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Historia
El sexy chico del café

El sexy chico del café

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Capítulo 1 La Onza de Oro

Palabras:2275    |    Actualizado en: 22/03/2024

a con vista hacia la calle en donde los carros pasaban y las personas caminaban por la acera, de un

sa decidí pasarme ese día con la intención de encontrar algo que me inspire a dibujar, había en

ún trabajador me atendiera, todo estaba lleno así que tenía que esperar mi t

en el mostrador. Un hombre alto, de cabello castaño que se notaba sedoso a simple vista, a parte que el uniforme que llevaba pue

Camila,

sar ese tipo de cosas vulgares. Noté que aquel chico al que

nar? —preguntó, con amabilidad en su hablar y

tel achocolatado por favor —respondí, intentando no mantene

biendo en un bloc de notas pequeño—.

lo m

sta el mostrador en donde tenía

que siempre llevaba conmigo a todos lados. Ese chico no salía de

me ocurriera algo para plasmar en papel. Una corta historia se creó en mi mente, en don

ser su miembro. ¿Grande, pequeño, delgado, grueso? No tenía idea, de lo que si estaba segura es que debía ser rosadito, es decir; su piel era tan pálida como un papel y su

a un dibujo, mañana otro y así, todo siguiendo una misma línea de tiempo, es resumen; primero planeaba dibujarnos desnudos, para tener una idea de nuestros cuerpos y

pertado una

algo así. Había tenido otros c

tima con un corte de vello a mi manera y pechos medianos. Nunca me gustó depilarme completam

usta d

e la luz el cuaderno al haber escuchado la voz del chico que me atendió a mi lado, mis mejillas estaban calientes

do —agregó, colocó el café y el

mientras esperaba —Me trabé en varias pa

estú

avía te da vergüenza cualquier cos

utes —Hizo una reve

a que lo había dibujado desnudo junto a mí. ¿En qué cabeza algu

que el que hacía mi mamá cuando vivía con ella. Hace dos año

En mis veintiún vueltas al sol, solo había tenido dos novios con los cuales no

r nunca he tenido relaciones sexuales

aba imaginar muchas cosas, sobre todo si involucraban a un chico y a mí puesto

, era mejor irme si ya había terminado y cederle el puesto a otra persona. Me dirigí al mostrador para pagar lo que consumí

ta? —Era la cajera

í, sacando el dine

elva pronto —comentó, solo me li

co del café. Ya sería al día siguiente, porque o

.

o su peluda cola. Era un gatito color negro con patitas blancas, como si tuviera puesto

mi gato entre mis brazos, ta

Zeus, te ex

para servirle croquetas, lo tenía gordo

nd

l chico sexy del café, es que de solo pensar en él se me erizaba la piel y mi parte íntim

a, re

go de haber vendido unos cuadros que había pintado hace un buen tiempo y me hab

adre, desde mi punto de vista me abandonó completamente, todavía recuerdo que a los diecinueve cuando comencé a vivir sola, a mi mamá no le

rme todas las noches pensando en chicos guapos y desconocidos que

todas las cosas con las que

da de malo

mente, no pude evitar imaginar que estaba

*

ves bien sexy en ropa in

la? —respondí con picardía y

avés de la tela, era obvio que ese pequeño quería salir, su abdom

ua, intercambiábamos salivas y nuestras respiraciones entre cortad

*

no andaba en mi parte íntima, toda mojada y manoseándome, estaba excitada, jadeando sola, pero toda sensación se vi

toalla que tenía tirada en el suelo. Caminé hasta el armario par

iempo, adorable. Caminé mientras me amarraba la bata para que no

el pequeño visor que me permitía ver quién estaba afuera, no

la vecina

a y amiga, aunque no habíamos hablado mucho últimamente. Hemos salido de compras o al cine, tambié

cinco años ya tenía marido. Al abrir me saludó con un abr

ompartir en mi casa, mi hermano vino luego de haber estado en el

er barista, no sabía nada más. La castaña juntó sus manos y me lanzó una mirada

luz del tech

e yo estaba muy ocu

mucho las fiestas —resoplé, c

mi marido, hermano y tú —explicó intentando convencerme—.

nacimiento, por como sonaba significaba que había

—dije, sabía que si me negaba me llevaría

n hombre en tu vida, te puedo presentar a mi hermano —agreg

en ocasiones, sobre todo con ese tipo de temas, siempre le conté que fantaseaba

e! —exclamé y c

abiendo todas las posiciones que existían en el kamasutra

é, un pantalón negro ajustado junto a un suéter, el frío que hacía en casa de July e

mi querida amiga, solo tuve que cruzar la

qu

ió no vi quién e

oy a cogerme a

co, yo en ese momento estaba deseando que la tierra me tragara, desaparec

a menos que delante d

ad,

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