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Historia

Capítulo 6 Mi mente no descansa

Palabras:1206    |    Actualizado en: 25/10/2021

. Mi mente

isabuelo Philip y luego de ello me acompañaron Brox, Morris y la hermana de Morris, Gretel, a u

vetusta camioneta Ford en el garaje taller. La anciana Etsabel no se detenía en sus quehaceres domésticos, pese a que contaba con una sirvienta en la casa principal. El resto de mis parientes trabaj

p y su hermana, además de Sonya y Basegat. Allí vivían también Brox y Morris en sus tiempos de soltería. En las tres casas del sur, frente a la playa, habitaban por orden respectivo, un hermano de mi bisabuelo Philip llamado André, conjuntamente con una hija algo

te último personaje haré un aparte, pues un extraño suceso relacionado con él ensombrecería de modo ostensible el jolgorio de mi primer día en tierras jamaicanas. Primero explicaré que al final de rec

a, con puertas de madera igual de pesadas. El cuarto que me dieron era un enorme espacio de cuatro por cinco metros, en medio del cual presidía una cama talla Extra King, blanda como la espuma, sobre u

hubiese poseído. Así quedé por un rato, bailando lento al ritmo del reggae, replicando la voluptuosa voz de Bob Marley, convencido de que el paraíso era solo eso, música vibrante y vitalizadora. De hecho acabé empapado en sudor después de una ho

na, era la del ya mencionado señor holandés. Un anciano de piel lechosa y espesa cejas blancas, aunque de compostura recia. Cuando abrí las cortinas vi a través del

a el día siguiente. Sacié con ello mi apetito vespertino y luego me lancé a la cama con la idea de hacer un pacto con Morfeo y dormir tres días s

través de la cortina que el anciano holandés se dirigía con premura a la puerta principal, seguramente a responder una llamada. Me quedé mirando para ver quién lo visitaba y vi entrar a una pareja de jóvenes, un hombre y una muchacha. Su manera impetuosa y gesticulant

en modo alguno. Entretanto que lo seguía intentando vi que el holandés levantó los brazos como si se rindiera y entonces los visitantes lo soltaron y todos se estuvieron quietos de repent

ja abandonó entonces la casa y pude sentir el rugido de una motocicleta afuera por lo que deduje de ello que ya no habría modo de alcanzarlos. Finalmente l

l vecino holandés solo se asomó un segundo para mirarme con expresión huraña y a seguidas cerró las ventanas del salón y corrió las cortinas delante de mis narices. En vista de esta acri

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