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Historia

Capítulo 2 Nosotros pecadores

Palabras:2497    |    Actualizado en: 29/03/2022

e ella me hubiera

su grandiosidad efímera

osa, sin haberme

ltima

lma… Si fu

ajo Dios, y me dijo que

a Dios que ya

voz y me dormí p

illo catorce. Se había despertado varias veces en la «noche» y le costaba dormirse otra vez… Tenía el libro robado escondido bajo la suav

mo negro, filtrándose por sus fosas nasales ha

mirar ba

la cuenta de las horas por su inexplicable insomnio. Se levantó colocando las planta

vantó tan alta como ella. María gritó desgraciada, cuando su padre Eduardo abr

—La miró con una sonrisa—.

charco negro. Mamá trabajaba en el segundo reactor durante la noche marciana, así que su padre la aco

ina de acero del módulo,

es n

os y la sonrisa enmarcada en los surc

a

la com

ón. Las luces se apagaron y María quedo sola en la oscuridad… Escuchando la débil

n desgarro… María gritó, desesperada, implorando que parará, que le dolía mucho... Pero aquello no acabó hasta q

e como una tenaza ardiente… Cada vez que su madre iba de guardia al reactor, su padre abría la compuerta con un silbido de descompresión. María

espués de usarla le hostigaba con amenazas cruentas. María se sentía sucia y empalagosa cada vez qu

les enseñaba matemáticas, anatomía y ciencias. Los entrenaba en dinámicas de grupo para el desempeño óptimo en el refugio, pero… Había muchas cosas que la IA ign

ro era desconocido para los otros jóvenes, como si estuvieran aislados de aquello esencial… Supo que er

treinta y tres. Pero antes, su madre Elena había estado en su despacho, fue a buscar a su madre encont

que narraba y terminó escondiendo el corrosivo texto para fines malévolos. La primera vez que lo leyó, no lo entendió por su complicado lenguaje.

r lo que era «correcto para los jóvenes»… Un filamento de la barrera la envolvía desaparecía, y estos filamentos cada vez eran menos; separándola de los otros ignorantes… a través de un grueso cristal

recién llegados del otro planeta. Pero últimamente casi ni hablaba y le hacía preguntas incómodas a la IA, preguntas que los demás no

la IA ante el descontento de los otros. Antoine era

ía a la pared de metal respondi

sta no está

a falso… Había cierto auto desprecio en formular aquella pregunta. Jeremí

tu pr

en el planeta rojo eran altos y menudos por la poca gravedad, tenían huesos frágiles y

podrías

do su revoltoso cabello castaño—... Ven

demos estar solos—recalcó

lo va a

terminaron, María tomó de la mano a Jeremías y juntos caminaron desde el pasillo veintidós al pasillo catorce, el joven se quedó largo rato mirando al pasillo trece, espera

poco para la hora del almuerzo en el comedor, así que debía hacerlo rápido. En su habitación estaba la cama de goma

er? —Preguntó el jove

ebes respo

en el pas

e como si María lo hubiera abofet

lo pued

IA sobre matar, en frente de todos

levó las mano

sabías. Sólo quie

rió en el pasillo trece, por qué los adultos miran a ese lugar con desagrado y por qu

ó. Era eso entonces, habían asesinado a la do

ía con los ojos adoloridos, s

negó con

la cue

a se tambaleó y se sentó en la cama de goma junto a Jeremías, él le pregunto el por

é alguie

ordiéndose el labio—. Pero también

somos la Generación de la I

diferente a los llegados de la Tierra. Son muy inteligentes y pragmáticos, son como máquin

privando d

tros compañeros. Cosas cotidianas q

ómo

los ojos

ra lo

había imaginado y… estiró los labios hasta tocar los del joven con un cosquille

é fu

se rub

mucho

tu cara se

scompresión atmosférica. Eduardo

hace

pies. Jeremías escondió el libro en una es

ad

ueña aventura con Jeremías. El joven se fue ante una mirada acusadora… Su padre vestido completamente d

preguntó Jeremías esperán

cturno del segundo reactor había terminado y el laboratorio de carnes cultivadas cerró su

retando los dientes—… L

s trag

oría era sobre un pueblo en la Tierra con muchas ocurrencias fantásticas. Cuando

ndo las puntas del cabello, pero terminó ocultándose bajo las sábanas… Una respiración dificultosa agit

soy un genio. ¡Es muy estresante estar todo el día al pendiente del reactor desde que me asignaron el cargo! ¡Una falla y todos morimos! —Su padre se quitó los pantalones, María

hojalata olía a hierro frío… Calló, nadie podía salvarla del monstruo que la engendró. Las luces blancas parpadearon en el instante en que el monstruo de

va corriendo por su mandíbula, cada palabra acompañaba una embesti

tiró la mano y se pinchó la palma con las tijeras afiladas y puntiagudas, intentó quitá

eran altas y delgadas… y anunciaban b

tera caía sobre ella. El hombre se transformó en un demonio negro de ojos espectra

destruían su alma y envenenaban su cuerpo. Escuchó una voz, una petición del ser bajo la cama

rdo cayó al suelo temblando, sus ojos saltones miraban el techo, al estremecerse. Aquello que la hacía humana h

át

scuchaba muy lejos per

n pegajosas… y gritó… La habitación quedó a oscuras y las manos negras se cerra

pecadores a la hora

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