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Historia

Capítulo 5 No.5

Palabras:1099    |    Actualizado en: 28/02/2024

e seré sincera

ajito, a lo que la joven sonrió de oreja a

era empecinada con el asunto. El chófer la pasó buscando

de que saliera la luna, de entregarse a ese hombre volviéndola loca.

cita. Esta raramente le dejó una nota sobre el buró. No solía escribir notitas, así que lo vio como una situación

haciendo del papel una bola, l

ada, ponía en tela de juicio la barata explicación

asiado

resultó extraño que

a en los planes

rte de un plan en su corta vida,

us rizadas, largas y curvadas pestañas. Dejó la máscara sobre

mpactante en el espejo de cuerpo completo. El recorrido le gustó, se veía hermosa y gloriosa en un vestido negro batista. Sus largos dedos tantearon cada centímetro del lino

o había encontrado algo “módic

ontraste con la oscuridad del negro, exal

stido antes de tomar la bo

ando Riccardo, Evangelini y ella brillaban por su ausencia. De todos modos avanzó con s

ni Riccardo y Evangelini

desmesura, sorprendida con la presencia de ese enigmático sujeto. Unos irresisti

locó por completo. Todo era más fácil con una pantalla e

revió a decir vacilante, aunque

conejillo de indias asustadizo. Sin embargo con

alguien o iba de salida? —quiso saber, detrá

ser suya. A pesar de todo, los colores se agolparon brutalmente en su rostro. El italiano con su traje a la medida, pe

do a pagar

ciendo ahí, al corriente de tod

l sonrojo en sus mejillas y esa sonris

l ceño —. Me ha en

o el aliento. Ese peligro, su imponencia varonil,

. Un radioactivo, una bomba, un misil.

. —soltó c

colapso se atre

una jovencita rebelde que tengo frente a mí, o ¿me vas a decir lo contrario? Solo vine a decirte que… —paró acercando los labio

e empezó a ubicarse mentalmente en

area embravecida batiéndose

tigo... ¿tienes idea en cuán

bía re

No era necesario aparecerse por aquí

empo de venir hasta ahí

e dedicó un

iecisiete años, ¿por qué haces esto, Ariadna? Conozco a Riccardo, empiezo

r los ojos, la opinión de es

arme regaños, eh —soltó retándolo —.

cer un puchero. Pero se mantendr

ntención de despejar el campo. Con delicadeza posó sus dedos debajo de su tersa barbill

o no es lo mejor para alguien que ni

mar

ldi

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