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Historia

Capítulo 3 Un nuevo comienzo

Palabras:1268    |    Actualizado en: 06/03/2022

hacer compras el domingo, así no tendría que preocupa

ñarse y colocarse un traje sastre, s

empleo, era algo bueno, no se podía dar el lujo de gastar en taxis, al menos,

no siempre los hijos querían trabajar en lo mismo que sus padres, para ejemplo, el de ella. Había querido ser chef

nte– querida, pasa, te estaba esperando, Ally me hablo mucho de ti, ella es tan enc

bién recibió consejos para conseguir cerrar las ventas, era intere

le había alegrado, mañana sin duda lo haría, hoy ya traía su almuerzo, así q

me un poco de fruta, la historia era de suspenso y misterio, Pretend you don't see her de Mary Higgins Clark la había atrapado desde el primer momento

la echa al hombro y comienza a correr, no q

o necesitaba trabajar, su padre le daba considerables cantidades de dinero,

asiado rápido, apenas le había dado tiempo de reaccionar

ntud con tanta energía –

r en la esquina, si no tuviera los reflejos que t

sa manera –dice palmeando su hombro, deja

l bar –le sonríe al hombre, a é

ajaba de barman, le gustaba mezclar y crear, más que infligir miedo a los otros, pero lo hac

tía, la cual se había hecho cargo de él desde adolescente tras la muerte de su m

–se encoge de hombros comenzan

aba su madre, era uno de sus muchos admiradores, sin embargo

abro toda la semana –dice viend

s, le gustaba tomarle el pelo, sabía que para eso tendría que cocinar o encontrar un cocinero,

ención, eran los empleados de bienes raíces, una de las chicas agitaba de los hombros a su vecina, esta parecía incómoda,

cluso parecía que era otro empleado más–, vamos a festejar la primera venta de la novat

a tan rápida –dice su socia,

ce ella en voz baja, había servido 8 caballitos, me acerco con la bandeja en mano y los coloco con cuidado, así

s decir que le gustaba, pero no quiso con nadie, ni siquiera con nuestro

nto americano –dice

ado –dice otro, ella se remueve incómoda, podía notars

iéndose de hombros, todos ríen y niegan a

uedes pedir otra cosa –dice E

rles otra ronda–, disculpa, ¿te puedo pedir una piña colada s

ían entretenidos en sus móviles, pero ella jugaba con la correa de su mo

–pregunta uno de los chic

no?, y bueno, aquí estoy –sonríe con timidez, le daba vergüenza contar la verdadera razón, seguro pens

seguro que guardas más trucos ba

dejando la piña colada

lma su bebida, conforme pasaban los minutos, ella comenzaba a relajarse,

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