las miradas de los demás y quería concentrarme en lo más importante, la salida. Mi alarma de las seis en el
l botón de parada y
alle. Caminé lo más rápido que pude hacia el centro de convenciones. Emmanuel y Alex estaban esperando, e
sastre —agaché un poco mi cabeza por la vergüenza, tenía esa c
cabamos de llegar t
taurante quedaba cerca
n cuidado las luces del semáforo antes de cruza
pa, aunque mi amigo Emm
e me ha dado la oportunidad —dirigí mi mirada a E
oy de
conocieron?
ndaria —res
de diez años ya se lo puede considerar
cen —respon
rante de la esquina de enfrente. E
a mesa para nosotros cerca del mostrador, mie
e sabes lo que tu am
te da esos privilegios —respondió A
el cajero—. No pudo dormir la noche a
cajero nos preguntó si pediríamos juntos en una sola factura, le dije que no. Pedí mi
s gracias —añadió Alex al sentarse a lado de Emm
el país… —Alex me interrumpió en medio de
fue —dijo Emmanuel—. Como te habrás dado cuenta de que
é intentas deci
e, el brillo en sus ojos sigue sien
ex al sentarse a mi lado—. ¿Te importaría pasarme mi p
aci
chó después de tanto tiempo. Salimos del local y nos dirigimos al Malecón del Salado, me hubiese gustado negarme a irme con él, pero no pude resistirme, quería estar a su lado. Hicimos parar el primer taxi que se nos cruzó, él se ofreció en pagar la carrera, pero le in
trabajos pesados para las productoras
a comunicación a través de videollamadas —respondi
regunta te incom
ir del auto. Caminábamos rumbo al malecón cuando las personas que circulaban entre nosotros nos miraban disimuladamente. Una mujer pasó a mi lado empujándome con tanta fuerza que perdí el equilibrio y di un traspié, pero Alex me rodeó co
a! —gritó la mujer ataviada con una camis
en cuenta lo que la mujer había vociferado j
tenido que oírla —alejé
sordos —me ayudó a levantarme
, no tienes de
sonaba igual que un
jillas se ruborizaron y podía se
me primero —me rodeó nue
s del Malecón del Salado y se detuvo por
as sacaba de su maleta una cámara semiprof
ambién fueras f
y un afi
rsonas fijaban sus miradas en nosotros, pero luego observé el mismo brillo en sus
jor —besó mi mejilla. Luego de tomar
etes con sus manos frías, y me propinó un beso en la comisura de mis labios. Por un momento mantuve los ojos abiertos, me sentía conf
ado —suspiré—. N
acarició m
o una voz que conocía perfectamen