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Historia

Capítulo 4

Palabras:1258    |    Actualizado en: 15/12/2025

e. Era una cámara fría y escasamente amueblada, sin ventanas, insonori

po todavía adolorido por el ataque de Amelia y el trato rudo de los guardi

Extendió la mano, tocando suavemente las marcas rojas y furiosas

da de falsa ternura-. Amelia puede ser... en

vió. Seguía jugando.

rme. Lo miré directamente a los ojos-. Rompió el bro

destello de genuina moles

efendiendo. -Cogió el broche roto, que debió haber traído consigo. Examinó la filigrana rota-.

ba torciendo la verdad tan fácil, tan natur

mí-. ¡Eso era de mi abuela, Edgardo! ¡De mi famil

tó un

miró, sus ojos duros-. Debes entender, Elisa, que Amelia es ahora la cara del Grupo Cantú. Lleva el nombre de tu familia. T

opia reliquia familiar. Regalos de mis padres y abuelos. Dados a A

ló en mi alma. Este hombre, mi exesposo,

s reliquias de mi familia, mi propio nombre... ¿todo le pertenece a Amelia a

isa escalofriant

la cara pública. La que continúa el nombre. Representa todo lo que una vez fuiste. -Hizo una

terradora. Se estaba deleitando en mi humillación,

alabras apenas audibles-. Eres ver

isa no

vía te estás recuperando. Y necesitas que te enseñe

cerniéndos

necesitas aprender un comportamiento adecuado. -Metió la mano en el bolsillo y sacó un pequeñ

ó frent

ímbolo de su nueva vida. Así como esto... -Gesticuló hacia la habitación a mi alrededo

arrojó el colgante s

Para recordarte de quién es la amabilidad que te mantiene

estaba dando las joyas de mi propia madre como un "regalo" por mi buen com

dije, mi voz baja, llena de una

onido sin

acia la puerta-. Mañana, comenzarás tu 'reeducación'. Aprenderás

tilleaba contr

educ

onrisa escalofri

ar cuando no estás adecuadamente... gestionada. -Hizo una pausa en la puerta-. Y tu primera lección comien

en la que había confiado implícitamente, una mujer que había trabajado par

os, todas mis vulnerabilidades. La mujer que ahora estaba allí, una

lando, un genuino temblor d

illo depredad

ecta. Conoce todos tus viejos hábitos. Sabe cómo romperlos. -Su mirada era burlona-. Después

ón. Brenda, que siempre había sido tan leal, ta

i voz cargada de odi

ió de hombros, su so

nda te enseñará mejores m

delante, sus ojos de

guraré de que la señorita Can

lo me estaba controlando; estaba profanando mi pasado, torciendo cada r

voz elevándose, impulsada por una repentina y

onido frí

s todavía. -Se dio la vuelta para irse, pero no sin antes la

a tu nueva

quedé allí, temblando, el colgante de esmeraldas todavía en la cama. Brenda permanecía en silen

día en mi alma. ¿Quería romperme? Solo me forjaría más fuerte. ¿Me

dica y absolutamente devastad

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