sépti
re el escritorio de caoba de Mateo Vargas, el son
aban los papeles del divo
la pantalla de su computadora, donde
ya
i le estuvieran informando
las manos a los costados, su expresión tranquila era una
stó en su silla de piel y la miró,
olvió a Méxi
egunta, era u
vemente, sin emo
S
o, mi amor, es solo por un tiempo, en cuanto arregle sus cosas y
a una esperanza dolorosa, ahora no le provocaba nada, era como es
, por primera vez, incomodar
?, antes, al menos ll
ateo sintió un escalofrío, la mirada de ella era como un po
z era plana, "iré a casa a empacar mi
vuelta p
spe
n toque de irritación, no le gustaba e
, ¿por qué act
a la puerta pero no
eo, simplemente me
icie
a, es como un contrato de negocios que se renueva y se cancela periódicamente, tú eres
antó de su s
, no es un negocio, e
a risa corta
dos?, ¿el que me ha costado siete humillaciones públicas, siete rondas de susurros a mis
tificaba su fracaso repetido, el peso de la firma de M
acaciones arruinadas, los proyectos de vida de
una que prometía ser brillante, para ser la esposa perfecta de Mateo Var
," murmuró Mateo, como
tenía un filo helado, "por eso esta vez
te ref
dose para mirarlo, una sonrisa vacía en su rostro, "no te llamaré, no te
ía, la Sofía que lo amaba con una devoción ciega y desesperada, la que
o otra parte, una parte que no quiso admitir, se sintió extrañame
el control, "entonces, nos vemos en tr
beza, su sonrisa se
teo, en tr
estaba en marcha, uno que no incluía ninguna boda, ni
ó la puerta suavemente det