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Historia

Capítulo 2 Una cruel verdad.

Palabras:3664    |    Actualizado en: 27/06/2021

s a

abía algo o alguien más importa te que yo y eso fue apagando nuestro amor. El tiempo fue dándome la razón con el pasar de los meses y los años; lo nuestro estaba destinado al fracaso. Pase noches vacías y cada vez que me decías que no querías amarme, tenía que tragarme las ganas. No sé cómo decirte esto y no quiero lastimarte, pero estoy enamorado de alguien más. Ella ha sabido darme todo lo que tú no y aunque sé que me odiaras de po

omo yo no pude hacerlo

saberlo, pero, en fin, lo importante es que te lo estoy contando yo a ti. Estoy embarazada de cuatro meses y es una niña. Ya hermosa escogido el nombre se llamará Amber, ¿Ese

tes her

s papeles de divorcio. Sé la hermana mayor dulce y bondadosa

bye

s veces más porque todo aquello le aprecia una película de terror. ¿Aymee y Sergio? Eso

ras de contentarla, pero ninguna lo había podido hacer. Cuando ambas eran pequeñas, ella había tenido que pasar por un trasplante de riñón por una enfermedad con

ivadora le fue suficiente para flecharle el corazón, enamorándose perdidamente. Pero para su mala suerte, se había quedado hipnotizado por la belleza

e su padre hace un año y medio atrás, cuando una noche, pasada de copas terminó por confesarle a su cuñado

duro para pagar la carrera de diseñadora de modas a su pequeña hermana, sin saber que mientras ella le depositaba en una cuenta hasta el último peso de dólar q

asado con el hombre que, según ella, siempre

por la pelirroja al punto de perder la cabeza arriesgando los sueños de formar una familia y trabaja

os de la fiesta sorpresa donde se suponía le darían la noticia a él sobre el embarazo de ell

Sentía injusto tanto sufrimiento y que los causantes de todo ese sentimiento, sean las

estaban dentro del sobre no se animaba a mirar la realidad con sus propios ojos ¿por qué había sido tan cruel? Ella nunca

ando las notas encima de l

es que te caes en un pozo negro y te pierdes en la oscuridad, Victoria comprendía ese sentimiento de vacío y desil

apar un sollozo que tenía atravesado en la garganta. Con cuidado, su amiga se puso de pie y se encaminó hacía do

, que no estaba sola y que podía apoyarse en su cariño. También sabía que nada de lo que d

cabeza escondida en el hueco entre el c

te. – nada de lo que dijera ayudaría aliviar el do

blados por sus lágrimas. – mi esposo. – dijo con más dolor aún. - ¿q

ntes, de las personas que debían respetarla, por lo que eso mismo quería dejarle en claro Victoria al solt

tienes la culpa de la maldad y la envidia de tu hermana y la cobardía de Sergio ¿

r a su casa al recibir un mensaje de su madre, que le avisaba desesperada que su hijo se había caído de la hamaca y estaban e

ando su rostro y quitando de él los

a quine amaba, sino aquellas cartas y ese sobre con los papeles de divorcio. También, sabía perfectamente que además de aquello, ese sobre

l sobre en sus manos por casi treinta minutos,

do esas fotos. La segunda se la habían sacado en uno de esas canoas, sobre el agua y mirándose fijamente mientras Aymee sujetaba una rosa roja en sus manos. La tercera, se los

creyó que cuando te dan un beso de esa forma es porque realmente la otra per

alada al pecho directamente. Llevaban unas alianzas doradas con plateadas y en el dorso de la foto una leyenda que él mis

de gracia. Ver a Sergio besando el vientre de Aymee f

buscar en los cajones del pequeño mueble, toma en sus manos la gilete y se introduce dentro de la bañera. Por varios minutos la observó en sus ma

que quizás necesitaba tiempo para procesar las cosas; no todos reaccionan de la misma manera ante semejante engaño, per

a Ayla. – dijo luego de hac

amaban profundamente. Cuando los padres de Ayla murieron, la madre de Vicky fue de gran contención, por eso, al enterarse lo que la desgraciada

sus ambos entrelazados a su pecho. – dios mío, que no haya hecho ninguna locura. – dijo cerrando

cuantas veces, para terminar por darle fuertes golpes

erada mientras corría hacía la puerta de

sar que fuera capaz de atentan contra su vida, aunque sí estaba segu

an cerradas y que no podía ingresar. Lo único que le quedaba era ingre

s ventanales del living, ingresó a la vivienda y subió

le subía a la boca. - ¡amiga! – la voz se le quebraba, sabía que algo había sucedido

ue realmente horrorosa. Ella se encontraba dentro de la bañera con s

bañera e intentar despertarla, pe

sabía realizar los primeros auxilios, por lo que no dudo un solo segundo y si quiera esp

esperó. Llevó sus manos a su cuello e intentó tomarle los latidos y aunque los enco

a. – uno, dos, tres, cuatro, cinco. – intentó nuevamente, pero nada, no respondía. - ¡vamos! ¡lucha

rte, la policía había arribado al lugar y gracias a la intromisión de un vecino que ingresó

s cortaduras en sus muñecas y aunque le preguntaron que había

a un desfibrilador portátil, esa era su última esperanza, si no podían hacerla re

ente y a Ayla se le estaba apagando la vida. – no reacciona. – dijo la doctora preocupada. – Sanches, trae la camilla, si no la llevamos a la clínica puede morir. – la amiga, que llora

transito congestionado por ser día entre semana, por lo que la doctora indicó el ritmo d

o esta d

lla sabía que la situación era muy delicada y que tod

s indicaciones de la doctora, cuando de repente se dan cuenta que de entre sus piern

enta minutos, ingresan corriendo al edificio y de tras de ello

de llorar y ella de r

– dijo la doctora al ingresar y esto la dejó paralizada ¿aborto? Lo único que le faltaba,

adelante, Ayla necesitaría de su ap

ste le había bloqueado las llamadas a su amiga y no había podido hacerlo. Tristemente, su mejor amiga, no solo tenía que enfrentar sola la dece

ana más

ingresar a su habitación para ayudarla

dijo fría

vamos a ir a m

intiera sola y aunque el dolor lo llevaría consigo a donde

casa. – dijo segura de cada pala

rota por dentro y nada de lo que sucediera de ahora en adelante podría c

o para tomar su bolso e irse rumbo a la puerta. No quería

ntó detenerla, pero

que no hare ninguna otra locura. Solo quiero

sa donde nació y creció porque pese a todo, esa casa tenía los mej

– estaba realmente preocupada, temía que su me

fingiendo una sonrisa, aunque po

uídate mucho. – le pidió a modo de súplica, e

apreciar desde dentro del vehículo y aunque el transito era un horror y las siren

as que su hermana y Sergio le habían ocasionado, la perdida de su hijo había sido la peor y no solo tenía decidido firmar los papeles, sino que comprarle la parte de la casa que le corresponde a Aymee para que nun

. – ella lo miró sin ninguna expresión, él le explicó el por qué de lo que le esta

ontestó para volver a fija

sirenas, que en principio se escuchaban a lo lejos, comenzaron a sentirse cada vez más ce

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