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Matrimonio por error

Matrimonio por error

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Devin Becker, estaba acostumbrado a controlar todas las situaciones, tanto en su empresa de arquitectos, cómo en su vida misma, pero las cosas cambiaron, cuando al despertar, en Las Vegas, se vio casado con una mujer bastante complicada, Hanna Dixon. Ella representaba una tentación para Devin, pero él pensaba resistirse. Para Hanna Dixon, se suponía que solo iba a pasar un fin de semana divertido en Las Vegas, justo antes de entrar a trabajar en la mejor firma de arquitectos de New York, no levantarse y comprobar que estaba casada con un hombre muy controlador, Devin Becker. Lo quería sacar de su burbuja ordenada y distante. El destino había tirado los dados y vería quien sería el ganador. Una cadena de acontecimientos, condujo a Hanna a actuar a favor de Devin, por lo que la madre de este, los obligó a llevar una vida de recién casados normal, podrán estos dos vivir bajo el mismo techo sin caer en la tentación.

Capítulo 1 Devin Becker

Capítulo 1

Devin Becker

Las Vegas

Desperté en mi departamento vacacional en Las Vegas, a dónde siempre llegaba cuando venía por temporadas. Un espantoso dolor de cabeza y el estómago revuelto me despertaron, había estado buena la fiesta anoche, lo peor era que no me podía acordar de nada, ni siquiera cómo había llegado aquí, era una incógnita que no podía resolver.

Me levanté y fui al cuarto de baño a mojarme la cara y el cabello para espabilar, por la luz del sol filtrándose por mi ventana podía ver que era ya alrededor del mediodía. Al salir del baño, me encuentro de frente con una chica muy bella, desnuda, envuelta en una sábana, sentada en la cama, quién al verme de inmediato me habló.

–Hola, buenos días, esposito – Dijo con una risa burlona – Veo que te ha despertado la resaca.

Me impresioné, y miré hacia abajo, estaba completamente desnudo, busqué en uno de los cajones de la cómoda y saqué un bóxer, el cual me coloqué en presencia de la guapa chica. Ella no despegaba los ojos de mí, así que me vestí con lo primero que saqué.

–Buenos días, primero que nada, necesito que me digas ¿Quién rayos eres tú? Lamento ser grosero, pero no me acuerdo de nada de lo sucedido anoche y no me acuerdo de ti.

La miré de arriba abajo y llegué a la conclusión de que esta mujer me había violado. No despegaba los ojos de mi cuerpo, para luego posar sus ojos en los míos. Me lanzó una mirada fulminante, que, si de fuego se hubiera tratado en aquel momento yo, habría muerto calcinado. No podía entender la molestia de esa chica, si yo, jamás la había visto en mi vida y era lógico que le pidiera una explicación, además de lo que era obvio, habíamos pasado la noche juntos.

–Es el colmo que digas que no te acuerdas de mí, después de lo que pasó anoche, fuiste muy creativo, no me sabía muchas de las cosas que hicimos – Bufó enojada – Me llamo Hanna, Hanna Dixon ¿Eso te dice algo?, bueno ahora Hanna Becker.

Ella se levantó enojada de la cama para buscar su ropa, envuelta solo en la sábana, se veía hermosa, con su pelo castaño oscuro, despeinado y alborotado y ese enojo que en ella se veía espectacular. No me decía nada su nombre, pero nada de nada, pareciera que se me borró por completo todo lo que pasó anoche, pero como dijo ella, la habíamos pasado genial.

–Escucha Johanna, es en serio, quisiera acordarme de todo lo que pasó – Dije riéndome un poco – Daría lo que fuera en serio, por recordar todo lo que hicimos aquí, pero no me acuerdo ni de ti, ni de lo que pasó, ni de nada.

Ella se acercó a mí muy enojada, hasta que quedamos frente a frente. Me recriminaba a mí mismo, por no recordar lo que pasó aquí en mi propia cama, viendo la belleza de mujer que era, debió estar más que bueno, pero era la verdad, el alcohol me había inundado la memoria, era una hoja en blanco, por más que me gustaría recordar lo que hicimos nada venía a mi mente.

–No me llamo Johanna, soy Hanna y es el colmo que no te acuerdes ni del nombre de tu esposa. De veras que eres un grosero Devin Becker.

Un momento ¿Había dicho esposa? Que yo recuerde, no estoy casado con nadie. Esta chica sí que estaba borracha todavía para decirme todas esas tonterías sin razón y sin sentido, que, a lo mejor, lo decía para sentirse mejor de todo lo que debimos hacer anoche, quise reírme de su chiste, pero no me salió la carcajada que quería sacar.

–Lo siento Johanna, perdón Hanna ¿Ya lo dije bien? Creo que estás un poco confundida, yo no me he casado contigo, ni con nadie y sea lo que sea que pasó aquí anoche, supongo que la pasamos más que bien ¿O no?

Era lo malo de beber en exceso, que al día siguiente no recordaba nada, y no es que fuera que bebiera a diario, pero era algo que me estaba pasando desde que Vivianne, me había cambiado por un hombre más rico que yo. Pero le demostraría que me iba a volver un súper millonario, aunque tenía dinero de sobra.

–El que está confundido y con Alzheimer eres tú, Devin – Me mostró su dedo con un anillo – Esto que ves aquí, me lo pusiste en mi dedo anoche, en la ceremonia del matrimonio colectivo que hubo en el antro dónde estabas con tu amiguito Daniel ¿O tampoco lo recuerdas a él?

Claro que me acordaba de mi amigo, pero ahora lo que decía está mujer parecía una broma de muy mal gusto. Daniel sabe que yo no quiero casarme, después de lo que me hizo la muy interesada de mi exnovia y él menos que nadie me hubiera permitido hacer aquello, menos en esas locuras del “matrimonio colectivo”.

–Verás Hanna, la pasamos muy bien anoche, creo yo, no obstante, tengo que salir. Me daré un baño y te quedas en tu casa y más tarde, cuando quieras irte, solo le cierras normal a la puerta. – Le dije sutilmente.

Pero lo que quería en realidad era que se fuera del departamento para poder pesar con claridad y ver si me podían llegar esos recuerdos de lo que ella decía que había sucedido. Llamar a Daniel y que me dijera que no había cometido esa locura, tal vez sea una de sus bromas, para que ya dejara de malgastar mis días en solo tomar.

–No Devin, nada que te vas ¿Puedes mirar tu dedo anular? Por favor – Me pidió – Al menos sé un poco más observador.

Miré mi dedo anular muy seguro y ¡horror!, casi me da un infarto. Traía puesto un anillo, igual que el de ella, pero no. Eso no podía ser, yo no me pude haber casado con ella, si no me puedo acordar de nada, pero de nada, esto se tenía que resolver de una manera civilizada, tendríamos que disolver este casamiento.

– ¿Lo ves? Y mira en tu mesa de noche, ahí está la más grande prueba que el confundido, eres tú.

Miré a la mesa de noche y el horror que sentí, se intensificó de tal forma que sentí un mareo tan brusco que tuve que sentarme en la cama. Al leer el documento en el que decía “Certificado de Matrimonio” entre esa chica Hanna y yo, la tierra se empezó a hundir bajo mis pies, esto no tenía una explicación lógica.

–Hanna, explícame ¿Cómo rayos pasó todo esto? Debe ser un error, como te dije no quiero ser grosero, pero yo no te conozco, no me pude haber casado contigo. Esto está de locos.

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