a
ndo caí al suelo de repente, sin entender qué había
se chico m
regunta que apar
. Ahí comprendí que se trataba de un robo, y que por eso me atacaron y me tumbaron al suelo. Quise resistirme a qu
s chicos y vi que fue tras de ellos. Cuando miré a mi alrededor, apenas un auto iba pasando por la calle. No había nadie más allí. Sentí pánico y me levanté
encia en el pecho, caminé
umill
jo algo más que no llegué a atender, pue
—supliqué, empe
me algo más. Corrí, lejos, y me metí en el bar cuanto antes. El alivio me recorrió el cuerpo entero cuando mi compañera de b
me preguntó,
—las lágrimas
, Cande —pasó su brazo por mis hombros y empezamos a camin
epcionada por lo que pasó. No esperé que
che, pues había clientes que esperaban ser atendidos, y mi compañera no podía encargarse ella sola.
a con mi compañera, quien me regaló una
s para ti! —excl
unté sin muc
algo de su
presa, era
—la miré sin e
n muchacho vino aquí a
ió detrás de los ladrones? ¿Y si fue él q
agradecida. Busqué con la mirada a alguien, pe
do ya. ¡Pero qué bueno
n aliviada. Y yo que pensaba que había perdi
roe —sonrió, y se alejó
éroe
de saber q