entación, sus curvas un peligro total. Kim Stewart era la princesa del Norte , hija del Alcalde de Venie, todo lo qu
ado y sus ojos color cielo la llevaban a ese mismo lugar, al cielo. Su perfume lo hacía cada vez más deseable, su seguridad la a
no evitó que al hacerlo saltaran chispas y quedaran encantados el uno con el otro. Porque sus vidas se cruzaron de la