al borde de las lágrimas. "¡Hemos c
otro, señalándolo con el dedo
a Scarlett, buscando ayuda. Ella, experta
. "Conozco un atajo. Por el bosque. Mi abuelo
os del grupo. Un atajo. Una solución mágica.
rlett?", preguntó M
en en mí", respondió
rofeta. Yo los observé desde la distancia, termina
una parte. Es una antigua senda de l
la. "Vamos, Sofía. Nosotras iremos por
disfrutando del paisaje, del sonido de nuestros pasos sobre la tierra. Llegamos a Santiago
aza del Obradoiro. La magnífica fachada de la Catedral se r
rostros eran un poema de desesperación. Llegaron corriendo a la puerta
d les negó la entrada
mos a las ocho en punto.
las, sollozando. La Compostela, el símbolo de
ia se fijó en las conchas pi
sos símbolos raros... aquí se considera una falta de respeto. Una burla. Tenga
po, roto y furioso, se volvió hacia Máximo,
culpa!", le gritó
aló en mi dirección, donde Sofía y yo observáb
os ha saboteado! ¡No nos avisó bien de los horarios! ¡Y seguro que usó la influ