"¡¿Qué?!", exclamó Carolina, levantándose rápidamente.
"Están trayendo al jefe aquí ahora, señora".
"¿Y por qué no lo están llevando al hospital?".
"El doctor no se encuentra en el pueblo y el jefe no quiere que lo examine alguien extraño", respondió Dolores, y Carolina supo que era verdad.
Antes de que pudiera preguntar qué tan grave era la herida, se escucharon pasos y estruendos en el pasillo, así que Dolores miró hacia atrás y se apartó de inmediato, dándoles paso a Jacinto y Fernando para que pudieran entrar en la habitación, llevando, con gran dificultad, a Máximo inconsciente.
"¡Acuéstenlo en la cama, por favor!", indicó Carolina, llorando. La camisa de su esposo estaba totalmente cubierta de sangre y la máscara no se encontraba en su rostro. De esa manera, la mujer pudo ver a la luz del día cómo lucía su rostro debido a las quemaduras.
'¡Eso le debió haber dolido mucho!', pensó ella, sin dejar de llorar.
Al instante, Pilar entró con una palangana con agua caliente y unos trapos para poder limpiar a Máximo. Fernando le dio las gracias y tomó la tela rápidamente, pero Carolina frunció el ceño y le tendió la mano.
"Yo lo hago", señaló ella. El hombre no la cuestionó en absoluto.
"Será mejor que las mujeres salgan", dijo Fernando, refiriéndose a Dolores y, sobre todo, a Pilar. Estas dos obedecieron al instante, y luego Caetano cortó la ropa del jefe con las tijeras que le entregó Dolores.