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Historia

Capítulo 4 Visita Inesperada

Palabras:1421    |    Actualizado en: 04/11/2021

rando el mar, tomando una caminata, saliendo a trotar con Teo, admirando desde un r

de en la cual el gustaba de dormir, era tibia y suave, en pocos minutos ya estaba dormido plácidamente, Juan Carlos después de un baño, se hundió en sus cobijas, por más que daba vueltas el sueño no acudía. Cada momento de aquella escena en casa de Naomi la tenía grabada, los ojos profundos de Ani, su perfume tenue pero exquisito, r

recía a Naomi, pero era imposible por ahora. El motivo en si no

charlas, las piedras se lanzaban con suavidad, podía decir que eran chicas, pero sonaban en coro, así que decidió encender su lampara, s

n de noche, tomo una camiseta para cubrirse, quitando los ce

el teléfono en casa, lo noté mientras limpiaba, así que te lo vine a devolver, no ha para

a palabra, le

ía loco. Ella sacó de su mochila el teléfono, lo sostenía en sus manos. Le hizo pas

ho de su originalidad, eso le sorprendió gratamente, ella se acomodó en el cómodo

lo vine a traértelo, en verdad quería

as-dijo el señalando la vista desde allí -El aire, querías tomar aire, yo e

fé? Le ofreció mientras caminaba hacia la

taría con un

o torta.

te tu trozo en casa, así que agregue otra porción- ¿no te gustó? -creo que, por tus ojos, y

egustarla nuevamente -en unas horas nada más-

os un delicioso café con leche, y

esta

unos muebles, el amplio mesón en mármol italiano era de una exquisitez única, luego las sillas que hacían to

s miradas, era una hermosa cocina, ap

hermoso, algo que llamó su atención fue una antigua radio que lucía perfectamente en

ines crema y bordó con unos toques en su

taban de un gusto

de como el come

dad es que tienes

tu casa es un

cho mejor en ocasiones, que aquello de pasar días, meses, intentando realizar algo, al final nunca podías lograrlo, muchas veces le había sucedido, sabi

amilia, su sueño era ir a Italia a un curso en el verano, e

endió el porqué de su pasión por los postres, y a juzgar por su torta era toda una estrella del sabor. Tomaron ca

manilla rosa que traía se fijó en la hora, doce de la noche pasadas, se colocó en pie, era hora de marcharse. Juan Carlos se ofreció lle

no una copa, varias, yo diría que más de tr

lado- no creo que la bici se

rio, es cerca, un

ansa un poco en mi estudio, hay un sillón cómodo, a la

inas, yo aquí durm

esposo en casa

ue me espere en casa

asada de copas y vaya a ser un escándalo. - así que te

eno, estaría bien, creo que lo hace un t

e imagino que no están buscándote por

Seguro que no es

que te quedes, de lo contrario, estaría re

eño se fue, y al igual que su vecino no llegaba. Se paseó el amplio estudio mirando el gran balcón, tenía unas cómodas poltronas de descanso acogedoras e irresistibles, se quedaría allí

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