ba por las ventanas y daba al ambiente un toque dorado, casi mágico. Aquel brillo especial hacía que la casa pareciera más tranquila, más
ra alguna reunión de última hora. Paola amaba esos pequeños momentos de complicidad y sorpresas entre ellos. Sin embargo, mientras se ac
o primero que vio fue a Lucas, quien la miró desde la cama al escuchar el ruido de la puerta abrirse, paralizado, con el rostro l
se volvía en su contra, transformándose en una prisión que le recordaba la peor traición. No había g
la cama matrimonial. El silencio de la habitación era denso, tanto que le pesaba en el pecho. Durante largos segundos, n
... ¿p
a evidente, como si su pregunta le pareciera una molestia. Se
-. Estoy cansado de ti, Paola. Eres tan... tan frígida. Hast
o no era de ira, sino de humillación. Era como si Lucas se hubiera propuesto destruirla palabra por palabra. Lo miró, incréd
miró a Rose, que seguía recostada en la cama, bajo las sábanas de su matrimonio, observándola con una sonrisa
sin siquiera disimular la satisfacción que sentía-. He sido su amante por mucho tiempo, pero ya no
i siquiera para enfrentar a aquella mujer que estaba robándole lo que más había querido en el mundo. Sen
quel lugar que antes llamaba su hogar. Solo quería desaparecer, dejar de sentir.
una expresión que mezclaba sorpresa y desaprobación. La madre de Lucas, quien siempre había sido fría y reserva
GOOGLE PLAY