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Mi nueva vida como hombre lobo

Mi nueva vida como hombre lobo

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Jeff no quería salir, él realmente se negaba a ir a ese lugar, no quería acampar, la noche estaba demasiado fría, pero al final fue y ese mismo día, la luna se puso tan grande, tan amarilla y tan brillante, que decidió reclamarlo como el nuevo hijo de la noche. Desde ese momento la vida de Jeff cambió por completo, su cuerpo se transformó y se volvió una bestia, podía sentir como la luna lo llama, pudo escuchar su voz y desde allí, su vida cambió por completo, dándole un nuevo significado. —No te preocupes Jeff. Yo te enseñaré todo lo que sé…

Capítulo 1 Prólogo

Nunca me había percatado de que tan grande, brillante y hermosa era la luna, su luz siempre me envolvió y más aquella noche donde mi cuerpo dejó de ser mío, mis pensamientos se borraron y durante toda la luna llena me convertí en una bestia.

1 mes Antes

¿Qué significa tener 18 años? Mucha más responsabilidad, dedicación a lo que amo gracias a eso gane una beca y califique en la universidad E.G.A en Atlanta Georgia donde el mes que llevo estudiando aquí ha sido desafiante para mí y mis compañeros que también fueron aceptados al igual que yo.

El tener 18 años significaba también emprender tu propio camino, vivir lejos de casa, compartir y conocer gente nueva es una aventura nueva y se hace más fácil si tienes a tus amigos y a un compañero de habitación muy fastidioso que hace que todo sea más relajante con las cosas tontas que dice.

El día antes de que todo ocurriera, había llegado exhausto de mis clases, mis pies me estaban matando y los tenía algo hinchados, a parte mi cerebro se encontraba sobrecargado de información por tanta investigación que habían mandado.

—Aguanta un poco más, apenas estás comenzando–me recosté un momento en la cama cuando la puerta la abrieron bruscamente.

—¡Jeff! –gritaron mi nombre efusivamente–. ¿Cómo está mi compañero de dormitorio favorito? –Me levanté de la cama molesto.

—Soy tu único compañero de habitación, pendejo...–le dije molesto por su ruidosa intromisión.

—¡Ja! Que gracioso eres–comenzó a reírse como un maniático.

—¿Tienes algo que decirme? –le pregunté mientras me sentaba en el borde de la cama.

Daniel sin ningún aviso se sentó al lado mío, colocó su mano sospechosamente encima de mi pierna yo con cautela (de que fuera hacer algo sospechoso) tomé su mano y con una risita incómoda la aleje de mí pierna y me aparté un poco de él.

–Sabes. Hace más de 20 años que la Universidad E.G.A abrió sus puertas a otras nuevas carreras, a parte de las carreras que tenían que ver con alguna especialidad artística, a partir de ese momento los diferentes campus, siempre tenemos una tradición con los nuevos ingresos–no me estaba gustando el ritmo que va llevando la conversación.

—¿Y? ¿Qué tiene que ver eso conmigo? –Le pregunté algo confundido.

—Bueno… Esta noche para darle la bienvenida a los nuevos, siempre nos vamos de campamento a las afueras de la ciudad. Pero como este año el ingreso de nuevos chicos con carreras en artes fue bastante, decidimos incluirlos para que vinieran este año con nosotros–enarque una ceja demasiado confundido.

Por lo que me han contado los alumnos que entran por artes no se suelen relacionar con los chicos de otros clubes o carreras dentro de la universidad, siempre los suelo ver apartados del resto.

—¿Qué es lo que quieres de verdad? –Su sonrisa fue exactamente igual a la del Guasón.

—¿Por qué no invitas a algunas de tus amigas para que vengan con nosotros este año? –Sabía que esto no iba a ir por buen camino.

—Ni lo pienses–me levanté de la cama, tomé la toalla para ingresar al baño, no tenía nada de tiempo como para estar malgastando en él.

—Me espera una respuesta así, pero menos mal que me preparé para el momento–La sonrisa en su rostro no es para nada normal–. Toma...–me entregó su teléfono y pude ver fotos mías entrenando sin con “poca” ropa en una de la sala de ensayo.

—Me lo voy a descombrar, ya vas a ver–su sonrisa de victoria se hizo cada vez más notoria.

—Te haré una simple pregunta, ¿irás o no? –mordí mi labio inferior con algo de fuerza, respire y luego suspiré dejando ir todo ese aire.

—Sí iré.

—¡YES!

