/0/10786/coverbig.jpg?v=d14df0537a5b0850d4a28969e76282f3)
-No te escaparás de mí, Sara. -dijo él, con su voz rugosa aterradora, que me estremeció los huesos. Lo contemplé en total shock, cuando volvió a su forma humana me dejó boquiabierta. Era él, mi compañero de la escuela al que por tanto tiempo ignoré. Estaba completamente fuerte, atractivo, con el cabello azabache y los ojos penetrantes igual de oscuros. -¿Qué es lo que quieres, Mark? -pregunté, temblando, buscando cubrir mi rostro trigueño con mis manos. No me dio tiempo siquiera a pedir ayuda, cuando me cargó entre sus enormes brazos. Poseía una fuerza abrumadora y no tenía idea de a quien acudir para que me salvara. Yo vivía sola en mi departamento después de todo. Desperté con los huesos entumecidos, en una cama de plumas suave. Lo vi sentado a mi lado, con el torso enseñando los tatuajes que lo hacían ver tan peligroso. El miedo recorrió mi espalda y busqué a tientas cubrirme con mis mantas, el escote de mi camisa develaba mi femineidad. -Así es como quería tenerte, ¿Acaso no te acuerdas de mí? -preguntó Mark, pasando su mano por mi cuello, como si estuviera a punto de matarme. Yo quería hacerme la desentendida, eso sería mejor para su furia, pero yo no era mentirosa. Aquel hombre tan guapo, había sido un adolescente tímido al cual rechacé para el baile de la escuela mil veces y le negué todas las citas. Estaba tan cambiado, aunque siguiera teniendo esos ojos profundos tan característicos.
Llegué a casa buscando esconderme de esa bestia que interrumpió en mi trabajo. No podía ser lógico que un lobo de ese tamaño estuviera buscándome.
-No te escaparás de mí, Sara. -dijo él, con su voz rugosa aterradora, que me estremeció los huesos.
Lo contemplé en total shock, cuando volvió a su forma humana me dejó boquiabierta. Era él, mi compañero de la escuela al que por tanto tiempo ignoré. Estaba completamente fuerte, atractivo, con el cabello azabache y los ojos penetrantes igual de oscuros.
-¿Qué es lo que quieres, Mark? -pregunté, temblando, buscando cubrir mi rostro trigueño con mis manos.
No me dio tiempo siquiera a pedir ayuda, cuando me cargó entre sus enormes brazos. Poseía una fuerza abrumadora y no tenía idea de a quien acudir para que me salvara. Yo vivía sola en mi departamento después de todo.
Desperté con los huesos entumecidos, en una cama de plumas suave. Lo vi sentado a mi lado, con el torso enseñando los tatuajes que lo hacían ver tan peligroso. El miedo recorrió mi espalda y busqué a tientas cubrirme con mis mantas, el escote de mi camisa develaba mi femineidad.
-Así es como quería tenerte, ¿Acaso no te acuerdas de mí? -preguntó Mark, pasando su mano por mi cuello, como si estuviera a punto de matarme.
Yo quería hacerme la desentendida, eso sería mejor para su furia, pero yo no era mentirosa. Aquel hombre tan guapo, había sido un adolescente tímido al cual rechacé para el baile de la escuela mil veces y le negué todas las citas. Estaba tan cambiado, aunque siguiera teniendo esos ojos profundos tan característicos.
-Eres un lobo... -empecé a decir a duras penas, tartamudeando.
-Sí, y tú serás mi mate. Pero eso no me hace odiarte menos. -se levantó de golpe y me quitó la manta de encima, dejándome al descubierto.
Mis sentidos se agudizaron y mi corazón galopó sin control alguno.
-No entiendo nada de lo que dices... -supliqué, temía por mi vida.
Él estaba cubierto de sangre, pude verlo bien cuando se puso de pie. Era un asesino, una bestia sin freno que ahora tenía un completo control sobre mí. Divisé la puerta cerrada y me lamenté en silencio.
-Vas a hacer todo lo que yo te diga, ahora estás bajo mi propiedad y te aseguro, que me vengaré los rechazos del pasado. -su sonrisa maliciosa brilló, tenía los dientes relucientes.
