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Historia

Capítulo 4 Parte 4

Palabras:1221    |    Actualizado en: 03/07/2021

irección al hombre alto de ca

a este lugar. Lo encontramos vagando en los campos cercanos a esta regi

s? —Sam se acercó

racias a Tritón. —Acarició la frente del caball

rás. —Sam comentó con

, los Jones lo declararon muerto y se quieren

do—. Hoy mismo emprendemos el viaje, entonces. M

pió en la conversación—. Los Jones y los Delton enviaron a sus hombres a sus tierras y parte d

espetó apretando los p

zada. —Samuel explicó con tristeza y rabia en su mirada. Arthur se quedó helado. Esa chica y él se criaron como hermanos, debido

n nunca la amó, entonces. Si la hubiese amado no

ese tipo de abuso la hacía sentir impotente. Ella más que nadie c

as amarillas, que caían de forma parecida a los copos de nieve en invierno, regalándoles un hermoso escenario con un delicioso aroma a flores

mi lado, nadie podrá dañarte, incluso puedes convertir tu habilidad en un negocio. Yo te pued

lacer conocerte, Arthur. Solo les pido que sean discretos al salir de aquí y que guarden este lugar como un secreto. —Sam pidió con tono

. Él cerró sus ojos y levantó la fina tela, entonces dejó un dulce y corto beso sobre sus labios. Ambos se abrazaron con fuerza y Sam se atrevió a acariciar ese he

ron de verlo, las lágrimas salieron con toda libertad. Apenas se había ido y ella ya sentía la soledad pe

.

días de

tumbrado a su compañía en ese mes. Lo extrañaba y su ausencia dejó un vacío en aquel lugar y en su corazón. ¿Por qué le

scribía. Anhelaba ser libre de su pasado y sus miedos, de salir adelante y conocer el amor. Sería muy triste que pasara el resto de su vida sola y sin conocer la

shb

ujer, pero para su padre, ella era su niña pequeña aún y, para Samay, él era su vida. Su madre había muerto al darla a luz y su padre quedó tan frustrado con su

. Ese chico de cabello castaño claro y ojos verdes la examinaba con gran int

e ti. —El chico dijo con una sonrisa en el rostro que para Sam era la más herm

perventilar. Su padre se la llevó a la c

nes que aceptar si no quieres, a mí me haría muy feliz verte casada

toy enamorada de él, pero creía que no era correspondida; padre, saber que él siente lo mismo por mí me llena de felicidad. —Dos lágrimas rodaro

el fl

re las sábanas y a veces sentía que él se encontraba allí y hasta le hacía preguntas o le comentaba algo

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