era pe
ando turnos dobles como camarera en
ra un paso más cer
San Telmo, un rincón privado co
e papel y esparcí flores de jacaran
esarle mi amor
la universidad, el heredero de
rico, seguro de sí mismo, pert
beca, una chica de La Boca que se sentía como una im
de molestarme. Con una sola mirada fría, Mateo lo hizo desaparecer
ía, mi cora
a última flor cuando mi teléfo
licación que no reconocí
por cu
zón se
sión en vivo. Era mi terraza. La
ma, de espaldas, aju
rrente de comentarios a
gó la po
en que tarda
eo la destroza en men
sar al gemelo para
de el piso de enfrente
s palabras no tenían sentido, pero
s sonrisas amables en los pasillo
farsa. Una
melo, Leo, para que se hiciera pasar por él.
oscuras, pude imaginar a Mateo y a sus amigos, riéndose,
en hielo. La tristeza se transfo
. No les daría
s en la esca
el teléfono y me di la vuelta con l
biado. Y ahora, yo