encia en ese lugar era parte de una campaña publicitaria impuesta por su abogada; tenía que ser el padre perfecto (o al menos aparentar serlo) tenía que ha
ue comenzaba el día, hasta que caía la noche, él hacía su rutina muy aparte de la de
había sido uno de los recientes cambios que había tenido que hacer. Ricardo solía conducir un deportivo de dos pu
ardo tenía la mitad superior del cuerpo dentro del auto, estaba inclinado sobre
cuaderno de la mano ―¿quién te lo ha dado? ―salió del aut
cardo se preguntó quién era esa tal Serena mientras ojeaba el cuaderno viejo y sucio ―la amable señorita que me ha ayudado a encontrarte ―aclaró
para jugar, puedes dibujar o recortarlo si quieres ―puso el cuaderno en
a de sellos editoriales asociados. Tenía una especie de sexto sentido para elegir manuscritos con potencial y
lares. No era de extrañar que cada cierto tiempo, algún escritor aficionado; desesperado por ser publicado por Bens Editorial, hiciera alguna locura para hacerle llegar un manuscri
astre, llegarían tarde
―el reclamo de Luz le llegó
a que llevar galletas. Su pequeña hija era un ángel, pero podía ser bien quisquillosa cuando se lo proponía, se había negado a llevar cualquier tipo de galleta que no fueran oreos
en su muñeca y
jer de nariz puntiaguda y rasgos de roedor, ya se lo había reprochado, con su ridículo acento francés y ceja arqueada sobre esos pequeños ojos negros; le había advertido que sus clases en el horario de la tarde eran muy cotizadas y que tenía a una f
ndo un poco de la fila, lo pensó un par de segundos y se lanzó al carril a toda velocidad, podría avanzar lo suficiente antes de que viniera un auto en dirección opuesta, al m
lla estaba tendida contra la bolsa de aire, sentía que el cinturón de seguridad lo asfixiaba, intentó en vano desabrocharlo, giró el torso hacia atrás, Luz no estaba en la silla para niños, sintió
da como si buscara algo en el aire, trataba de ver si Luz estaba respirando, pero las lágrimas le emp
"por favor cuídala" él le había prometido que lo haría, pero en vez de eso, había ahogado el dolor en el alcohol, las fiestas y las mujeres. No había cuidado a Luz. Las lágrimas le quemaban las mejillas, sentía que se ahogaba en su propio ll