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Historia

Capítulo 3 Lo intento

Palabras:2725    |    Actualizado en: 12/02/2022

vantarme y subir a la báscula, vestirme, preparar algo rápido para almorzar, sobre todo lig

iento a todo el que entra en el andén, también me fijo si ello

as probé bocado y siento hambre, no creo que un elote cocido tenga las suficientes calorías para que engorde. Me gusta comerlos

a y ríe, deja un camino por el pasillo de agua y granos de elote ¡Qué más da, todo se pued

o amor. Tú tampoco deberías de c

acar mi frustración, y luego tirarlas directo a la basura. A veces, siento que Demir me trata como si fuera la mujer más gorda del mundo; como si mi sobrepeso fuera tan grande que ya no cupiera en la

puedo estar con mi hijo todo el día, sentarme a su lado mientras él juega en su bañera,

a Demi, se mueve y no deja

las vaya a tragar. Una vez completa la caminadora, mi esposo sugiere que suba y ande cinco o diez minutos. Subo ansiosa en la cinta y empiezo a trotar rápido; en menos de un minuto estoy tan agitada que no puedo respirar

ra vez; un minuto no es nada, cinco o diez para empez

porque no hago ejercicio. La caminadora es demasiado para mí, quiero gritar ‹‹¡me rindo!››. Escondo mi frustración ante Demir que me mira de lejos. Comenta que las esposa

be dónde conseguir el polvo para hacer malteadas, se alegra de mi decisión y comenta que debería seguir usando la caminadora

ntación. Una malteada es lo único que debo tomar por las mañanas; para la hora de la comi

para ir al trabajo. Visto ropa de oficina. Mi uniforme es un traje sastre de un color diferente para cada día. Demir ya está frente a su computadora. Su cabello es rizado y lo mantiene muy corto. Unos simples jeans de mezclilla y una camisa de manga cor

s que he cambiado y qué s

Demir sin prestarme mucha atenció

l cumplido —añ

lo —dice y vuel

ería. Antes de salir de la casa, dirijo mi mirada hacia el espacio donde está la caminadora arrumbada. La utilicé

incomodo sentir siempre un hueco en el estómago. Voy a

e me antoja una coca cola bien fría. ¡Qué bien se siente estar ll

leto, las horas pico son un infierno y el lugar es pequeñ

r, lo levanto y lo lleno de besos, le digo

o y tira mi mano—, vam

, amor, ve tú, en

or y frijoles cocidos; preparo las dos cosas, atiendo a mi hijo y le sirvo a Demir. Se siente muy bien ten

no vas a utilizar la camina

e ver que no bajé me resigné y mandé arreglar los uniformes con

to—, ya lo sé, todos los días me mi

los platos, y hasta maldigo cuando se me resbala

o buenas noches a Demir. Arropó a mi hijo y lo beso, luego voy mi recámara. Me acuesto y hundo mi cara en la almohada. ¡Soy tan desdichada! Era más feliz

Su camisa desapareció y mis manos ya juegan en su pec

me juro en el altar, sus caricias el deseo que le provocaba. Mientras hacemos el a

e dice bonita. Trato de borrar de mi mente todas sus palabras en cuanto salgo al

ro no me funcionaron. Unté en mi cuerpo gel reductivo. Tengo cinco fajas que solo apa

mar a su oficina, me felicita por mi desempe

le a tierra mojada. Sonrió discreta pues voy sola por la

o de nada, abrazo a mi hijo, lo beso

cea Demi—, con

abeza y aunque guarde silencio se siguen reproduciendo. El cerebro es como una grabadora. Quisiera que a Demir le importara más lo de dentro que lo que ve por fuera, pero no es así. Le importa mi apariencia más que nada en el mundo. Sirvo dos pla

e carne en el tenedor—. Me gustan las mujeres delgadas, cariño. ¿Por qué no vuelves a hacer d

a en paz?! ¡Es qué no soy la misma mujer con la que se casó! Cierro las manos con fuerza y mi cuerpo se pone rígido. Empiezo a le

y me subo a la báscula; mi peso va

ionista, ahora tengo mi propio escritorio. Navegando en internet encuentro unos ejercicios muy simples y

etiro el sillón y pongo una alf

gar? —me pre

va a hacer

l Rayo Mapin, mami,

mi hijo. No puedo decirle que no, que necesito

favor atender al niño en lo que yo realiz

—me contesta—, permíte

›, nadie llama para algo más. Tomo asiento un momento al lado de mi hijo y acarició su cabeza hasta

ón, en la vida real son imposibles. Estoy empapada en sudor, agitad

alizarlos correctamente, me engaño a mí misma contando de dos en dos y diciendo terminé c

. Voy al baño y subo a la báscula, mis ojos no me engañan, me muestran la triste realidad. ‹‹Me rindo››, no puedo más, lloro de desesperación y de rabia, golpeo la pared y maldigo por tener el cuerpo que tengo ¡No e

querer así, mi amor? No

cerca lo suficiente para abrazarme—, tienes que echarle más ganas. —No me abraza, sigue su camino hacia el b

ideo, aunque lo miré lo hago mal. Me esfuerzo y sudo tratando de hacer flexiones para gordos; mi corazón late acelerado, reposó cinco minutos y doy por terminada la sesión. No me doy cuenta de la

nudo y puedo apreciar su delgado cuerpo. No hay músculos s

o he bajado —digo y me levanto—, peso l

go del closet un camisón y lo pongo en mi cuerpo desnudo. Miro a Demir despierto, revisa alg

or —digo y me meto

a la piyama. Yo apago la luz... hacemos el amor en silencio. Mis kilos de más no

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