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Historia

Capítulo 4 La Encrucijada Del Escorpión

Palabras:2044    |    Actualizado en: 09/07/2022

do su descuido voy a la delante

iante, con los años, los ojos de Joel también se sesgaron

a. Sin embargo, el misterioso hombre que parecía haber robado su máscar

reguntó Joel

Wilde, que

e, y por eso perdió, ahora ya no tendría ese 10% de más en los fletes y tendría que resignarse a eso. Suspiró con una sonrisa entristecida

o que ya no pelearé por mi porcentaje. Ahora

cerca del contrato —Joel lo vio intrigado. —Yo

irada en el vacío lugar a alguien que le dijera cómo salir de aquella broma, o buscar la cámara escondida. El hombre terminó de recoger las cartas, las acomodó en una lujos

El rubio comenzaba a transpirar y tuvo la necesidad de quitarse su camisa y dejar su pecho descubierto que ahora estaba perfectamente demarcado y cuidado con el constante ejercicio. Pero sabía que su anfitrión no estarí

deslumbrado por ese hombre. No obstante, el CEO, le recordó que habían hecho un trato, que él esta entusiasta a cumplir. Joel pensó entonces que aquel hombre no era más que un pervertido, pero él tenía palabra, y si las cosas se ponían más peligrosas aún, tendría que defenderse, o al menos eso

respondió agitado y en un susurro, tra

mantes ha t

con los ojos cer

acía uste

—respondió Joel,

respiraba. —Siente como su saliva lo quema en cada centímetro de su piel hasta que usted suplica por más, por que le abra orificios de dolor y placer cada vez que lo lame como si probara un exquisito pedazo de cielo, ¿lo siente señor Wilde?... ¿Siente cómo esas manos atrapan su cabello hasta casi arranc

era claro que el movimiento de su cuerpo era producto del deseo que lo estaba carcomiendo. En ese instante, no pensaba en que todo estaba muy fuera de lugar, que River no podía gust

daba ante el aroma a gloria de ese de la máscara. Ahí quedaban las promesas de amor con ese que llevaba día y noche en

me está prohibido mirar. Y usted, señor Wilde, es una preciosa obra de arte q

lo ni un instante sonriendo, suplicándole con los ojos que lo tomara. Cuando estuvo ya a medio vestir. Joel se acercó a él lo suficiente y sus intenciones quedaron claras: deseaba besa

lde, si me besa quedará corroído por

e iba a jurar fidelidad y respeto. Pero lamentablemente para Joel y lo más probable, para Raine también, el veneno de River se esparció por el aire y ya lo había at

tratándolo de tú, por primera vez desde que

bre hasta que y

tantes momentos de su vida. «Para siempre» era mucho tiempo, y él ya estaba a

cabeza la imagen de River, y casi por impulso

oy tuve una cena con él y debo decirle algo urgente... ¿Yo? oh claro, soy Joel Wilde, presidente de..

do la soledad de las calles. Marcó entonces a la casa de la secretaria de presidencia a p

ntaba si usted me podía dar algún número del señor Ri

able es que no le volviera a ver, por lo menos no tan pronto y eso lo estaba mortificando. Llegó a su casa casi a las 3 de la mañan

Raine. Suspiró mucho tiempo y vio el contrato, su único vínculo con él. En aquella firma, no se podía distinguir mucho. Algo era muy curioso, no sabía cuál era su nombre pues todos los papeles estaban a nombre de su representante legal. Vio el reloj y eran ya c

se quedó con ojos y boca muy abierto al ver entrar a su señor

mbre no podía responder, estaba privado en su asiento creyendo imposible que él estuvier

ver, quiero que tu venen

Serás mío única y ex

te vida feliz, y por la sensatez. Él era ya un hombre de 27 años que sabía perfectamente lo que estaba haciendo y en qué se estaba metiendo, ya tenía la s

y rodeó su cintura, se perdió aún mas en el brillo de esa máscara, y

Cuando las manos del hombre de la máscara lo aprisionaron de tal maner

da para así poder abrazarlo por la espalda. Parecía el fin

mi corre por tu cuerpo. Te veré más tarde

? —preguntó Joel en

ver, Oli

*

capí

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