La mañana estaba pasando muy lentamente, y aunque Nora y Kiryl estaban inquietos, Alicia estaba tan concentrada en la conversación con Mary que no les ponía mucha atención salvo cuando saltaban a su regazo y ella aprovechaba para acariciarlos.
—Lo siento, amiga. Pero para serte sincera es que no hay nada que contar... me hice bola —respondió Alicia cuando Mary la interrogó sobre lo sucedido.
—¿Qué?
—Sí, la mente se me hizo bola. Todo lo que teníamos planeado comenzó a parecerme confuso, proyectos que parecían no ir a ninguna parte; me sentí estancada a su lado y todo lo que decía me parecían pura palabrería. Hasta deje de entenderlo; lo veía por las mañanas y dudaba, todo lo que hacía me parecía nefasto, incluso en el sexo, las pocas veces que lo teníamos, comenzó a ir todo mal. Antes de darme cuenta nos habíamos convertido en compañeros de piso y no en una pareja. Me frustre mucho porque no sabía lo que me pasaba, no sabía si era él o si era yo… y a veces aun dudo si hice lo correcto, o si tendría que haber seguido peleando por la relación.
—Alicia... ¿Cuánto tiempo estuviste así?
—Al menos el último año antes de terminar.
—Y no dijiste nada.
—No me sentaba bien hablarlo, no hasta ahora supongo. Sentía un vacío en el estómago cada vez que pensaba en contártelo; culpable, por lo que me pasaba y por como actué, tratándolo cada vez peor y distanciándome poco a poco sin dar razones, porque a la vez yo sentía que él tenía que darse cuenta ¡era obvio lo que nos pasaba! Era obvio que algo no iba bien… creí que era obvio.
Hizo una larga pausa, viendo acongojada hacia el vacío, mordiéndose el labio mientras sus ojos se humedecían y le costaba un poco mantener la compostura
—Amiga…
—Es como si… —Alicia exclamó repentinamente, pero tan rápido como hablo se quedó congelada.
—Es como si… ¿Qué?
De nuevo se quedó callada, pensando lo que diría y haciendo tiempo para que su voz dejara de temblar.
—¿Tu pensaste que te casarías con Antonio apenas comenzaron a salir? —rompió el silencio, un poco más tranquila.
La respuesta de Mary fue la evidente, una sonora carcajada que oscilaba entre la incredulidad y la confusión; confusión que se disipó al ver a Alicia con un rostro serio esperando su respuesta.
—Perdón. Ni siquiera estaba segura de sí salir una segunda vez con él.
—Vale, pero en algún momento te enamoraste ¿no? Y es más, en algún momento supiste que él podía ser tu compañero para mucho más que bajar la calentura.
—¿A dónde quieres ir, Alicia?
—¿Y que tal si te hubieses enamorado de Antonio pero te resultara imposible imaginar un futuro a su lado? ¿Qué tal si la actitud de Antonio te desesperara porque siempre se queda en su zona de confort?
Mary se quedó en silencio mirándola, bebió un sorbo de té y suspiro lentamente. Alicia no espero a que contestara para continuar.
—Es como si… lo quiero, en serio lo quiero, hasta lo amo, pero no veo un futuro a su lado. Y me dolió terminar, me dolió pero es que yo no sentía que pudiese seguir con él ¡yo sabía que no quería estar con él para siempre! Aunque fuese lo obvio, lo lógico, lo que se esperaba. Supe que no quería estar con él… si iba a ser así.
—Te entiendo —intervino al fin, sintiendo como Alicia se ahogaba y se aproximaba nuevamente al llanto—, la verdad no tendrías por qué haberte sentido culpable; no tendrías que sentirte así ahora, que hablas con culpa aun… ya, Alicia, tranquila, llora y suéltalo amiga, suéltalo.
Mientras Mary hablaba, Alicia se había quitado los anteojos y dejó que las lágrimas brotaran. Así duro un momento, y Mary, en silencio, la observaba con una mirada comprensiva. Eventualmente se calmó, respirando profundo mientras secaba sus lágrimas con un pañuelo.
