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De Pobre a Rico
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2 Libros Publicados
De Pobre a Rico
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INCESTO: Dulce Pecado
Cuentos de incesto para que fantasees y tengas un inmenso placer. Cuida tus bragas.. Disfruta con moderación y ten un buen disfraz, ten cuidado de no tener problemas con las manos. Nota: Si no te gustan los cuentos de incesto, te recomiendo que no los leas.
Precio Que Pago Para Libertad
Era el día de mi libertad. Acabábamos de pagar la última cuota de la mezcalería familiar, y al fin, después de años de soportar humillaciones insoportables, era libre. Entonces, la puerta se abrió de golpe y mi jefa, Luciana Salazar, me ordenó salir en medio de una tormenta infernal para conseguir una pomada especial para su amante, Iván, que solo tenía un rasguño. Mi vida se convirtió en un infierno de burlas, agresiones y desprecio; me quemaron, me hirieron, se rieron de mí, y me robaron lo único que me quedaba de mi abuela. Pero el golpe final llegó cuando Iván me apuñaló con un agitador de cócteles, y Luciana, sin dudarlo, me echó de su hacienda, creyendo su mentira y sin darme la oportunidad de explicarme. ¿Cómo era posible que mi dolor y mi sacrificio, todo lo que había aguantado por ella, no valiera nada frente a una mentira tan obvia? Mientras me desangraba, me juré que esta era la última vez que alguien me pisotearía, y que este dolor sería el precio justo por mi verdadera libertad.
El Costo de la Codicia: Una Segunda Oportunidad
En mi vida pasada, morí apuñalada en el frío suelo de la bodega familiar. La cuchilla de podar se clavó en mi costado, y la sangre manchó las piedras, tan roja como el vino que tanto amaba. Mientras mi vida se escapaba, vi a mi prima Isabel susurrarle a Javier, mi prometido, con una sonrisa torcida. «Sofía, fue Javier quien les dijo que tu tratamiento era una estafa. Dijo que solo querías venderles productos caros», me confesó ella, antes de dejarme morir sola. El dolor era inmenso, pero la traición me helaba hasta los huesos: Javier, mi prometido, y mi propia prima. Me culparon, me empujaron, por haber salvado las viñas de los García con mi caro tratamiento orgánico, mientras Isabel prometía una solución barata y rápida con químicos. Pero esos químicos arrasaron las viñas, contaminaron la tierra y destruyeron todo. ¿Cómo pudimos ser tan ciegos? ¿Cómo mi propia familia y el hombre que amaba me entregarían a la muerte por avaricia y envidia? Ahora, abro los ojos, de vuelta en el mismo día, justo cuando los García suplican mi ayuda por la misma plaga. ¡Pero esta vez, no caeré en la misma trampa!
La Vida Mentirosa: No perdonaré Nunca
Introducción Durante siete años, viví una farsa, creyendo ser la amada prometida de Máximo Castillo y la madre feliz de Leo. Mi rostro no era mío, mis recuerdos eran falsos; era la copia de una mujer muerta. Pero la mentira estalló en pedazos cuando la verdadera Sofía Salazar regresó en medio de una fiesta. Mi hijo, Leo, con la inocencia de sus siete años, la señaló y dijo: "Mamá, esa mujer no eres tú". El pánico se desató, Sofía cayó a la piscina, y Máximo, con una furia incomprensible, arrastró a nuestro hijo al borde. Él, que tenía un miedo terrible al agua, fue arrojado sin piedad al fondo. Lo saqué inerte, mientras Máximo consolaba a Sofía, y la televisión anunciaba que él celebraba su "séptimo aniversario" con ella. En ese instante, algo se rompió en mi cabeza y la verdad me golpeó como un aluvión: mi nombre era Lina Garcia, y Leo era el hijo de una violación atroz, no de un amor idílico. Máximo no solo me había engañado, sino que al enterarse de la muerte de Leo, se burló, arrojó sus cenizas al suelo y me mostró un informe falso de ADN, golpeándome brutalmente. ¿Cómo pude amar, o creer que amaba, a un monstruo capaz de tanto horror? Pero el destino tenía otros planes; los secretos finalmente salieron a la luz. Su tía Isabel reveló la verdad en su funeral: Leo era su hijo biológico, el ADN había sido falsificado por Sofía, y la misma Sofía había manipulado la medicación de su madre. Además, la herencia de Máximo, su imperio vinícola, ahora me pertenecía a mí. Con el dolor aún fresco, tomé mi lugar para desmantelar su imperio de mentiras y asegurar que cada uno pagara por sus crímenes. La sumisa "Sofía" había muerto con su hijo, y Lina Garcia, la verdadera Lina Garcia, se levantaría de las cenizas para reclamar justicia y su propia vida.
