/0/12542/coverbig.jpg?v=2da671b0f0c9c435052b8ab4781b1a59)
Milly, solo Milly, sin apellidos, sin vida, sin nada que ofrecer. Huérfana desde siempre. Jamás conoció a sus padres y no sabe nada sobre el amor ni la amistad. Siempre ha estado sola y nunca se ha enamorado. Su camino se cruza con el de Bennet Benson y este la seduce, pues la escucha hablar sobre su virginidad con su amiga Tatiana Chong. Una apuesta, un arreglo, una oportunidad para ser feliz o sufrir eternamente. Bennet no está enamorado de ella y sabe que jamás lo estará, es bonita, pero no es su estilo. Sin embargo, los padres correctos y pragmáticos de él opinan algo totalmente diferente: Si hizo mujer a una jovencita, ¡debe contraer matrimonio!
Huir.
Para mí nunca sería un problema, ya que había estado sola la mayor parte de mi vida había aprendido a estar sola, estaba acostumbrada a la maldita soledad que me embargaba.
Para muchas personas sería difícil encontrarse sola en mitad de la noche, pero para mí, que soy huérfana desde que nací, jamás me había importado, aprendí a amar la soledad, aprendí a adorar estar a solas.
Estar sola no representaba un peligro para mí, representaba lo común, lo fácil, lo que ya había estado haciendo durante toda mi vida.
-Hola muñeca, ¿quieres compañía?
-No. - fue lo único que le respondí mientras aceleraba el paso y entraba a la cafetería más cercana.
Si bien no le tenía miedo a la soledad, le temía a las personas abusivas que podían encontrarse en esta.
Siempre había uno que otro degenerado que quería aprovecharse de las personas indefensas, de los que se encontraban solos, de aquellos que no tenían ni un solo doliente que nadie se preocuparía en caso de que estos desaparecieran y lamentablemente yo era una más de esas.
Nadie se preocuparía por mí, nadie pensaría que yo no había regresado a casa. Nadie se preguntaría porque en el hogar de acogida, una de las cinco jóvenes que vivían en aquella casa no había vuelto.
Vivo en un hogar de acogida desde que tengo uso de memoria. Quedé huérfana desde que nací, no conocí jamás a mi madre, ni tampoco sé quién es mi padre. En el orfanato no dan esos detalles. Solo sé que nací en uno de los tantos hospitales de Cleveland y que entré en el sistema esa misma noche.
Los hogares de acogida son todo lo que conozco, son todo lo que sé y lo que he aprendido. Cinco jóvenes que fueron aceptadas en aquella casa, todas con edades similares a la mía: Mary Lucy, Ana Samantha, Dorys, Olga y yo: Milly.
Apellido no tengo.
Así de simple es mi nombre. Y así de simple es mi vida. No puedo decir que es caótica porque la verdad es que entré en el sistema y pasé a diferentes hogares de acogida cuando en el orfanato no pudieron seguir manteniéndome. El Gobierno es una desgracia y a la larga, tarde o temprano, siempre vendrá una familia que quiera ayudar a los niños sin padres o quizás una que quiere el dinero que da el Gobierno para mantenernos.
Los Williams fueron la primera familia que me acogió. Apenas tenía cuatro años. Solamente recuerdo que me daba mucha hambre por las noches, porque estos no me daban de cenar una sola comida al día y en la mañana un pan sin queso ni kétchup ni tampoco mayonesa. Solo el pan, sin nada más, para acompañarlo tan solo para decir que me estaban alimentando mientras ellos disfrutaban del dinero que el Gobierno lo estaba por mí, por mi cuidado, por protegerme, por alimentarme.
Los Ángeles, quizás Dios, tal vez el mismo demonio se apiadó de mí y envió a uno de los del Departamento de cuidado de Niños, esos que ya habían sido entregados a hogares de acogida y solo estaban esperando por unos padres adoptivos. La mujer se apareció en la Casa de los Williams y les preguntó por mí al salir de la habitación en la cual yo había estado viviendo durante pocos meses, ella se percató de inmediato que algo andaba mal.
No recuerdo mucho, solo sé que la mujer me llevó ese mismo día con ella y jamás volví a ver a la señora Williams ni al señor Williams.
-¿Vas a querer algo para tomar? - Me preguntó Tatiana, la misma chica que tenía más de un mes atendiéndome cada noche mientras me escabullía de la casa de acogida.
