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Historia

Capítulo 4 Cosas de la vida

Palabras:1588    |    Actualizado en: 27/07/2023

ítu

Jas

regreso al hospital, hoy ha sido un día bastante ajetreado, estuvimos

este tipo de situaciones, pero supongo que me he acostumbrado a estas cosas. —No lo sé, la verdad no he teni

mis ojos porque estar en una posición así, no es cómodo p

de eso luego?— En

ro antes de que podamos pisar el lugar, recibimos otra alerta de emergencia. Una mujer ll

de Madison avenue, llegamos en aproximadamente 5 minutos, al conjunto residencial justo

bastante nerviosa, mi compañero le pregunta si esa fue la casa que hicieron la llamada de emergencias. Ella niega diciendo que fue una equi

nos que nos retiremos. Justo en ese momento sale un hombre q

aja la cabeza asintiendo, pero hay algo raro en eso, ese tipo no me genera buena espina. Lois deja de insistir y m

Yo niego con una mueca pensativa, me llevo las m

te su cara? Aquí hay algo extraño, voy a regresar para hablar con e

go como esto te puede costar un castigo y hasta el trabajo, así que vámonos de aquí—. Miro por encima de su hom

ras Lois insiste en que esto es una locura, de pronto vuelve a salir él mismo hom

y tratando de ver la televisió

ue su hijo está bien y no se hizo daño—. El hombre me mira sin ningún tipo de expresión. A

rente a mí para encontrarme con el cañón de una escopeta

os aquí para molestar —. Dice Lois c

ad—. Trago saliva y empiezo a retroceder sin darle la

ara avisar el caso de este tipo loco. Él

a verlo al rostro, puesto que estoy co

.. ¿Crees que les haya hecho daño al peq

ente lo sabremos cuan

ando podemos atender a su esposa e hijo me doy cuenta de que el pobre niño no

a propinado su esposo en múltiples ocasiones. Logré hablar con el niño, realmente s

onstruo y eso me hizo pensar que en el

minales, es horrible saber que nuestra juventud se pierde en ese tipo de cosas y ni siquiera tienen la oportunidad de ir a la escuela, graduarse o

excusas, te irás a casa, hoy ha sido un día difícil—. Le dedico una media sonrisa, la verdad tiene razón, no me caería mal un descanso por

vanzo hasta la sala, dejando las flores en

dea si aceptar o no esa cita, cierro mis ojos

darme cuenta de que esos sonidos son gemidos y los emite mi querida herma

ación de inmediato, ladeo mi

a para tomar un poco de agua. Minutos después sale Sue, tiene una de mis pijamas, yo la

xpresa señalando

ienes respeto por mi casa, eres una

n amigo, ¿recuerdas el empala

con quién primero se te atravie

s buen chico, adem

en ese instante sale el susodicho, miro a otro lado incrédula de esta situac

co que se ve de la edad de ella, hago una mueca

me habla mucho de ti—. Yo ci

a puerta, y ella le planta un beso que siento, se lo va a tragar. Cierra la puerta d

a, levanta una ceja y me mira con una sonrisa traviesa para preguntar. —¿Y eso, un hombre? ¡Oh, por todos los cielos!—

solo un regalo de alguien agradecido, no es na

r ti. Por favor, dime, porfis, porfis—. Junta ambas manos en señal de súplica, yo quiero hacerme la difícil, sin emba

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