La millonaria Regresa A Proteger A su Hija
El sol de México brillaba sobre mi último acuerdo millonario, un triunfo para "Vinos de Ultramar S.A.", el imperio secreto que nadie en España conocía. Saboreaba mi vino, un "Bodegas del Sol", el mismo que producía mi otra empresa en La Rioja, pensando en mi hija Sofía. Llevaba meses lejos, construyendo este legado, y planeaba regresar para la vendimia. Pero justo cuando revisaba fotos en redes sociales, una invitación digital con flores doradas me detuvo el corazón. "Nos complace invitarles a la boda de Sofía de la Torre y Ricardo Vargas". ¿Ricardo Vargas? ¿Ese empresario cincuentón, casi en quiebra y con fama dudosa? La copa se me resbaló, el vino tinto esparciéndose como sangre en el mármol. Un frío infernal me recorrió. Mi hija, mi única Sofía, ¿casándose con un buitre? Volé a Logroño, solo para encontrar el caserón en silencio, invadido por mis tres "protegidos" -Mateo, Javier, Adrián-, los huérfanos que crié como hijos. Pero no estaban solos; Lucía, la hija de mi capataz, se reía en mi sillón, mientras ellos la adoraban. "¿Qué haces aquí? Creíamos que estabas en México", me espetó Mateo, un tono de fastidio en su voz. Pregunté por Sofía, y ellos se encogieron de hombros, "Ella tiene gustos extraños. Ricardo Vargas es un buen partido... para la bodega". Luego la vi entrar: Sofía, mi dulce Sofía, pálida, con los hombros encorvados y un horrible sarpullido rojo en la piel. "¡Es la hierba mora!", grité, al reconocer esa alergia que la atormentaba desde niña. Pero ellos se rieron, "¡Solo quiere llamar la atención! ¡Está fingiendo para arruinar el compromiso!". Me di cuenta: la estaban maltratando, drogando, forzándola a casarse con él para quedarse con mi bodega. La traición era tan descarada, tan cruel, que me dejó sin aliento. ¿Cómo podían estos a quienes crié y amé convertirse en los verdugos de mi propia hija? No entendía cómo mis supuestos hijos me hablaban de herederos con la hija de mi empleado, mientras mi propia sangre era entregada a un depredador. Me tomaron por muerta, por débil, por una mujer del pasado. Pero lo que presencié en mi propia casa, el estado de mi hija, la malicia en sus ojos... Me prometí que la protegería con todo lo que tenía. Y lo que tenía, era mucho más de lo que jamás imaginaron. Tomé mi teléfono, con una calma que los descolocó por completo. "¿Estáis seguros de que ya no tengo poder aquí?". "Mamá", susurró Sofía aferrada a mi brazo, sus ojos anegados en terror. Sentí la chispa de esperanza en su mirada. Y supe lo que tenía que hacer. Mi venganza apenas comenzaba.
Mi Prima Venena, Ruina Todo
El aire en la caseta de la Feria de Abril, que antes fue escenario de nuestro amor, ahora apestaba a humillación y vino derramado. Llevaba tres días encerrada, con un traje de flamenca andrajoso que era una cruel burla a la bailaora que una vez fui. Máximo, el hombre que me prometió amor eterno, la razón de mi vida, me había encarcelado por la mentira de mi propia prima, Sasha, a quien di casa y trabajo. Me acusaron de sabotear sus negocios y de liberar a Duende, el caballo regalado, una falsedad tejida con la frialdad de su voz, que antes susurraba poemas. Fui obligada a servir a la élite andaluza, mientras Máximo consolaba públicamente a Sasha, quien envenenó su mente con cada palabra, haciendo que la desconfianza fuera el epitafio de nuestro amor. Mi padre, Ricardo Garcia, presenció mi degradación, priorizando la alianza comercial sobre la dignidad de su hija, su silencio una bofetada más. Mis entrañas rugían de hambre, mis pies descalzos se helaban en el suelo de madera, y las risas y los susurros de los invitados me reducían a un grotesco espectáculo. Luego, Máximo se fue de viaje, dejándome a merced de Sasha, que, con una sonrisa triunfal, fabricó pruebas de mi supuesta codicia para asegurar mi eterna desgracia ante sus ojos. Mi carrera como bailaora se desvaneció con cada mentira, y en un último acto de crueldad, Máximo ordenó que me pusieran un collar de perro. Cuando mi instinto de supervivencia me hizo resistir, Sasha me empujó, y mi cabeza golpeó la mesa, dejándome aturdida y con los huesos de mis manos y pies rotos en mi huida desesperada. Pero en ese abismo de dolor y traición, no era el fin, sino el incierto comienzo de una batalla por la verdad y la justicia que resonaría en toda España.
