Estando en la cama sentía que la cobertura que cubría esta la retiraban bruscamente, seguido de eso apartaban la colcha y las almohadas como si no estuviese usándolas, fue tal la manera en que eso ocurría que decidí percatarme que estaba sucediendo.
Al levantar la mirada, con los ojos empezando a abrir comprobaba que se trataba de Roberta, la cual reflejaba en su manera de actuar que al parecer estaba enojada, pero, ¿porque? Apenas me estaba levantando y no creí haber dejado un desastre para que lo limpiara.
—¿Se puede saber que tienes? ni siquiera me he levantado y ya estas recogiendo la cobertura de la cama—referí para tomar asiento y llevar mis manos a la cabeza, la cual de nuevo sentía que explotaba.
—Pues deberías saberlo, además, te recuerdo que es el día en el que por lo general me encargo de lavar tu ropa.
—No sé de qué hablas para que actúes como lo haces, al menos hubieras esperado a que me levantara.
—Tal parece que aún no me conoces ¿no?
—Roberta, me duele mucho la cabeza y no estoy para descifrar acertijos, o me dices que te ocurre o me buscas un analgésico.
—Creí que trabajarías, pero al ver salir a la joven con la cual estuviste lo puse en duda.
—¿Joven? ¿De quién hablas?
—Evan, es el colmo. ¡Estuviste con una chica que no sabes ni siquiera como llego y tampoco te acuerdas de ella!
El escuchar su reclamo me hizo recordar lo que había sucedido, algo que me hizo levantar de la cama y dirigirme al baño.