Yo aún recordaba su boca en la mía, sus manos en mi cuerpo y era una pesadilla, una pesadilla en la vida real. Imaginarme recordar eso por años iba a ser una tortura. Por supuesto que no estaba completamente libre, podía escuchar los pasos de Brandon atrás de mí, siguiéndome, llamándome.
Otra vez, no debe estar acostumbrado a que una mujer se aleje de él, mucho menos luego de compartir un beso. ESE beso tan… fantástico. Dios mío, nadie me había besado así antes y esa idea me atormenta.
—Ady… espera… por favor… espera— lo escucho decir y en cuanto menos lo pienso, me toma el brazo suavemente. Su cara está sonrojada, y me da una mirada extraña. ¿Dolor quizás? Su mano se presiona suavemente en mi brazo, sus dedos levemente acariciándome, un toque minúsculo, pero lleno de intenciones, como si aprovechara cualquier ocasión que tiene de tocarme. Es enloquecedor.
—Por favor no te vayas… así… yo… Ady— me dice con la respiración entre cortada.
—¿Cuál es tu problema conmigo? ¿Por qué de repente un interés en mí? ¿Acaso no debes tener dos mil mujeres tras de ti? ¿Por qué haces esto Brandon?— le digo y me mira con una expresión sorprendida, puedo ver fácilmente que otra vez no sabe qué decirme, se queda sin palabras. Ni él ni yo esperábamos este brote loco.
—Ady… lo puedo explicar…— dice sujetándome, arrinconando para que no me vaya.