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Ginny Becker se ha acostado con su jefe. Eso hará que los problemas recaigan en ella. Becker es una madre soltera con dos hijos que debe de cuidar, siempre ha sido alguien ambiciosa y que ha procurado tener el control de todo lo que pasa en su vida y en la vida de sus hijos. El Sr. Lombardi es un empresario multimillonario que lo tiene todo en la vida pero que conoce a Ginny y luego de acostarse con ella empieza a sentir una fuerte atracción sexual ¿Que sucederá entre dos personas que no pueden unirse? ¿Que hará el empresario cuando sepa que Ginny tiene dos hijos?
Ginny Becker.
Que día tan feo y asqueroso. La lluvia sale despedida del parabrisas del coche de mi compañero de trabajo, igualmente asqueroso por su olor a patatas fritas del McDonald's y a pino. Leon hace tamborilear los dedos sobre el volante y se inclina un poco hacia adelante para ver mejor el exterior. Los limpiaparabrisas lo están dando todo en su ir y venir, pero es que llueve como si alguien hubiera rajado el cielo por la mitad y un océano rugiente estuviera cayendo por él.
-Gracias de nuevo por el viaje.
-De nada, para eso estamos.
Meto los labios hacia adentro e inspiro el verde de los pinos. No se con que ha roseado esto antes de que yo entrara, pero va a perseguirme allí donde vaya durante el resto del día. No conozco demasiado a Leon, así que es perfectamente posible que haya un cadáver en el maletero y que el spray de pino sea para ocultarlo.
-Esta lloviendo con bastante fuerza -digo.
-Si, se supone que va a llover toda la semana.
-Espero que el clima cambie un poco, no me apetece tener que pedirte que me lleves todos los días.
-No es problema para mí, Ginny.
-Siento que abuso de la confianza que me das -sonrío y el niega con la cabeza. Leon se ha portado bien conmigo desde que lo conozco, no conoce mis secretos ni como llegue aquí y tampoco pretendo que lo haga, me alegra que podamos conversar de cualquier cosa sin tener que atosigarnos, a veces, los amigos crean problemas innecesarios, pero en nuestro caso y hasta ahora no ha sido así.
-¿Repartirías golosinas en Halloween?
-No creo en esas festividades, pero a veces me gusta salir a celebrarlas para distraerme.
-Mi padre era fan de repartir golosinas por la calle, siempre decía que quería ser parte de una editorial y he sido yo quien ha terminado formando parte de una.
-Has querido seguir su legado.
-No es un legado si el no lo ha hecho.
-Puede que tengas razón.
Nos quedamos callados viendo la lluvia y suspiro, debería de entrar, pero no quiero lidiar con mi hijo y su hermana menor. Estoy segura de que han hecho un desastre en la casa. Los he dejado solos porque era la mejor opción que tenía, Asher ya es un hombre grande el cual considero que tiene la suficiente madurez para cuidar de Ederne. A veces discutimos por cosas triviales, pero eso es normal en todas las familias así que no me quejo ni discuto por el desorden que puede llegar a tener en su habitación. Miro a Leon y fuerzo una sonrisa, sigue con la mirada perdida en la lluvia, sus ojos no se despegan de ella y asumo que sus pensamientos han viajado a otro lugar.
-Debería de entrar, Ederne debe de tener hambre.
-No se como eres capaz de mantener a la niña, te admiro por ello, supongo que ninguna mujer es tan trabajadora y dedicada como tú, Ginny.
-No me pongas en un pedestal, no te lo recomiendo Leon.
-¿Qué tiene de malo pensar así de una amiga?
-Has visto lo que hemos hecho -le digo mirándolo a los ojos con fijeza-. Eso no lo hacen las buenas personas.
-Cada quien enfrenta sus problemas de la manera que quiere.
-¿Estás seguro?
-No eres mala persona por tomar un poco de dinero que devolverás después.
Asiento incrédula de que piense de esa manera, estoy por responderle pero me cohíbo cuando Ederne sale corriendo por la puerta principal, le sonrío a mi hija y la abrazo con fuerza. Huele a vainilla, pero su ropa tiene olor a cigarrillos lo que me indica que Asher ha estado fumando. Me he quejado con el sobre eso, he intentado ser la mejor madre y darle el mejor de los ejemplos, pero creo que no he hecho bien el trabajo porque sigue siendo un chico con aires de marihuana.
-¿Cómo está mi pequeño solecito?
-Hemos comido hamburguesa en tu ausencia, Asher ha traído a una chica que me ha cuidado como si fuera su hermana.
-¿Una chica? -pregunto alzando las cejas y la niña asiente.
-Es rubia -dice como si fuera una buena excusa. Ederne tiene diez años, mientras que Asher tiene quince.