Con una de sus manos tomó una soga que había sobre la mesa de noche, eso podía significar cualquier cosa. Se me heló la sangre nuevamente cuando la arrojó al suelo.
-Te asustas muy fácilmente Sara, pero no eras tan temerosa cuando me ignorabas y te reías de mis cartas... -apretó los labios.
Mark se arrojó sobre mi con delicadeza, apretando mi cuello entre sus manos y hundiendo su nariz en mi cuello. Esto era una locura, el era un lobo y me había secuestrado para vengarse. Quitó la ropa de mi cuerpo y deslizó su tacto por mis piernas. La sensación cambió, ya no sentía miedo, sino que una parte de mi comenzaba a humedecerse y no quería admitirlo.
Busqué apartar la vista de su presencia, era imposible. Su rostro era perfecto, misterioso y al mismo tiempo, portaba una maldad que no podía describir. Me atraía y eso me hacía dar más odio, porque no lograba dejar de sentirme seducida por su imponente porte y su tacto de otro mundo.
Me colocó unas esposas en las muñecas y soltó una risita malévola. Luego, acarició mi cabello echándolo para atrás, agotando enteramente mi paciencia. Solté un quejido desde mi boca, aunque mi corazón pedía más contacto.
Allí, me dejó completamente sola. Recordé al antiguo Mark que conocí en la escuela, el tímido chico que no hablaba en voz alta, yo lo ignoré por mucho tiempo y me parecía tan raro... Ahora, era una bestia indomable. El me odiaba, siempre lo haría, el rechazarlo y humillarlo por tanto tiempo me pasaría factura.
La puerta se abrió y a la habitación ingresó un hombre que parecía salido de la televisión. Llevaba el cabello también oscuro y los ojos color verde oliva, de tez trigueña y fuerte, en efecto era el hombre más imponente después del nuevo Mark.
-Me presento, soy él beta de esta manada. Te he traído ropa limpia. -Su sonrisa brilló, tan amable como un caballero de su gran belleza podía mostrarse. -Mi nombre es Adren.
Depositó las prendas en la cama, sin mirarme con atención ni percatarse de que me hallaba esposada y casi sin ropa.
-¿El me detesta? -pregunté sin dar más preámbulos, si esta sería mi tortura la afrontaría desde la verdad.
El sonrió con algo de pena.
-Claro, te odia más que a cualquiera. Tú rompiste su corazón. -se encogió de hombros. -Si necesitas café, hay una maquina en la sala de al lado. -continuó, cambiando de tema como si yo fuera una simple invitada.
-Yo no he hecho tal cosa. -me excusé, buscando mostrarme ofendida. No me salía en lo absoluto, me sentía intimidada al estar esposada a una cama.
-El es mi hermano, Sara. -hizo una mueca de fastidio. -Cuando el te escogió como mate, hace tantos años, cuando los dos iban a la preparatoria, yo fui el que lo vio llorar.
-Santo cielo, solo fueron citas a las que no fui... -tragué saliva, comenzaba a recordad con más claridad esos sucesos del pasado.
-Para ti fueron eso, pero él, lloró toda la noche. Siempre ha sido sentimental, los demás lobos somos diferentes, solo tomamos lo que queremos y sino, la sangre se derrama. -el brillo rojo en sus ojos me hizo dar escalofríos.
Adren tenía el rostro diferente a cuando ingresó, parecía que su parte bestia iba a emerger. Se lo notaba mucho más sádico que Mark a pesar de mostrarse más amable para el exterior. Recordé la cena a la cual lo dejé plantado aquella vez, lo había olvidado por completo. Él no me gustaba para nada en ese entonces. Me aterraba cuantas otras cosas habría olvidado de nuestro tiempo en la escuela.
Él beta me miró con atención.
-Bienvenida a la manada, Sara, eres la mate más odiada de todas. -sonrió. -Lo mejor está por venir.
Otro escalofrió recorrió mi piel de pies a cabeza, el viento se filtraba por las pocas prendas que llevaba.
