img UNA CHICA CON MALA SUERTE  /  Capítulo 2 PRIMERO | 11.76%
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Historia

Capítulo 2 PRIMERO

Palabras:1187    |    Actualizado en: 10/03/2024

nclemente frío de esa tarde de invierno, ella seguía viendo ir

egresaba a su regazo y él le mostraba su blanca dentadura mientr

der sus manitas heladas entre el abrigo de ella y, después de solo un momento, él volvía a salir

s de su abrigo y atrapó su aliento tibio para después frotar sus manos

de donde estaba y comenzaba a dar unos pasos para lleg

y chilló un poco, haciendo reaccionar al pequeño

guntó el pequeño,

pregunta, a cambio, le

ica y el niño agachó la mirada y apretó

en susurro el pequeño,

bía encontrado un niño que lloraba desconsoladamente y, al enterarse de que él estaba completa

ateo y que su tío casi nunca estaba en casa, su abuelo siempre trabajaba y su abuel

no había desayunado de rabia, pero el frío era tan fuerte que fue capaz de apagar el fulgor del coraje que tenía; ademá

ca morena de treinta años ofreciéndol

nía lo que sea que le pudiera ofrecer esa cafeterí

suspirar, ese sitio se sentía fenomenal; además, el olor

uerte, una mejor que la perdida..., y, al menos, estaba lejos de su ciudad y de ese h

erlo. Pidieron una hamburguesa cada uno, él chocolate y ella un té, no era la mejor co

yor de edad entró al establecimiento reconocien

entes y ojos azules y vidriosos al pequeño que

pagó la cuenta y, después de eso, se dirigió a

uestrar a alguien, no precisaba dinero y no quería a un niño; ella no necesitaba más

aba a quienes lo requerían, y ese niño la había necesitad

anunció el pequeño al hombre que sostenía la manita

mento las molestias que le haya causado mí bis

ble, y la calidez le hací

pasar tiempo con él —aseguró la joven acari

con la cabeza mientras de nuevo sonreía—. Su acento me parece algo f

artes —mencionó la chica divertida—. Soy d

al norte del país? —preguntó el hom

suspiró y dio

n melancolía—, pero tal vez solo estaba huyendo, porque, aho

ncluyó el hombre y ella a

nsistió mucho en llevarla a casa y, pensando que era buena idea r

or un montón de desconocidas y heladas calles, llegaron

l, ¿tienes mucho aquí? —preguntó el

rando por la ventanilla a un anciano y un niño que, quizá por agradecimiento, parecían demasiado inte

e apropiadamente que cuidaras de mi nieto —explicó

ar—. Sería agotador montarme en un avión ahora mismo, pero no queda nada a qué quedarme... Y,

r recibido y se dirigió a su h

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