u rostro estaba visiblemente abatido. La piel de Víctor estaba enrojecida por su tiempo al s
talla del celular que insistía en vibr
os tramos de escaleras que daban a la entrada principal. Clarice dormía plácidamente y no se dio cuenta de dónde estaba, las m
Vam
la entrecerró los oj
te, esta
da de Clarice estaba cargada de
su vestido andrajoso. Actuaba de la misma manera
quejó la pequeña que se mov
mos a cas
do y tu herman
da, yo tengo que irme a
de esa situación para aliviar esa presión que lo l
e, lo que solo sirvió para poner más nerviosa a Clarice. — Mient
a ahora — explicó Clarice. — Mi madre ne
e bajó del coche y cogió su bicicleta. —
la oscuridad de la noche. No tenía otra alternativa, solamente creía en la protección divina para llegar a casa y
Las pupilas de los ojos
jo por los tramos de escaleras. — ¡M
pre entraba por la parte trasera de la casa, ya que a Olivia, la madre de Víctor, no le g
puerta y se quedó mirando los muebles de madera maciza y los pies curvos esparcidos por la sala de esta
udó. — Tu madre está enfadada porque llegaste tarde a cenar — susurró la co
tono hostil. — ¡Dales algo de comer
ta aquí, Víctor? — Olivia apare
bros y miró a Clarice ant
vo! — Se diri
a ti! — Olivia le gritó a su
zo, la niña estaba comiendo una manzana que le di
dijo Clarice. — Nos vamos ah
a con dureza. — ¡Sal por la p
ta. Clarice estaba acostumbrada a la forma en que los jefes tratan a los empleado
ció a la cocinera que observaba todo en si
arice dio la vuelta a la casa y pasó por el hermoso jardín. Esta ve
chaza y se tocó el brazo de Clarice mientras se acercaba. — ¡E
cio!— La voz de Ví
te al hombre que era tr
la renta, solo recibo órdenes del jefe y lo hago — argumen
— La voz de Víctor se elevó
tono confiado en la voz de Víctor, recor
ano sobre los hombros de Clarice y