Mi vida estaba cambiando por completo. Aquí, en esta mansión, nada es lo que parece. Las sensaciones que he tenido, el placer que tanto negué toda mi vida. Estaba viviendo en un mundo diferente a mi recatado pasado. Estar infiltrada en la mansión no era nada sencillo, mucho menos cuando el amor intenta azotarme cada día. Es por mi hermana, es por Marie. Debo seguir fingiendo que soy una de ellos, que me gusta vivir una vida de relajación plena y que nada me avergüenza. Mi hermana fue asesinada y el culpable todavía era desconocido. El responsable debía pagar y estaba en esta mansión, estaba segura de ello. Debo negarme al amor y a todas las tentaciones que hay aquí para averiguar la verdad. Aunque eso me cueste la vida.
Mi esposo perfecto, el hombre del que me enamoré y al que le entregué todo, me ha humillado junto con su amante. No puedo creer que haya vivido en una fantasía. Me han dejado como un chiste, buscando socavar toda mi autoestima, engañada y sin juventud. Solo me queda enfocarme en mi trabajo. ¿Quién se cree ese millonario para intentar robarme? No conseguirá ni un minuto de mi tiempo. He perdido la memoria. ¿Cómo llegué a este avión? ¿Por qué siento que pasé la mejor noche de mi vida? Este misterioso hombre de la mafia me ha traído al otro lado del mundo sin que pudiera darme cuenta y lo peor es que... Me encanta.
Donald Evans, es un CEO billonario, que sustituye a su hermano en la trasnacional que dirige. No obstante, sus hermanas pretenden obligarlo, a contraer nupcias con una de sus amigas. Él, indomable y rebelde se niega a cumplir sus exigencias. En vista de esta situación y para castigar a sus hermanas, decide contraer matrimonio con una joven humilde, pobre, a quien protege, Yves Johnson, de padre desconocido y huérfana de madre, quien se enamoró perdidamente de él. Esta al poco de tiempo de casada se entera de los verdaderos motivos por los que él se casó con ella, en consecuencia, decide huir sin dejar rastros, llevando en su vientre a su heredero.
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
Rena se acostó con Waylen una noche cuando estaba borracha. Y como ella necesitaba su ayuda mientras él se sentía atraído por su belleza juvenil, lo que se suponía que sería una aventura de una noche se convirtió en algo más. Todo iba bien hasta que Rena descubrió que el corazón de Waylen pertenecía a otra mujer. Cuando esa mujer regresó, dejó de volver a casa, dejándola sola por muchas noches. Finalmente, un día, la pobre chica recibió un cheque y unas palabras de despedida. Para sorpresa de Waylen, Rena solo sonrió y dijo: "Fue divertido mientras estuvimos juntos, Waylen. Pero espero que no nos volvamos a ver nunca más. Que tengas una buena vida". Sin embargo, por voluntad del destino, los dos se volvieron a encontrar. Al ver que Rena tenía a otro hombre a su lado, los ojos de Waylen ardieron de celos y gritó: "¿Cómo diablos lograste seguir adelante? ¡Pensé que solo me amabas a mí!". "¡Es pasado!", Rena se burló, "hay demasiados hombres en este mundo, Waylen. Además, tú fuiste quien pidió la ruptura. Ahora, si quieres salir conmigo, tendrás que hacer cola". Al día siguiente, Rena recibió un anillo de diamantes y un mensaje del banco de que alguien había transferido miles de millones a su cuenta. Waylen apareció, se arrodilló frente a ella y dijo: "¿Puedo saltarme la fila, Rena? Todavía te quiero".
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Durante tres arduos años, Emily se esforzó por ser la esposa perfecta de Braiden, pero él todavía se mantenía distante con ella. Cuando él le pidió el divorcio por otra mujer, Emily desapareció. Sin embargo, cuando reapareció más tarde, se convirtió en su última fantasía. Despidiendo a su ex con una sonrisa burlona, ella le desafió: "¿Te interesa una colaboración? ¿Quién te crees que eres?". Los hombres no le servían para nada; Emily prefería la independencia. Mientras Braiden la cortejaba sin descanso, descubrió las identidades secretas de Emily: hacker de alto nivel, chef, médica, talladora de jade, corredora clandestina... Cada descubrimiento aumentaba el desconcierto de Braiden. ¿Por qué los conocimientos de Emily parecían ilimitados? El mensaje de Emily era claro: destacaba en todos los aspectos.