(+)

El camino al “campamento” fue de lo más horrendo que he experimentado en toda mi vida, literalmente salimos de la ciudad, nos adentramos a un camino de tierra y rocas, él se encontraba conduciendo muy mal. Hasta que después de tanto trajín y ganas de vomitar llegar a un lago, de inmediato nos bajamos del carro, vimos como los otros chicos que iban en los otros carros se bajaban y me sentí un tanto incómodo por la presencia de tanta gente reunida en un mismo lugar.

—Me quiero ir...–le dije a Alex, mi mejor amiga.

—Ya llegamos aquí, no le des tantas vueltas al asunto. Solo vamos a divertirnos y listo–me tomó del brazo y me jalo para ayudar a sacar unas cosas del carro.

(+)

La luna toda la noche se encontraba enorme y amarilla, parecía un enorme pedazo de queso cheddar al recordar ese día.

— Voy a caminar un rato–le dije a Alex mientras la ayudaba a colocar la tienda donde vamos a dormir.

—¿Estás seguro? No conoces este lugar y te puedes perder en el bosque–me pregunto preocupada

—No te preocupes, solo caminaré un rato y volveré enseguida.

Caminé alrededor del lago, la luz de la luna iluminaba todo el camino y sin cerrar los ojos, se puede escuchar el sonido del agua de algunos insectos cantando en el pasto y si queríamos hacer la noche más especial, una corriente de viento bien frío refresca el ambiente. Me detuve al estar bastante lejos del campamento.

Me quedé parado un momento en la orilla del lago, el agua se veía tan azul, translúcida y brillante, agarré mi celular del bolsillo de mi pantalón y le tomé una foto a la luna. De la nada me giré al escuchar unos extraños pasos provenir de un pequeño sendero lleno de muchos árboles y ramas, miré por todas las direcciones y al percatarme de que no había nadie ni nada seguí recorriendo el lago.

Todo el trayecto de vuelta al campamento me sentí observado en algunos momentos, la piel se me erizo. Me quedé quieto al ver una extraña figura a lo lejos, mi corazón comenzó a acelerarse mientras los ojos incisivos de la criatura con apariencia femenina me observaban desde lejos, de inmediato supe que no tenía que estar aquí. Retrocedí y me giré como si nada pasara, tratando de conservar la calma caminé al campamento de nuevo cuando una corriente de aire paso adelante de mí dejándome petrificado por unos segundos.

—Tranquilízate, no pierdas el control...

Trate de respirar, mientras buscaba la forma de salir ileso de toda esta extraña situación. Observé un camino diferente y decidí adentrarme sin perder el sendero del río. Caminé por un rato y me detuve al percatarme de que ya no veía el lago.

—Tengo que regresarme...–me giré para retomar mis pasos, pero me detuve en seco y sentí como iba a vomitar mi corazón.

Al frente, un gigantesco lobo, con dientes gigantes, con pelaje grisáceo casi plateado, con unos ojos azules intensos se encontraba delante de mí, mirándome con deseo de tragarme vivo.

Traté de no entrar en pánico, realmente no quería que aquella criatura me atacara y fuera el fin de mi joven vida, pero al ver como comenzaba a caminar en círculos a mi alrededor no me quedó más de otra que salir huyendo.

Mis pasos eran firmes y rápidos pero aquella bestia me seguía con suma velocidad, mi corazón estaba acelerado, mi respiración se hacía más agitada y por segundos me costaba respirar. Sin darme cuenta, mis pies se enredaron con una gran raíz de un árbol y me caí al suelo.

Intenté levantarme, pero era demasiado tarde, aquella bestia cuadrúpeda lo tenía encima de mí. Mis lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, lo primero que se me vino a la mente fue mi familia, mi mamá, mi papá, mis hermanos, todos ellos. Los momentos que pase con mis amigos, el baile, sobre todo el baile, cada momento que pasé en el escenario, las veces que gane competencia o que las perdía, cada uno de esos recuerdos se me vino a la mente.

Lo menos que quería era morir porque no estaba preparado para enfrentar la muerte, lloré y pataleé como niño chiquito, traté de quitarme a ese animal de encima pero no podía, era muy pesado para mí y mi fuerza no me daba. En aquel momento lo supe, ya mi luz se iba a apagar por culpa de ese animal y lo tuve más en claro cuando comenzó a rasgar mi piel con sus garras afiladas como navajas.

—¡AHHH…! – Grité lo más fuerte que pude a pesar de que nadie me iba a escuchar.

Destruyó toda mi ropa, mordió con fuerza mi hombro derecho hasta que mis ojos se fueron apagando por el dolor, hasta ya no poder ver nada...

Continuará...

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