-Cuéntame ¿Qué ha hecho tu hermano con esa chica?
La pequeña niña se encoje de hombros y se tapa los oídos con ambas manos.
-Subieron al cuarto y pusieron música a todo volumen, no quise prestar atención a lo que ocurrió después.
Miro con los ojos abiertos a Leon y el aguanta una carcajada, en estos momentos me alegro de que Ederne no sea tan curiosa. Si lo fuera no quiero ni imaginar lo que le estaría diciendo a Asher ahora. Siento que nuestra relación se salió de control en el momento que empecé a dejarlo solo por mucho tiempo cuidando de una niña de un año. A pesar de todo lo entiendo, no es fácil adoptar la postura masculina desde temprana edad y nunca espere demasiado de él.
-Parece que tu hijo tuvo un día divertido hoy, no esperaba que los niños de su edad supieran como enterrar objetos.
-¿De qué objetos habla el Sr. Leon? -pregunta Ederne y niego con la cabeza restándole importancia.
-No preguntes demasiado, Leon estaba por irse.
-¿Vendrá más seguido? -pregunta la niña y los dos negamos con la cabeza.
-Estoy muy ocupado con el trabajo, pero intentare de que me veas más seguido, quizás me vuelva el chofer personal de tu madre.
-Creo que a todos nos gustaría que eso ocurriera.
-¿Estas segura de eso?
-Por supuesto.
Ederne es una niña angelical, todos le agarran cariño con facilidad y disfrutan invitándola a eventos o a cosas en las que pueda aparecer y ser fotografiada. Aunque algunos padres lo vean como algo malo, le he sacado provecho al hecho de que mi hija sea una niña blanca, de ojos grises y cabello negro. Para alguna mujeres usar la imagen de sus hijos para sacar dinero es de lo peor, pero para mí es la mejor decisión que pude tomar en la vida, a ellos no les importa lo mal que me vaya o si estoy casi en la quiebra, todos esperan mucho de mí y a veces es frustrante que lo hagan.
Soy una mujer de treinta años que se ha mudado a Massachusetts, siempre he sido el tipo de persona que se muda con constancia, no importa a donde quiera dirigirme o si las personas quieren evitar que me vaya. Siempre busco la manera de huir de mis problemas. La lluvia cae con más fuerza y Ederne se sostiene del abrigo de Leon.
-Creo que es hora de que me vaya.
No respondo.
-Nos vemos -murmura mi hija, espero a que se marche y cuando lo hace suspiro, no me cae mal pero es un cabo suelto y ahora sabe de algo que he hecho. Nunca me ha gustado que las personas cercanas a mi sepan de mis movidas.
-Asher -digo cuando entro a la casa, esta sentado fumando dentro de la casa con una chica sentada en las piernas, los dos me miran y el solo chasquea la lengua mientras que la chica abre los ojos apenada, recoge sus cosas y sale corriendo en dirección a la puerta.
-Has hecho que no quiera volver nunca.
-Con el desinterés que le demuestras créeme que algún día iba a suceder.
-Pero no ahora -suspira-. Eres una pequeña bocazas.
Le dice a su hermana menor, ella es la luz de sus ojos, siempre se preocupa porque nada malo le pase y sé que, si en algún momento alguien quiere dañar a Ederne, él va a estar allí para defenderla.
-No fumes dentro de la casa, no traigas a mujeres aquí cuando Ederne está presente y por favor Asher deja de consumir drogas.
-No consumo, solo estoy fumando.
-¿Qué son las drogas? -pregunta la niña, agrando los ojos y niego con la cabeza.
-No es nada, sube a tu habitación. Te llamare para comer.
-Lo lamento ¿sí? Se me ha ido un poco la olla hoy, ni siquiera quería que ella viniera.
Me acerco a la cocina y veo todos los platos sucios, cierro los ojos porque pensaba que habían limpiado todo pero evito estresarme. Asher ve mi cara de molestia y comienza a ayudarme a lavar los platos.
-¿Por qué vino?
-Solo se apareció aquí, intente que se fuera.
-La metiste a tu cuarto.
-Así que Ederne te dijo eso -señalo.
-Tiene diez años, por supuesto que iba a soltarlo.
-No volverá a venir.
-Se que no lo hará, estoy esperando a que me llegue su mensaje diciendo que lo nuestro ha terminado.
-¿Tenían algo? -le pregunto con suavidad. Mi enojo se ha bajado un poco, Asher niega con la cabeza, pero muerde su labio inferior.
-No tengo la capacidad de sentir algo por alguien en estos momentos, ella solo me ayudaba a liberar tensión.
-No uses a las mujeres como objetos y si vas a usar a alguien que sea a una mujer de ochenta años con auto y con ganas de darte la mitad de su fortuna.
-A veces olvido que no eres una madre normal.
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