Dicen que para ser feliz solo necesitas sonreír, de hecho esa era la clave de Hayle para mantener una excelente imagen ante los medios… —¿Jura usted amarla, respetarla y serle fiel… hasta que la muerte los separe? … —Acepto. Sin embargo… no todo era de color rosa. —Y usted Haley, ¿jura amarlo, respetarlo y serle fiel… hasta que la muerte los separe? … —Yo… Porque no todo lo que brillaba, era oro. —Haley… si decides irte conmigo prometo que lo tendrás TODO… menos mi amor. —Acepto… Sin darme cuenta, me convertí en la reina de un juego de ajedrez cuyas jugadas estaban perfectamente calculadas… —¿Estás segura Haley? Porque una vez que cruzas esa puerta, ya no hay vuelta atrás. Haley dio un paso hacia afuera y se giró para sonreírle al hombre detrás de ella —¿Quién dijo que los peones tienen derecho a retroceder?... —Pero Hayle, tú no eres un Peón. Lose… Soy la Reina. ¿Alguna vez? han apreciado el lado oscuro del amor?

Capítulo 1 𝐏𝐫𝐨l𝐨𝐠𝐨

[Los grandes filósofos decían que "tratar de enamorar a alguien que no te quiere, era como aventarse desde un helicóptero aún lago helado sin paracaídas"...]

—Señor Lyn, ¿acepta a esta mujer como su legítima esposa, para amarla, cuidarla, respetarla, para que sea su compañera de vida tanto en las riquezas como en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?...

…

—Acepto.

Era obvio que era peligroso… pero la adrenalina y la confianza que corría por las venas nos ciegan hasta el punto de no mirar el hielo seco que nos espera, la emoción y la esperanza cubrían ese paracaídas, pero sólo hasta llegar y sentir el hielo golpear y romper nuestra piel es que llegamos a sentir cuánto nos puede doler, cuánto nos puede romper…

—Y usted señorita Hayle, ¿Acepta este hombre para que sea su compañero de vida, su esposo, su amante, estar con él tanto en la salud como en la enfermedad, en las riquezas y en la pobreza, serle fiel y amarlo hasta que la muerte los separe?...

Entonces… ¿Por qué nos aventamos?

—Acepto.

«Hayle.. Es mejor si dejamos esto hasta aquí, será mejor si no nos lastimamos más.»

Y fue así, como llegamos hasta aquí… como una astuta pregunta

—Hayle, por favor, se mi esposa.

No llevó a una tonta respuesta.

—Debes prometerme algo primero.

Y esa tonta respuesta, nos llevó a este laberinto sumergido por un lago de hielo seco sin paracaídas.

Sus ojos cafés se posaron fijamente en mí, sus cejas negras y pesadas no se movieron, su expresión era como si ya hubiera esperado esta clase de respuesta de mi parte

—Quiero que me ames.

Poco a poco nos envolvimos en este juego llamado "apuesta al amor" sin saber que tarde o temprano nos pasaría facturas a todos.

Haciéndonos ver, su peor lado… sin compasión.

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