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Historia

Capítulo 2 No.2

Palabras:1219    |    Actualizado en: 28/02/2024

ya se imaginaba con ella protagonista de una naciente f

onde se estaban quedando, tampoco sabía con qué objetivo lo hizo. Hasta que a mitad de la comida, fue la misma Evangelini la que sacó el asunto de la cirugía, quería un aumento d

sabía, la única no al corriente era la muchacha. Al final los hombres se quedaron platicando de asuntos

a volvieron cenizas, y aún no llegaban a ese punto de ebullición dond

mana d

do por la señorita Bunderland. Como siempre apretando contra su pecho una que otra carpeta,

ya tiene una hora en su oficina la señorita Mía, le

, es que, ¿no le quedó claro que

l terminaron. De seguro se cansó de esa molesta manipuladora, berrinchuda y altiva muj

ndientes? —cambió de tem

staba anotado —. Dos cirugías, una a las diez de la mañana, la otr

será un

otro agotado

o asunto —mencionó refiriéndose a la italian

e regaló una amable sonri

perfume, que casi repugnaba, lo ofuscó. No, definitivamente no sentía nada por ella. Hace tanto que dejó de interesarle, pero siguió con la relación, fingiendo que cada noche tenerla a su lado era una agradable compañí

tampoco

abioso, quitándose de encima de form

*

timidez. Lo atrajo, lo envolvió, ahora necesitaba saber más de ella, nada más desistió al saberla en el circulo familiar de ese intimo amigo suyo

se consignó para el viernes. Debía mantenerse al margen, romper la necesidad, deshacer el fuego en su cuerpo al evocarla, pero

ntenciones de hacer mucho ese martes. Se carcajeó con un gracioso vídeo de un gatito, y se aburrió al

dejó de pensar, devuelta a New York, seguía

bió en e

, una locura perfecta, infalible. Era una chica de riesgos, y aquella rebasaba la cordura, iba más allá de su arraigada rebeldía. Estaba segura

r las fotos e

s. Las tardes en casa de los Hill dejaron de ser divertidas cuando el mayor de los hijos se marchó a otra ciudad, de resto nada que la animara, ir a casa de Carrie significaba pasar la noche viendo películas cursis. Ni modo que los padres chapados a la an

cción, por otro lado todo

ándose de algún modo, t

—hizo acto de presencia la mujer a la qu

lugar, al pasar por su lado, Evangelini le

s eh? —le echó un vistazo al móvil que sostenía en la

tó de

a cara otra vez a esa mujer. La olvidó de nuevo, sumergiéndose en su nuevo cometido, enredarse en la piel del doctor Parravic

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