dile a Melisa que te ayude a empacar, y no te preocupes regresaremos a tiempo para que estés aquí para tu cita con Gerald, hombres así no se le puede dejar plantado hija recuérdalo bien.

Estaba harta de las imposiciones de sus padres, no podían preguntar si ella deseaba ir a ese viaje.

—¿Para qué quieren que yo asista a ese viaje madre?

—Tu padre tiene una reunión importante así que debemos acompañarlo, ya lo sabes.

—¡No iré a ese viaje! Respondió tajante.

—¿Qué dices? Claro que iras, siempre hemos hechos estos viajes en familia Megan. Exclamo su padre.

—No iré padre. Me disculpan pero no los acompañare.

—Te guste o no, nos acompañaras.

—¡Yo no soy una niña ya padre! Soy una mujer que quiere tomar sus propias decisiones. Le grito.

—Baja el tono de tu voz Megan Elizabeth, recuerda que soy tu padre y vives en mi casa.

—Pues bien, si para tomar mis decisiones debo irme de aquí ¡lo haré! Estoy harta que controlen todo en mi vida.

—No te iras de aquí, nosotros solo queremos lo mejor para ti. ¿Quieres tomar otra mala decisión? ¿Como la de hace cinco años? Le reto su padre.

Esas palabras la hirieron profundamente, y mucho más de la persona de quien provenían. Su propia sangre la atacaba.

—Querido por favor no es necesario recordar el pasado.

—¿Por qué madre? ¿Te da vergüenza recordar lo que tu hija hizo?

—¡Por supuesto que sí! ¿Es que acaso crees que eso era lo que quería para ti?

—¿Cómo puedes hablarme así? No tienes ningún tipo de sentimientos, ustedes dos no tienen idea de lo que yo siento. Deseo irme, independizarme, hacer mi vida por mi cuenta.

—¡Jamás! ¿Entendiste?, eso no pasara. Te casaras con Gerald, él te dará la buena vida que llevas y eso es todo.

—¡Yo no lo amo!, ¡no me casare con alguien a quien no ame!

No podía entender a sus padres, la querían obligar hacer cosas que ella no deseaba sin importarle sus sentimientos u opiniones.

—¡Lo harás! Y en cuanto al viaje, solo iremos tu madre y yo. Espero que este tiempo que estemos fuera te sirva para reflexionar sobre tu comportamiento tan grosero.

—No me casare con él. Me casare con el hombre que yo elija ¡así que ve y le dices al señor Dixon que esa boda no será!

—Hija por favor nosotros hacemos esto por tu bien, te queremos, solo deseamos tu bienestar.

—Yo también los quiero, y por esa razón les digo que no me casare con un hombre solo por su apellido y posición social.

Subió corriendo las escaleras hasta su dormitorio, al borde de las lágrimas y furiosa con sus padres. Tiro la puerta de un portazo y eso fue el fin de la conversación.

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