curi
resolví, bien que mal, como le dije. Después seguí, y en la línea de mi
mpensa personal, sin que ganara nada con mi esfuerzo por esa idea, vaya; pero sacrificarme sin tener al menos la certeza de que aquello para lo que yo trabajaba existiría un día, sin que la propia idea ganase con mi esfuerzo, eso era un poco más fuerte… Desde ya le digo que resolví la dificultad por el mismo proceso sentimental por el que resolví la otra; pero le adviert
on la exposición, no porque no coincidiesen, sino porque nunca habían visto las cosas tan claras, ni las aristas que estas cosas tienen… Pero finalmente coincidieron todos… Todos íbamos a trabajar por la gran revolución social, por la sociedad libre, ¡ya quiera el futuro justificar
aba otra vez apagado. De repente tuvo una leve sonrisa y, con el aire de quien llega al punto import
. Quiero decir que, después de algunos meses de esta propaganda, comencé a reparar en
mediante cualquiera de los cuales se contribuyese a destruir las ficciones sociales sin perjudicar, al mismo tiempo, la creación de la libertad futura; sin perjudicar, p
ura de nuestra propaganda, de la que le estoy hablando, descubrí algo. En el grupo de la propagan
reaba
Unos iban insensiblemente para jefes, otros insensiblemente para subordinados. Unos eran jefes por imposición, otros eran jefes por maña. En el hecho más simple se veía esto. Por ejemplo: dos de los muchachos salían juntos a una calle, llegaban al final de la calle y uno tenía que ir hacia la derecha y otro hacia la izquierda; a cada uno le resultaba conveniente ir para su lado. Pero el que iba hacia la izquierda le decía al otro, "venga ud. conmigo por aquí"; el otro respondía, y era verdad, "Hombre, no pue
ay de extraño en eso? ¡Eso e
grupo al cual no se le había confiado la solución de ninguna cuestión grave o la decisión sobre cualquier asunto de importancia. Y fíjese que ocurría en un grupo de gente que se había unido especialmente para ha
fi
ierto punto, aunque menos en nosotros, que combatíamos esas ficciones, que en otras personas: pero en fin, vivíamos en medio de una sociedad basada en esas ficciones y no habría sido enteramente culpa nuestra si no hubiéramos podido escapar del todo a su acción. Pero no era eso. Los que mandaban a los otros, o los llevaban hacia donde querían, no hacían eso por la fuerza del dinero o de la posición social o de cualquier autorid
l. Ponga a ese grupo encaminando sus esfuerzos, como el nuestro, hacia la formación de una sociedad libre. Y ahora dígame si a través de ese c
es muy
ay aspectos secundarios muy curiosos tamb