Sus dedos así como se deslizaban por mis senos también lo hacían en mi abdomen hasta llegar a mi intimidad, al sentir que dudaban en seguir, pose mi mano junto a la suya como si le indicara que no se detuviera y continuara. Con esa aprobación que insólitamente permitía, comprobaba que sus dedos se adentraban en mi sexo, su forma era tan delicada que el placer me sobrevenía. Una fuerte necesidad por estar con él me embargaba, por ello pedí que se apoyara nuevamente a la tina, de esa manera subí sobre él, seguidamente inicie impulsándome, en medio de ese movimiento que me generaba ese deseo que necesitaba uní mis labios junto a los suyos. No sabría con exactitud que era lo que me satisfacía con mayor magnitud, si la forma en las que nos movíamos o ese beso que intensificaba el momento.
Repentinamente me indico que parara, de esa forma me sujeto para sacarme de allí, continuando lo que habíamos iniciado en la tina posteriormente en la cama. Cada estocada que pude sentir esa noche así como los gemidos que desde hace tiempo no había tenido lograban tal efecto que luego de percibir que su fluido estaba dentro de mí, ambos caímos en un profundo sueño, uno en el que mantuvimos esa cercanía que al parecer necesitábamos.