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Historia

Capítulo 2 Capitulo Uno

Palabras:1458    |    Actualizado en: 25/01/2022

aquello. Seguramente me lo había dejado allí ya que hoy debería bailar con algunos jóvenes hombres adinerados para poder continuar

mechones a mis costados, me gustaba. Coloque los aros con cristales que había heredado de mi madre y me concentré en busca de unos tacones no tan altos para ir a pasear al centro de la ciudad a comprar algunas cosas que necesitaba. Terminé de maquillarme y ya me encontraba en los pasillos de la casa, en cada esquina había una foto de mi

a los piel oscura sigue siendo una tortura, pero a Marisa la tratamos como

rca a la mía. No, no era en un piso debajo de la cocina como en otras casas con criadas, la tratábamos como una persona más. El racismo era muy grande en la ciudad y si, también utiliza el mism

Tu? - Sonrió con su dent

presentará a alguien. - Siguió lim

sayuno era una trampa! - S

en tu plan? ¿No h

i. - Su mirada se v

r complic

lo que quier

ir a pasear a buscar los alimentos de la lista.

azul Mari! - Escuche su risa al

nos patos y cisnes. Camine hasta chocarme con el Duque, un recuerdo golpeó mi mente, es él a los dieciocho años, teniendo dos años más que yo pidiéndole la mano a mi padre en su le

ra. - Hice un

ue Beaufort. - Muest

igo no necesitas

brarme a cuando ya te encuent

ro una dama. - me observ

con un cabello castaño bien cortado con sus ojos verdes esmeralda. ¡Además era un Duque!. Realmente no merecía qu

a cuando estés lista. -

ebo irme a hacer las compra

observé a mi madre afuera del café de la

había pedido Marisa y mi madre. En realidad las compras las hacen normalmente las criadas, pero a mi me gustaba elegir los alimentos y le quitaba un poco el trabajo a mi amiga, que ya bastante tenía. Las personas aquí ya me conocían y no me trataban mal, la mayoría eran personas de bajos recurs

er y quitar dolor, también Caléndula para desinflamar y quitar dolores y por último Lavanda para calmar y relajar. Su vestimenta blanca y la cruz roja en su espalda me a

algunas dudas y tú puedes ayudarme. - Ella me observó y

illa. - Dime Eleonora, que es que tanto me observas, ¿Qu

mi intención molestarl

que me preguntes lo que necesite

ser como tú. - Su

dre le habrá dicho algo?. Asentí en forma de saludo y me di la vuelta para ya regresar a casa. - Es

o en estos momentos. - Su

a que pidan más enfermeras en combate. - Mi corazón comenzó a latir fuertemente

ero! - Ella ríe, mientras la suelto

ien antes de irte. - D

e mi entrecejo

pasillo mientras me quedaba quieta allí.

etalles de su corta vida. Admiré a Clarisa, era muy conocida en la zona y conocía prácticamente a todo el pueblo, era de las mejores, sus arrugas recién comenzaban a aparecer y su

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