img El velo  /  Capítulo 2 Parte 2 | 5.88%
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Historia

Capítulo 2 Parte 2

Palabras:2247    |    Actualizado en: 03/07/2021

lo regular y su estómago gruñera inquieto y desesperado por recibi

el trato que recibía que, aunque su anfitriona no era de mucho hablar, lo mantenía bien alimentado, cambiaba sus sábanas muy seguido y lo ayudaba a bañarse. Él estaba ansioso por recuperarse o en su

ntos de trabajo y desabrochó su camisa. La chica le había comprado algunas prendas, pero no había acertado con la medida y todas estas le quedaron grandes. Sus ojos marrones escudriñaban cada movimiento de la silenciosa mujer con curiosidad y, los

ir dolor y podrá levantarse. —Ella comentó sin mirarlo a

sidad que le apretaba el estómago. Por accidente ella lo miró a los ojos y se arrepintió al instante, dado que era inevitable no perder

olor avellana un poco más, puesto que no tenía aquel privilegio de deleitarse con tan exóticos y hermosos ojos porque su dueña se la pasa

lla sintió como su corazón se combinó con su estómago para torturarla, mientras su respiración se agitaba y sus manos empezaban a sudar. Estaban tan cerca que pud

bo salir al pueblo, ¿necesitará que le traiga algo? —Se paró de golpe, rompiendo el contacto visual de form

ana des

ba los instrumentos de ferretería en una caja. Ella se emocionó al ver el fregadero arreglado de la forma correcta y miró al j

isfecho. Era raro verla alegre y poder darle, aunque sea un momento de felicidad lo alegraba a él. Esa

ida, la verdad era que ni pensaba en aquello. La extraña mujer se fue abriendo un poco más

ejaría cicatriz, cosa que a él le sorprendió, puesto que aquella herida fue muy profunda. Estaba maravillado c

s las estrellas que se podían apreciar en él, sumándole la maje

Ayudaría a muchas personas y tendría una vida sin escasez. —Él se sentó a su la

sma—. Jamás podría vivir de esa maner

érrima y solitaria? Usted es una mujer joven y con una gran habilidad, no tien

entes eléctricas por todo su cuerpo. No entendía lo que estaba sintiendo por aquel extraño, pero sin importar qué ti

pudo disimular la sonrisa que se dibujó en sus labios. Levantó la fría mano que aún sostenía y dejó un casto beso sobre ella. Sam sentía que se le quemaba toda la piel

menos tendré un nombre qué recordar

os? Se imaginaba que debía ocultar algo muy horrible y le daba temor descubrir qué era, pero sin importar que tan espantoso fuera lo que estaba debajo de este, quería saber cómo sabrían sus labios. Nunca había conocido a una mujer t

etuvo sosteniendo su muñeca, sus orbes avellana rogab

do cuando sintió su barbilla desnuda, luego sus labios estaban a la intemperie, pero no por mucho. Se quedó pasmada ante el atrevimiento de él, aun así no quería que dejara de hacerlo. La cal

ir ante aquel placentero jugueteo entre sus bocas. El beso era lento y con mucha delicadeza como si ambos temieran romper las líneas de la prudencia y el pudor. El sabor de su boca y la textura de sus labios le era delicioso y no podía dejar de degustarlos. Aquella mujer nunca le había mostrado su rostro y no le importaba, le gustaba esa sensación, se estremecía con su aliento y su sabor. Ella empezó a hiperventilar cuando él lamió su lengua y jugueteó con movimientos atrevidos dentro de su boca con el vi

eso y sus manos temblorosas eran testigos de la excitación que aquello le estaba causando; sin embargo, no pasaría la raya. Lamía, succionaba, mordía y jugueteaba con su lengua como si aquella boca le perteneciera, como si nada pudiera ser más dulce y delicioso. Pegó s

l contacto visual en silencio, como si temieran d

Él rompió el silencio y ella agra

stumbrado a dormir mal. Ya es suficiente la incomodidad

ue duermas incómoda por mi culpa, además esta es tu casa, yo

ejaré que duermas en el

os. —Él la miró divertido,

sa—. De todas formas

tiraba en el terroso suelo y la tendió sobre este, se acostó y arropó. Ella entró y se quedó parada un rato observándolo, dejó

se la pasaban hablando y riendo. Él arregló la choza lo más que pudo y la ayudaba con la limpieza, buscaba las leñas y el agua al río mientras ella hacía las compras en el pueblo. Él había decidido que ya

.

que más le dolía eran esas palabras ofensivas y maligna

eran escuchados y su angustia no la dejaba pensar c

cuchaba como eco y las lágrim

pertó alterada con

fuerza. Estaba más alterada que las otras veces que despertaba de sus recurrentes pe

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