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Historia

Capítulo 7 UN ALMUERZO PARA CONOCERLA.

Palabras:6005    |    Actualizado en: 13/07/2022

o, que no tuvo tiempo de pensar en cosas negativas. La agradable sensación de h

ez más. Por alguna razón que Liz desconocía, se había despertado más tempra

us zapatos de tacón, escuchó como alguien luch

so

sistido en que Liz necesitaba comer más y decidió que prepararía su desayuno todos los días ya que Liz no comía de forma volun

. Rio Liz al ver como la rubia lucha

frustración— En casa tenemos a alguien que se encarga de esto. Desde ahora en ade

optado por dormir en medio de la cocina, tomo el lugar de Maggie

ulinarias, podía preparar casi de todo, y unos

a viernes por la noche golpearon su mente sin ser llamados, dejánd

o Maggie al ver como el

ír. —Claro, es solo que me

y una sonrisa— ¿Y ese algo desagradable tiene nombre?

os. ¿por qué era

horrible tener que mortificarme tan temprano c

ando vivir aquellas cosas que no experimentaste e

uño Liz. — Dale de comer a Mila, el

a le pidió. Era gracioso molestarla, sobre todo p

comer o de lo contrario Maggie se la pasaría refunfuñando. Liz se sentó en la pequeña mesa para

oso que me preparaste— bromeó Liz,

tro. —No te burles, traté de hacer lo mejor que pude. Pero

ias por intentar h

ra por ti. —expresó Maggie

a. —parloteo Li

respondió Maggie, oc

tre ellas y ambas disfrutaban de la compañía de la otra. Maggie pasaba casi la ma

supo que era el momento perfecto para p

.— Liz alzó sus cejas rít

aquella insinuación. Liz observo la escena y su sonrisa se enanch

nta, tornó su rostro a un color rojizo, y

ie, y ambos, como en una película de romance, habían conectado d

domingo, optaron por ir al parque de atracciones, y por la tarde, un picnic en el parque más grande de la ciudad. Cuando la noche se hizo presente, por capricho de la Maggie, tuvieron una

ueron una buena distracción para Li

de aquella forma, y vio en Lucas una mirada que hasta el momento no había visto desde que lo conoció. Al parecer,

hecho planes para el sábado. Liz, toda somnolienta lo recibió y escuchó de sus planes. Se notaba que todo el plan estaba pen

as montaban todos los juegos, y por primera vez, Liz no pensó tanto en Gabriel. Se distrajo, olvidánd

as tuviera que irse debido a lo tarde que era. —Cre

tan emocionada respecto a los hombres, y

sta. Aunque para Liz, ese concepto le cau

mera vista, re

— confesó Maggie con un susurro y con un ligero rubor en sus mejillas. Liz, quien estaba pro

gro mucho por ti! — gritó Liz con un

Maggie entre aquella emoción

e ver? Ni que lo hubiera condicionado pa

cállate de una vez y deja que te agra

tó la mirada para ver la hora. Hizo u

unos mil e-mails. Sabe que me cuesta seguirle el ritmo cuando me dicta. —dij

n el ceño fruncido mientras

ndo comenzó

ejar a Liz en su traba

nsar en ver a su jefe y en como la hubies

>>, Le dijo su yo interi

su trabajo. Era consciente de que no había nada mal, pero sus manos parecían no entender la situación y continuaban sudando mientras que su corazón no dejaba de golpetear

iquiera debe recordar ese estúpido desliz.

ostumbre, estaba sobre pensando demasiado las cosas. Ya era hora de actuar

ría aún más eficiente, una sombra que solo se encargaría de cumplir su labor a la

censor descendieran lentamente, ir sola hacia el último piso. Pero al abrir las puertas de aquella gran caja met

un lunes en la mañana? >>Pensó la

ón y si cerraba los ojos deseando que al menos uno de ellos no estuviera allí, se haría realidad.

