abuelita hicieron un s
a con el ceño fruncido—. En el mundo
todos los mundos —respondió él, haciéndose el ofendido.
o preparas. —Ella bostezó y se le recostó en el pecho. La pequeña sonrió
do un empresario que trabaja duro para que comp
iero vivir allí... —
rle a su hija lo hacía sentir culpable, pero ¿cómo d
tiempo, pero v
rró la cortina que separaba el espacio de ella con el de él. Se sentó en el colchón
seguido quien me preste? No sé si don Joaquín querrá espe
as lágrimas
a tan
por la falta de alimentación y porque la comida que le dieron la guardó para que su hija cenara aquella noche. Todo ello porque la persona que lo contrató no le pagó el día, alegando que se estaba cobrando un dinero que él le
r el pasado. ¿De qué le serviría lamentarse de lo que pudo o no ser
pudo o no ser? Con varios quejidos por e
años a
se encontraba rodeado de varios compañeros del colegio. Estos le siguieron el juego a su a
, también es descuidada; ¡mírale los za
mida, miró al suelo a causa de la vergüenza y trist
n malo porque ella se quedaba dentro del aula, no obstante, a los maestros se les ocurrió que no estaba bien que los alumnos se quedar
e risas, pese a que ya esta se había apartado de ellos. Por estar
piso. El choque fue fuerte debi
tás
vo
lcanzable que todas se querían ligar y que, por más que esta soñara
mirarlo, más bien, salió corriendo como
de hombros y s
staba sentada atrás donde
apercibida. Se esmeraba en hacer sus labores escolares, prestar atenc
e se notara su presencia. Puesto que, por más que aquella jovencita ignorara el acoso e
geradas, típicas de esta etapa. Ella agachó la cabeza por inercia y miró de soslayo a sus compañeros. ¡Cómo deseaba tener por lo meno
a percatarse de su presencia, se quedó alelada apreciando la belleza de él, que denotaba sensualidad
ida que él se acercaba y casi da un respin
s allá atrás? —le re
puso mala calificación en disciplina. Ustedes son
feraron todo
enseñó el dedo corazón y, para mala suerte de la joven que observaba todo de forma disimulada, aquel ch
e todos posaran su mirada en esta, la maestra de español entró al aula, como
ludó la delgada mu
stra! —respondiero
es, pese a que la mayoría eran unos indisciplinados y malos estudiantes, con aque
na hora. De momento se puso nerviosa. Miró con disimulo la espalda ancha del joven que le quedaba
tenerlo tan cerca y luego pasó la pun
erte nadie le prestaba atención. Decidió concentrarse en la clase e ignorar el hecho de que
al escuchar su nombre en boca de la maestra y, co
mpañero, mas, cuando fue a tomar el lápiz, este ya lo había recogido. Sus ojos c
ada mientras observaba esa hermosa
to mordió este lápiz —comentó
respuesta involuntaria a la vergüenza que
respuesta involuntaria a la vergüenza que
.
ol
mociones. Este libro se va a actualizar dos veces por semanas, pero puede que uno u otro día les d
choco