Salir para no llorar.
¿Será que soy la única que en determinados momentos solo quiere escapar, correr el caminar, huir del lugar en el cual se encuentra, para así despejar la mente y poder analizar las circunstancias que lo abraza?
- Si sabes lo que tomo para que me preguntas. - no era una pregunta, tan solo un comentario al azar.
- Al parecer, hoy no estamos de buen humor.
- Estoy cansada, en verdad. - fue lo único que les respondí mientras ella se daba la vuelta y comenzaba a hacer mi café.
Me senté en uno de los taburetes que estaban frente a la barra y esperé contando con mis dedos tamborileando sobre la madera roída, pegajosa y mugrienta, a que Tatiana me entregara mi café en un vaso de cartón para llevar.
Sí, había muchos lugares mejores para tomarme un café. Sin embargo, en este bar cafetería había encontrado el despejo.
Había talento por doquier, había personas que se pasaban aquí noches escribiendo en sus computadoras, otros dibujando a cada extraño que pasaba por el frente. Unos pocos tarareando canciones y rallándolas en los papeles de servilleta, que entregaban las camareras al llevarles sus café y croissant.
Aquí me sentía bien, aquí me sentía como si en verdad formara parte de algo, no como en la casa de acogida, allí donde mis compañeras siempre tenían algo de qué hablar, siempre de hombres, de las cosas que quisieran vivir, de lo que les gustaría disfrutar. Y yo, por supuesto, no era la única que me a escabullía cada noche. Lo único que mis intereses iban mucho más allá de lo físico, de lo que ellas deseaban experimentar o que talvez ya lo habían hecho.
- Aquí tienes tu café.
- Gracias. - fue lo único que respondió mientras agarraba el vaso de cartón con ambas manos y dejaba que éste me calentara.
Llevaba una blusa mangas largas de color rojo vino que me cubría muy poco del frío y unos jeans que habían sido heredados de una de las hijas de los Pérez, la familia de acogida con la cual vivía.
Cleveland en aquella noche de noviembre estaba que congelaba hasta los huesos.
Nada bueno para un matrimonio que tenía a cinco jóvenes que no eran sus hijas y a tres que si lo eran. Todo se ponía difícil y escaseaba. Algunos lujos, como la ropa de frio y zapatos que sirvieran a mis pies correctamente, sencillamente era un lujo que no podían costear.
Al menos no para los 8 que vivían bajo la tutela de los Pérez.
-¿Segura que estás bien? - volvió a preguntar Tatiana mientras dejaba la toalla con la que acababa de limpiar la barra encima de la máquina de café.
A lo mejor para que esta se secara.
El sonido de la puerta hizo que girara mi cabeza y obviara la pregunta de Tatiana.
O quizás simplemente estaba buscando una excusa para alejarme de los ojos marrones intensos de ella.
Habíamos desarrollado una especie de sincronía, no quería llamarlo amistad, porque en verdad yo no me había acercado jamás a nadie como para saber el verdadero significado de la palabra.
-¿Tienes té? - fue la pregunta que hizo el desconocido al sentarse a mi lado y quitarse la bufanda que cubría su cuello donde destacaron un par de tatuajes con tinta roja en forma de ramas. - ¿Se te perdió algo? - Preguntó el hombre. Y de inmediato me di cuenta que estaba mirándome a los ojos y que él se había percatado de mi escrutinio.
Ella era fuerte, como un huracán en un pueblo pequeño. Él no estaba acostumbrado a no ser tomado en cuenta ni mucho menos a estar por debajo de nadie. Ambos aprenderán una lección importante sobre la vida: nunca escupas hacia arriba. Cassie Blake es una empresaria a la que su prometido, el amor de su vida, le fue infiel con su secretaria. Ella ya no cree en el amor ni en quienes lo presumen. Jonas Cortes es un hombre seguro de sus sentimientos, respetuoso e intenso. Él llega a MeadVille, el pueblo que lo vio nacer y crecer, y debe hacerse cargo por petición de su hermano difunto de sus dos sobrinas. La vida de Cassie y Jonas se complica, se vuelve ardiente y pasional, pero Cassie no está completamente segura de poder amar a Jonas como él exige. ¿Podrá volver a confiar? ¿Se dejará llevar por ese afecto que siente de repente por su subalterno? Acompaña a Cassie y a Jonas en el descubrimiento de sus vidas y su yo interior. No está de más entregarse cuando el amor es real.