ra incluso pensaran qu

ismo, habló para aliviar esa aura de

aptando la atención de la pelinegra. Liz lo

ntestó a su amigo

quella escena que se desenvolvía frente a él como si fuera un

afectaba la ignorada del siglo que le estaban dand

iarlo de departamento para que sus interacc

mo deshacerse de Lucas, su mir

a —se lamentó Gabriel— ¿tenía que ser exactamente ella y el pasante

eso. Sus sonrisas no denotaban incomodidad alguna. Gabriel reprimió un gruñido de frustr

estar de mal humor

feliz si la llevara. También recordó que su hermana le había pedido que la acompañara a realizar compras, mas

í? ¿Tanto me odia? >>Se preguntó Gabriel al ver

o asustado, listo para correr en cualquier minuto. A la defensiva y con una actitud de

él. Ni siquiera le importaba que las personas se sintieran heridas si eso ayudaba a perfeccionar el trabajo. Pero

ersonas que no nos importa. La señorita Bambi puede lloriquear to

us pensamientos, quería verla sonreír. Más bien, quería ser la causa de esas sonri

aba respuestas, pero no sabía de qué forma preguntar. Y lo más importante ¿por qu

l ascensor sonó y las

a. —se despidió Lucas con una p

tro lleno de alegría—Hasta el almuerzo.

z había pasado se transformó en un momento muy incómodo, y

e Lucas no estaba para distraerla, no sabía hacia dónde mirar. Ni siquiera quería mover algún músculo. To

volviendo loca. L

e atrevía a preguntar si necesitaba algo. La sola idea de dirig

cas juntos, su capacidad para controlarse comenzó a descender. Su lado primitivo deseaba de

ambos dieron un pequeño brinco al escuc

cirle algo, pero las palabras no salieron de su boca. Por segunda vez

go. Instintivamente miro hora en el reloj de pared, ella venía a

en? —pregunto Liz

trago saliva. —Estoy bien, no e

peligrosa para su cuerpo, pero aun así no quiso alejarse. ¡Y benditos dioses griegos!, olí

o para sí misma. <

las personas normales. Los lunes era el peor día de la semana y si él no estaba molesto por eso

podía oler el aroma de su champoo. Gabriel se regañó internamente por lo atrayen

a regañadientes y con la elegancia que lo caracterizaba, se

dejó caer en su silla. Dejó salir un suspiro de alivio y decepción al saber que Gabriel no se encontraba cerca. Pensó en las múltiples reacciones vergonzosas que

uviera el valor de

su trabajo. Trató de concentrarse en su papeleo habitual, sin embargo, su

sus pensamientos, quiso quitarlos de su mente,

aba Liz. Se preguntó si acaso estaba bajo algún tipo de hechizo, ya que, para él, el comportamiento que estaba op

n. ¡Por todos los santos!, no podía pensar así de su secreta

las pequeñas carcajadas y el rosa de sus mejillas

de sus labios al ver lo

o bien que se llevaba Liz con el

e dijo a sí mismo. Después de todo, Liz no era más que una secretaria.

, la mirada de Gabriel se detuvo en el redondo y lujos

plan que consistía en invitar a la joven a almorzar

e la hacía tan de

mera diversión. Sexo casual y con reglas marcadas desde el inicio. Liz ni siquiera el tipo de mujeres con las c

retaria que recién había comenzado su segunda semana. No encontraba explicación a sus descabel

cretaria, ¿habría sentido lo mismo por otra mujer? ¿Podría otra mujer pr

con ellas, ¿Qué tiene ella de difere

ue estaba teniendo con respecto a Liz, una joven de la cual no sabía nada, de la cual solo estaba encandil

las mujeres lo habían perseguido, lo habían deseado, nunca le faltó compañía. Si

os, debo ser racional. —se dijo

e a él. Debía ponerle un alto a todo lo que estab

ento. Si iba a pensar, debía haberlo con la c

atención debido a su peculiar forma de ser, s

el actuar de las mujeres. Eran calculadoras, manipuladoras, excelent

sa belleza inocente era solo una máscara, aun así, el necesi

scritorio y salió en busca de su secretaria. Estaría a punto de

bresaltó al ver a Gabriel frente a ella, obs

ta algo? — t

go. —respondió Gabriel con

ió el ceño, extrañada ant

escuchar una segunda vez las palabras dichas por

e notaba

orita Tyler, deseo q

comenzaba a apoderar de su cuerpo. Con el dominio total de sus emociones, Liz adoptó una mirada neutr