Mi Alma Solo Te Pertenece
Michelle se casó con Carlos solo para salvar a la compañía de su padre de la bancarrota. Él le dijo que amaba a otra mujer y que terminaría el matrimonio después de tres años. Sin embargo, gradualmente se enamoró de ella antes de darse cuenta y querer estar con ella todos los días. Pero ese no fue el final de su historia. La traición, la incomprensión y la desconfianza dominaron el matrimonio. Ella decidió terminar su vida suicidándose, pero falló y perdió la memoria. Su historia ha comenzado de nuevo y ¿cómo haría ella para ganar su corazón esta vez?
Encuentro con mi Novio en La Boda de Mi Amiga
El aire de Sevilla olía a azahar y a traición. Era el día de la boda de mi mejor amiga, Isabel. Y él era el novio. Javier, el hombre que desapareció hace tres años, llevándose mi vida con él, estaba allí, casándose con mi "mejor amiga". Mi copa de vino casi se cae; el mundo se detuvo. Isabel me lo presentó con una sonrisa radiante, mientras él me miraba como a una total extraña. Luego, soltó la bomba: "Lo rescaté de la quiebra. Tuvo que alejarse de todo, especialmente de una exnovia que lo acosaba sin piedad. Una obsesiva, pobre hombre. Esa era yo." La amiga que secó mis lágrimas, que me consoló durante tres años, era la misma que me había mentido y complotado a mis espaldas. Sentí que el suelo se abría, mientras Javier pasaba a mi lado con indiferencia, como si yo fuera un mueble. Detrás de una columna, lo escuché decir: "Sí, es ella. La loca. Sigue obsesionada. Rota. ¿Quién querría estar con alguien así?" La humillación me quemó por dentro. Mis muñecas, con las cicatrices de una noche de desesperación de hace un año, ardían. Un año, mientras yo luchaba por respirar, ellos planeaban su boda en España en secreto. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo mi mejor amiga pudo traicionarme así, mientras yo llegaba al hospital por intentar apagar el dolor de su ausencia, de SU silencio? No pude más. Esa noche, marqué un número que no usaba en años. "Quiero volver a casa. Dile a papá que acepto el compromiso. Conoceré a ese hombre." Bloqueé a Javier y a cada falso amigo, dejé las llaves y tomé el último tren lejos de la tumba de mi amor. Se acabó la espera, se acabaron las mentiras.
Amnesia Fingida Me trae Novio Nuevo
Mi mundo, el escenario, se volvió negro bajo mis pies. La siguiente vez que abrí los ojos, el hospital y el olor a desinfectante me confirmaron que algo andaba muy mal. Mi novio, Javier, que durante cinco años me profesó amor, estaba a mi lado, pero sus ojos estaban fijos en su teléfono, no en mí. Con una sonrisa forzada, me dijo que había sido una "mala caída" y una "conmoción cerebral leve". Pero algo se rompió en mí. Entonces, una idea, fría y afilada, se formó en mi mente. Con una calma aterradora, fingí no saber quién era. ¿Y qué hizo él? Sin dudarlo, me entregó a su mejor amigo, Mateo, el genio guitarrista que siempre pareció despreciarme, diciendo: "Él es Mateo. Tu novio." Me quedé helada. ¿En serio? ¿Me desecha tan fácilmente? Mi corazón se sentía hueco, pero ya no roto. No lloré. En cambio, sentí una calma gélida. Si Javier quería unas "vacaciones", le daría una jubilación anticipada de nuestra relación. El juego acababa de empezar. Y yo, Lucía, la "amnésica", no iba a perder.
Mi Amnesia, Mi Libertad
Desperté en la cama de un hospital, viva. Pero para mí, el hombre que mi familia y amigos decían que era el amor de mi vida, Máximo Castillo, era un completo desconocido. Incluso al verlo, solo sentí fastidio y alivio cuando lo sacaron. Mis seres queridos, sin embargo, se negaban a creer mi amnesia, insistiendo en que lo amaba y que mi estado era "por su culpa". Me miraban con preocupación, susurrando que había perdido la memoria por él, pero a mí, Máximo solo me generaba una extraña indiferencia. A cada intento de recordar, sentía un nudo en el estómago, como si mi mente luchara por protegerse de algo terrible del pasado. Máximo se negaba a desaparecer, persiguiéndome, recordándome un amor que no existía. Pero entonces, un encuentro inesperado con un viejo amigo de la infancia, León, quien me trajo un cuaderno de dibujo en lugar de flores, abrió una puerta. Un pequeño recordatorio, una cicatriz conocida en su ceja, encendió una chispa de una Luciana que yo había olvidado. ¿Era posible que esta amnesia, que ellos veían como una tragedia, fuera en realidad mi salvación?