ja, a la que había perdido hacía tanto tiempo, estaba por fin frente a ella. La vo

más, se acercó y abraz

fecto era algo completamente ajeno. No estaba acostumbrada a ese tipo de bienv

ó la mirada, sintiendo un ardor en sus propios ojos. Tras un instante de

erara. Ella le acarició el rostro y le preguntó con dulz

ro aprendí a sobrellevar

por qué mentir. No tenía sentido defender a gente

aba demasiado abrumada por la emoción para responder. Abrumada por la emoción, se

antes de que pudieran moverse, vieron a Marissa levantar con facilida

uiabiertos. ¿Quién habría imaginad

tcher la habrían obligado a hacer trab

exclamó Corine, con la voz

a y su expresión cambió por completo. Las lágrimas cayeron de sus ojos, aterrizando en su

ó con la ca

anquila, su madre no se lo

alidez, ni cariño cuando hablaba de ellos. Esa total falta de emoción era p

e había mostrado segura de sí misma no podía ni siquiera levantar la vista para mirar a su hi

ortadas, cargadas con el pes

se encontró con los ojos llorosos de su madre.

ién en su sano juicio elegi

e de que era yo?",

a como humilde y despreciable, un retrato que no encajab

tomaba con delicadeza la mano de su hija. "Tenemos q

eó Marissa, con sor

o se conocieron una vez. Dijo que te vio en un evento de n

mostraba ningún interés parti

ión y la guio hacia el vestidor. "He preparado todo esto para ti:

costumbrara poco a poco a esta nueva vida, pero al ver l

de su madre por conversar solo obtenían como respuesta frases cortas,

midez. Anhelaba estar cerca de su hija, pero también era cons

sando y le ofreció una sonrisa tranquiliz

isbo de preocupación en la voz de la joven, su decepción se suavizó h

ó a empujar la silla de ruedas

agazo y, aunque su tono era tranquilo, se percibía un toque de