Verónica Sanchez es una estudiante de psicología clínica que tiene fantasías sexuales con el novio de su hermana. Benjamín Alcazar no busca nada mas que una noche de sexo caliente y duro en el club mas famoso de la ciudad. Un club que te permite ser y hacer lo que quieras sin ser juzgado. Acaso no es eso lonque todos quieren en algún momento de su vida? ¿No ser juzgados por sus preferencias sexuales? El es virgen, jamas ha estado con una mujer, aunque se ha tocado a sí mismo, desea experimentar antes de el día siguiente qie contraerá matrimonio con la hija del socio mayor de la empresa de su padre. Una mirada será mas que suficiente para que ambos decidan satisfacer esos deseos carnales tan intensos que le calan en lo mas profundo de su ser.
Ella cayó en la trampa que la tendieron su prometido y su mejor amiga. Lo perdió todo y murió en la calle. Sin embargo, ella renació. En el momento en que abrió los ojos, su esposo estaba tratando de estrangularla. Afortunadamente, ella sobrevivió a eso. Firmó el acuerdo de divorcio sin vacilación. La joven estaba lista para su miserable vida. Para su sorpresa, su madre en esta vida le dejó una gran cantidad de dinero. Ella dio la vuelta a las tornas y se vengó. Todo le salió bien cuando su ex marido apareció en su vida.
Tras ser drogada con sustancias afrodisíacas por su prima, Yvaine, pasó esa noche, su primera vez con un desconocido, que la salvó de perder su virginidad a manos del viejo que había contratado su prima para vengarse de ella. Por la mañana Yvaine, huyó, sin poder olvidar la experiencia más excitante y única, que había vivido en brazos de un hombre. La vida de la protagonista se desmoronó. Su tía la trató como una prostituta, su novio la dejó por su prima, descubrió que el hombre con el que pasó la noche era uno de los hombres más rico, e influyente de Estados Unidos, y finalmente descubre que está embarazada de gemelos. ¿Qué más podia salir mal?, ¿Qué podia hacer?, sólo le quedaba hacer una cosa, huir... Lo que nuestra protagonista desconocía era que, para Norman Miller, CEO de Miller Holding, y padre de sus hijos, ya había decidido, que, tras esa noche, ella es suya para siempre... Y él era un hombre que siempre tenía lo que quería. ¿Qué sucederá?
Lenny era el hombre más rico de la capital. Estaba casado, pero su matrimonio no tenía amor. Accidentalmente tuvo una aventura de una noche con una extraña, por lo que decidió divorciarse de su esposa y buscar a la chica con la que se acostó. Juró casarse con ella. Meses después del divorcio, descubrió que su esposa estaba embarazada de siete meses. ¿La mujer lo engañó? Scarlet estaba buscando a su esposo, pero, por error, los dos pasaron una noche apasionada. Sin saber qué hacer, se escapó presa del pánico, pero luego descubrió que estaba embarazada. Justo cuando estaba lista para explicar lo que le había sucedido a su esposo, este le pidió el divorcio. ¿Descubriría Lenny que la extraña chica con la que se había acostado era en realidad su esposa? Más importante aún, ¿su matrimonio sin amor mejoraría o empeoraría?
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
-Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. - ¿Juntos? - ¡No! Muertos. -Tú siempre tan romántica. -Y tú, tan estúpido. -Ya hablo doña perfecta. -Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. -Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. -Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto -grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. - ¿Podrás algún día dejar tranquila a "Mi Vale"? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. - ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. -Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. - ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. - ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.
Paola Fischer vive un matrimonio aparentemente feliz hasta el día en que, al regresar a casa, encuentra a su esposo, Lucas Hotman, en la cama con su secretaria, Rose Evans. La traición la deja destrozada, y, sin saber cómo enfrentar el dolor, se marcha de su hogar. Esa noche, en un bar, conoce a un enigmático desconocido que le ofrece una compañía inesperada. Buscando escapar de su desilusión, Paola se entrega a una noche de pasión con él, dejando que el dolor de su traición se diluya en la intimidad. Al día siguiente, trata de seguir adelante, pero pronto se enfrenta a una sorpresa que cambia el curso de su vida: está embarazada, y el padre no es Lucas, sino aquel hombre al que apenas conoció.