ba almorzar con usted, no estaba haciend

? ¿podía ser más cabrón? A Liz se le escapó un bufido de indignación. ¿Cuál era su

amable. ¿Acaso en el vocabulario de Gab

mativamente a la petición de su jefe, pero es

e aquella invitación. Si su deducción final no estaba errada, él tenía la intención de aclarar lo sucedido, decirle que había sido un desliz que jamás s

iría que era una secretaria incompet

en su garganta. Evitando la penetrante mirada de su jefe

o de Liz. Frunció el ceño y se preguntó internamente si era correcto hacer esto. Quizás ella no quería estar a solas con él, quiz

racional se negó a dejarla ir. Debía de averiguar qu

jo Gabriel mientras esperaba a la

sconcierto y su creciente miedo a ser despedida. La joven estaba abs

uy importante que contarle. Liz sonrió, tecleo una rápida

elevador e iniciaron su marcha hacia las afue-ras de la empresa. Liz p

ompañía cuando por la mente de

a ido a bus-car a su oficina. Saco nuevamente

ndo a almorzar con el CEO

obrehumana su celular. Por sus expresiones dedujo que l

en su rostro al imaginarlo comi

ando lo miraba de reojo. El no parecía notar s

ro de póker. Él se había dado cuenta de que todo el edificio los había visto salir juntos, pero no le imp

a como si los ojos de Liz lo llamaran, así que, sin da

un verde atractivo, no sabía clasificar exactamente el color de sus ojos, pero si

Te daban ganas de mirarlos para siempre. Como si al verlos, te sumergieras en lo profundo del mar. No obstante, dentro de ella aún que

e la joven se produjo un vacío al darse cuenta de que a

e la acera, impidiéndole llegar a su destino final, aunque, de alguna for

plan de

, por otro lado, deseaba saber el motivo por el cual la llevó a almorzar. No lo veía propio de él. No lo imaginaba almorzan

r que su jefe se había detenido de pronto. Habían caminado tres cuadras,

uerzo siempre conducía a su casa ya que solo estaba a diez minutos de la oficina, o a veces iba a beber un café a la cafetería de la esquina cuan

casa, no aún. Estaba comenzando a pensar que todo esto era una mierda de plan. Se

— Interrumpió Liz al ver e

s de Liz veían. Era un local de comida rápida. ¿En ser

algo muy corriente? — el desconcierto de Gabriel

comida rápida. Ni siquiera se hubiera sorprendido si le pedía algún restaurant caro y s

donde comer, y sin esperar que Gabr

el mismo en ellos. Gabriel esperaba no quedar impregnado con el olor a frituras, m

abierta en la parte superior del gran ventanal, ya que desde aquel ángulo podía deleitarse con el

mundo de la comida chatarra a Maggie, esta insistía en salir a comer a este tipo de sitios. Además

Gabriel mientras observaba el local. Era evid

ía, pero aun así los lugares no carecían de clase. En comparación, este lugar se miraba un

las paredes, y sobre los cuadros de estilo retro qu

lla se veía a gusto y con una sonrisa de agrado en su rostro. Al ver lo bien

nto? — pregunto Liz con tono de burla. Por

. Con la gracia que solo Gabriel poseía, tomo asiento frente a la muchacha.

e mi invitación ¿verdad? —hablo

reprimiendo el impulso de

o sus manos sobre mesa como si estuviera negociando. —¿Qui

har la sinceridad de su voz, no

ándola a los ojos—No la invite para despedirla o para recriminar su trabajo. De hecho, estamo

r las palabras de Gabriel. Para ser un Ceo de r

a que ella no sería tan ilusa como para creer semejantes palabras que ni siquiera el sentía reales. No podía ser tan direc

ntira. Esta rea su segunda semana y en ningún momento se había preocupad

hizo algunas preguntas e incluso me dijo que no era necesario expe

. Lo que deseo saber ahora son cosas más personales. Necesito comprobar que la persona que trabaja para mi e

berlo acompañado. Ya resignada ante la situación,

saber de mí? —respondió Liz s

da estaba resultando mejor de lo que esperaba. Por fin

e Liz sólo era otra mujer que no poseía encantos hechizantes y que

tirse atraído hacia el

espe

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