img La destrucción de un molino  /  Clásico 1 No.1 | 20.00%
Instalar App
Historia
La destrucción de un molino

La destrucción de un molino

img img img

Clásico 1 No.1

Palabras:1407    |    Actualizado en: 14/11/2018

ítu

ta, granos de compacta sal y en el que la verba era tan escasa como abundantes las espinas, los pescadores cantando alegremente arreglaban sus barquichuelos y los niños jugaban con algazara ruidosa. En medio de la isleta se alzaba un antiguo molino de viento destrozado. Las hendiduras y ruinas cubrían su redonda periferie; las piedras se derrumbaban de su cima, formando alrededor de su base improvisado

de los recursos de la vida con el ejercicio de su profesión de médico. Era de natural sensible y susceptible y en él el médico tropezaba de continuo con el soñador: los amigos le tenían por muy sentimental y las mujeres decían de él que era muy enamoradizo. En el primer año de su carrera perdió el sentido dos ó tres veces seguidas en la clase de anatomía. El capitán Mitros, con todo el peso de sus setenta años, se mantenía fuerte todavía, perteneciendo raza de aquellos seres privilegiados y vigorosos, que hombres ó encinas, se rompen, pero no se inclinan. Vestía una rica fustanela de anchos pliegues, que competía con la b

fícil de cerrar, y el Sr. Timoteo, no teniendo á aquella hora otro cuidado más importante, aceptó de buena gana la compañía del viejo. Juzgó la ocasión aquella muy á propósito para la solución de ciertas d

solitario en medio de nuestras aguas, como un buque arrojado á la tier

la Lamia del molino para que m e comiera, y yo callaba al momento. Y cuando sus aspas daban vueltas aprisa, aprisa, movidas por el viento, asustado siempre por las palabras de mi madre, creía que la Lamia trabajaba y movía su devanadera. Nunca pude, por el temor que me tenía sobrecogido, volver los ojos hacia este lado. Después, cuando fuí creciendo, ya no tuve más estos temores. Entonces, grandes y pequeños, no teníamos miedo; sólo teníamos odio á la esclavitud. Entonces la isla no estaba unida ó la tierra firme como ahora, en que el mar se ha retirado. Los pescadores venían aquí con sus barcos y se metían en el agua para sacarlos á tierra, llegándoles el mar hasta las rodillas. Una tarde yo con algunos muchachos nos echamos á nado para pasar á la isleta. Queríamos

propios piés. Jugábamos á caballos, al escondite, cazábamos, saltábamos; las piedras destrozaban nuestros vestidos y las ortigas se clavaban en nuestras manos. Cogíamos conchitas ó sacábamos del agua las algas con las cañas. En la primavera nadábamos. Cuando nos escapábamos de la escuela veníamos aquí, donde no cesábamos de gritar y de correr á nuestras anchas. Nos reuníamos todos juntos como gatos

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY