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Historia

Capítulo 5 Talento natural

Palabras:1650    |    Actualizado en: 19/03/2022

ho, abrí mis parpados, estaban pesados, me había quedado dormido, ya no tenía tubos conec

peramos fuera

la mía había volado por los aires para des

nco con cristales azules, detrás de la mesa donde estaba conectado a

la para bajar de la camilla, el piso estaba frío; como las paredes, era de un tono gris, me hacía pensar que era transparente, como todo en

e, porque sabe que todos nosotros somos un solo organismo, todos nosotros hacíamos esto posible y nos ayudaba a mantener el equilibrio, era por eso que

rio perfec

éndome saltar. Eso era absurdo, era solo una metáfora del

na voz, una voz en mi cabeza clara y dulce. Tenía el

urdo, u

su

ar voces en mi cabeza y empecé a ponerme el uniforme, un traje completo verde pastel, verlo prestándole demasiada atención hacia q

ultando la playera blanca. Me acerqué al armario blanco y saqué un par de botas y mi daga, solo quedaba una, como

uras como las botas, debía anudarlas, pero mi mente estaba en blanco, tomé cada ext

n las botas, me esperaban, no podía perder el tiempo con algo así, seg

ma cada extremo de una –así lo hice–, ahora pasa una debajo de la otra, después pasa las jaretas sobre tu tobillo a la altura del segundo agujero de la

ara el segund

udo del moño ¬–dije al mismo

nos segundos la voz del cansancio logro hacer que me sintiera con alguien más en la habitación. Hice lo mismo con la otra bota, olvidando co

salvo que en el pecho tenían una medalla, indicaba que ya habían terminado la academia y

e podía ver los rostros de los soldados que habían pisado esa academia, edificaciones de antes, cuando los humanos

ado que estaba vacío a simple vista, pero tenía justo en el centro unas escaleras en forma de caracol, eran tan bla

co sonido era el de nuestros pasos, cuando estuvimos al pie de las escaleras, los sold

r a la academia Utopía, tenemos el honor de esco

abeza y empecé a subir,

so era más blanca que las nubes, si la mirabas por mucho tiempo te cegaba su pureza, parecía

de los soldados– cuando cruce esta pu

frente a la puerta mis rodillas flaqueaban, no sabía si lo estaba. Uno de

do como usted, y, lo más importante, su temple, ese que le brindó seguridad

ho. Solo la lluvia cayendo sobre mí y los gritos de un soldado pid

dos brillaba con orgullo–, nunca nadie había termin

nto n

smo, lo había conseguido, tal vez ol

s: “estoy listo” y las puertas se abrieron, convirti

bía sol brillaba como si el sol le estuviera pegando, la segunda era azul, azul como el cielo incluso más p

za, pero esta vez estaba esperándola y ansiaba atento q

me había olvidado de ellos, estaba

la que sea? ¿Q

s, –Debe elegir la primera que se abra una vez qu

si elijo

e –sonreían con paciencia, pero

emitió un chasquido, miré sobre mi hombro esperando ver a los soldados indicándome que entrara, nada, es

resignado por tener que ir a la amarilla brillant

rta azul, pu

od

é el pomo, se sentía ardiendo ba

on un paso atrás –Aquí lo estaremos e

ra ser sorprendido con miles de personas, vestían vestidos y traje

as de todos, su barba tenía matices rojos y verdes, sus ojos eran dos cuencas moradas llenas de aso

e pierdes habla en voz alta –sonreí, su voz me daba paz, tanta que no m

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