la puerta cerrarse con llave, supe que algo malo estaba pasando», explicó rápidamente,
no, un hombre de mediana edad con cara de aburrimiento crónico. Sasha habló primero, describiendo el ataque con una
había estado ensayando. Empezó a llorar a mares, hablando de cómo
o rasguño en el cuero cabelludo de Máximo, donde yo le había arrancad
arcada, y a ella, la "frágil" viuda con su hijo discapacitado.
e fastidio. «Aquí tenemos un claro caso de disputa
rró en un almacén y la atacó! ¡Su hijo intentó desnudarl
r, usted», dijo, señalándome, «la agredió ayer. Y hoy, ella dice
oz subiendo de tono por la frustra
s una viuda que lucha sola. No vamos a procesar a un joven con discapacidad por una pelea. Y tampoco a una madre soltera ni a una vi
l mismo saco. Mi agresión era tratada como una simple riña. La "debilidad" de Yolanda, su condic
os dejaron ir. Sin orden de alejamie
aba en la acera. La expresión de víctima había de
que Sasha no la oyera. «Nadie te va a creer. Soy
cara. «Y voy a conseguir lo que quiero. De un
dose a su hijo de la mano, como si
uchaban dentro de mí. El sistema me había fallado por completo. La policía no me pr
ad. La sociedad, la ley, todos veían a una "pobre viuda" y bajaban la guardia. Le daban un pase libre
bablemente lo era, si segu
ba dispuesta a jug
su fortaleza, entonces yo necesitaba encontrar una debilidad aún mayor. Ne
a, tendría que buscarla por otros medio