img Cien Metros Cuadrados  /  Capítulo 4 Dos | 25.00%
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Historia

Capítulo 4 Dos

Palabras:2911    |    Actualizado en: 26/06/2021

o, a pesar de haber resultado ser un cobarde traidor, y quién se había co

tancia, y el tono caoba más oscuro del suelo del parqué; era una habitación algo pequeña, pero me encantaba el detalle de tener parte del techo inclinado al estilo de ático, pues había una pequeña ventana en medio que permitía comprobar q

y la cocina, dónde me pasaré horas haciendo cientos de pasteles cuando la inspiración me abandone... —Mi amiga alzó

cer con tantos pas

ván, dónde crearé una especie de sala de fiestas, y que se ocupen los invitados de comerse hasta las migajas de los platos; po

ente, volv

l. —Comentó entonces, volviendo a e

tarle importancia—. Pero creo que este dúplex sí está hecho para mí, es justo lo que

lo único que me mantenía feliz>>, le dije mentalmente, haciendo un esfuerzo por evitar que los ojos se me anegaran de lágrimas -en las últimas semanas, no recordaba ni un solo día en que no hubiera llorado-, pues

ino tiene otros planes que no esperamos. —En mi caso, mi destino había resultado ser igual de decepcionante y dañino como Andrés. Sacudí la cabeza, intentando borrar aquellos últimos horribles pensamientos sobre él -a pesar de que en cierto mo

os antes de responder—. Pero lo cierto es que ya no es el mismo. —Un tenso silencio se cernió sobre nosotras, y por un instante, algo

aderos culpables de nuestra separación, su razonamiento le impedía aceptar aquel hecho: Andrés era la otra mitad que complementaba su existencia, era el hermano pe

onto comenzarán los preparativos para la de verano, ¿verdad? —Mi amiga volvió a morderse el labio, nerviosa, y fue entonces cuando me di cuenta de que había ido

me queda otro remedio que contestarte. —Tragó saliva con esfuerzo, mientras parecía escoger las palabras que decirme a continuación—. Lo cierto es

su corta edad; había logrado un éxito admirable, por no decir que cientos de diseñadores habían recurrido ya a sus servicios, pero lo más admirable, era que había conseguido

ue ver con ello. Mi amiga apartó los ojos de mí, incómoda, mientras par

ó un profundo su

o>>, repuse mentalmente, sin poder evitar que una gran parte de mí se sintiera dolida por ello. <>—. Lo cierto es que todo esto empieza a superarme. —Las lágrimas a

sensación de que una mano invisible hundía un afilado puñal en mi pecho, hizo que el muro de mi serenidad temblara, amenazando con derrumbarse: ¿por qué de repente me sentía obligada a pedirle perdón?—. Si es por dinero, pudo devolveros el adela

ra par

uve la sensación de que el corazón se detenía tan solo unos segundos: nunca me habían pagado tanto por un adelan

tes antes, y si lo analizaba bien, podía llegar a sentirme incluso incómoda, pues me

ado borrar aquél último

todo! —Volvió a esconder su rostro en mi hombro cuando el llanto volvió a invadirla,

un poco—. Sea lo que sea, encontraremos una solución; además —agregué, mientras la apartaba unos centímetros de mí para que nuestras miradas se encontraran, mientras yo dibujada una reconfortante sonrisa en mis labios—, tengo unos dulces tan tiernos que será imposible

*

dedicado a decorar con un gesto extraordinario, y era por eso que siempre había soñado en que llegaría un día en que yo tendría

puesto algunas piedras en mi camino, obligándome a tener que tomar otras decisiones, pero estaba convencida de que tan solo era un pequeño bache en mi camino, y que llegarían tiempo

to es que tampoco está nada mal. —Tenía razón: a pesar de tener una distribución rectangular y algo estrecha, lo cierto es que estaba muy bien; de suelo de linóleo blanco a juego con

lo cierto es que, aunque era bastante pequeño, me había planteado montar un pequeño despacho donde poder escribir cuando me apeteciera disfrutar del

sala de fiestas t

, despacio—. La sala de estar es mi segundo lugar favorito. —Di un breve sorbo a mi café, notado como el exceso de azúcar que había mezclado

n la cabez

bil. —Yo simplemente continué mirándola, sin saber muy bien qué decir—. Lamento haberte preocupado, Nah. —Se disculpó entonces, al ver que yo seguía

odría creer que así fuera, pero lo

o la que había ido a su casa para informarle de que había terminado con su hermano, antes de echarme a llorar. Parpadeé con rapidez, volviendo a la realidad: no quería recordarlo—. Par

algo que lograba provocarme un mareo mental que acabaría en una tremenda jaqueca; en mi opinión, las cosas se debían de decir de un modo claro y directo, sin tapujos, tal y como yo narraba la vida de la gente que me contrataba en

exasperarme, teniendo en cuenta todo lo que yo llevaba carg

entales de la amistad; pero, ¿a qué viene tanto misterio? ¿Qué es lo que realmente sucede?

d considerable de dinero. —Cerré los ojos unos segundos, incapaz de no sentir cierto pesar por aquella noticia: que Andrés no hubiera resultado ser el hombre que

hervidero de pensamientos que iban y venían a una velocidad de vértigo, mientras intentaba buscar una posible sol

recordé entonces, dejando la taza sobre el mármol para cruzar los brazos sobre mi pecho,

aba por lo que me había hecho, pero al mismo tiempo, le seguía amando, y aquella mezcla de sentimientos podría acarrear terribles consecuencias—. Es la única manera de que ésos idiotas vuelvan a contratar nuestros servicios: te quieren a ti para representar sus productos, quieren que sea tu rostro el que represente a sus empresas. —Aquello me halagó, al tiempo que me cohibía en una agria vergüenza: de todas las modelos que trabajaban en Aguilar Design, ¿yo era la que más llamaba la atención de un gran porcentaje de diseñadores? <

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