—Lo siento, amiga —una pequeña risita salió de ella— he llorado más en estos últimos días que durante los cuatro años que estuve con Saúl.
—¿De qué te disculpas? Tonta. Sabes que siempre podrás hablar conmigo.
—Gracias, te quiero… eche muy en falta poder celebrar lo del millón de seguidores contigo, amiga, y ya falta menos para mi cumpleaños. En serio me haces mucha falta. Tú y los demás chicos, Alonso, Luisa, Julio… y Tatiana. Todos me hacen mucha falta.
—Yo también te quiero hermosa, y te extraño muchísimo. Pronto podremos estar juntas de nuevo, no sé como pero así será. Oye, debo irme a dormir, recuerda que este sábado exhibirán algunas de mis pinturas y habrá una exposición de las obras en la página de la galería. Me encantaría que puedas entrar un rato, verlo y decirme que tal.
—Tenlo por seguro preciosa. Hasta te hare publicidad
—No… no lo hagas.
—Algún día tendrás que dejarte ayudar.
—¿Me lo dices a mi o a ti? ¡vete a revisar la cabeza!
—Sí, sí, te lo prometo. Descansa.
Y así termino la videollamada. Cuando la pantalla estuvo totalmente en negro, Alicia se quedó como petrificada, pasando lista para saber en dónde estaban aquellas personas que antes le dieran todo su aliento, toda la fuerza para continuar. «Mary esta en Cartagena. Luisa se fue a Amsterdam, ya nunca habla. Alonso esta en Chicago y Julio en Nueva York, responden mensajes una vez al mes y Tati…»
—Quisiera que todo fuera como antes —soltó un largo suspiro para interrumpir sus ideas mientras recostaba su cabeza del cabezal de la silla.
Ahí permaneció un rato más, mirando el techo, pero lugar de dejar la mente en blanco comenzó a pensar en Saúl, en todo lo bonito que habían vivido, y tratando de recordar el momento exacto cuando todo empezó a ir mal «¿yo ya sabía que todo terminaría así?».
Repentinamente espabiló, intentando huir de esos pensamientos, y tomó su teléfono para escribirles a Jana y a Alejo. Para su sorpresa Jana respondió de inmediato a pesar de lo temprano que era.
—No te preocupes preciosa, solo fue un malentendido. Igual somos un canal de salseo, el hate es parte del trabajo.
Aquel mensaje le dio cierta tranquilidad, pero de igual forma escribió un rápido Tweet «Lamento el malentendido de anoche. Fue un día agobiante, y sí me fui enojada de mi streaming, pero nadie ha sido culpable ni merece que lo insulten ni lo ataquen». Con eso dicho se fue a la ducha y dejó que el agua caliente cayera sobre ella un largo rato.
Casi anestesiada, pudo quedarse ahí toda la mañana sin ningún problema de no ser por un brusco golpe en la puerta. El corazón se le acelero y pensó en la sombra que la había visitado la noche anterior. Se sintió indefensa ahí, desnuda en el baño, pero la voz de su madre, aunque hosca, la apaciguo.
—Me voy a trabajar —dijo con frialdad.
—No puede ser ¡que susto me ha dado!
Viendo su propio estado anímico, comenzó a meditar lo que le había dicho Mary «¡esos golpes no son ninguna broma, Alicia!».
Mientras se secaba el cabello, se humectaba la piel y se cepillaba los dientes. Incluso dio largas al asunto tardando en elegir su ropa interior, pero finalmente, cuando estuvo frente a su closet, con los pijamas a un lado y la ropa de salir colgada al otro, tuvo que decidirse. «¿Voy chequearme o no? Es que ni debería pensármelo, cualquier persona en mi situación iría por las dudas, pero…».
—¡Joder! —gritó súbitamente mientras estiraba su mano agarrando la primera camiseta de la fila.