/0/13213/coverbig.jpg?v=7784eebe9631f522dddff6a2caf1baa5)
Allison se enamoró de Ethan Iversen, el futuro alfa de la Manada Moonlight Crown. Siempre quiso que él se fijara en ella. Sin embargo, Ethan era un alfa arrogante que pensaba que una débil omega no podía ser su pareja. El primo de Ethan, Ryan Iversen, que había vuelto del extranjero y era el verdadero heredero de la manada, nunca intentó conseguir el puesto ni mostró ningún interés por él. Era todo un alfa playboy, pero cuando regresó a la manada, una cosa cautivó sus ojos y fue Allison.
Mi nombre es Allison.
"Deja de mirarlo", me reprendió mi mejor amiga, Teresa, sacudiendo la cabeza al ver mi mirada fija en Ethan Iversen, quien conversaba con sus amigos en una mesa situada en la esquina derecha de la cantina.
A pesar de mis intentos por ser discreta, mis ojos siempre parecían encontrarse con él, algo que él ignoraba por completo. Como futuro Alfa de la manada Moonlight Crown, Ethan gozaba de prestigio y admiración, mientras que yo no era más que una Omega normal y corriente.
Teresa y yo estábamos sentadas en la cantina de la escuela durante nuestro descanso, poniéndonos al día y disfrutando de un rato de descanso.
Suspiré y me volví hacia ella, empezando a explicarle: "Solo estaba...".
"Sí, sí, solo estabas mirando a tu alrededor y tus ojos se posaron 'accidentalmente' en él", me interrumpió, riéndose entre dientes.
Sonreí tímida y aparté la mirada. Teresa era más que mi mejor amiga; me conocía a la perfección.
"Eres la hija del Beta de esta manada; no puede ignorarte", afirmó con seguridad.
Sacudí la cabeza en señal de desacuerdo. "No, quiero que me vea como una chica normal, no como la hija del Beta", confesé.
"Eres preciosa. Se enamorará de ti, estoy segura. Si no, puede que tenga que romperle el cuello...".
Las palabras de Teresa se cortaron cuando me apresuré a taparle la boca con la mano, antes de sisear: "¡Shhh! ¡Podría oírte!".
Al darnos cuenta de la hora que era, nos apresuramos a ir a nuestra siguiente clase, promoción de marcas, a la que curiosamente podían asistir juntos los alumnos de último curso y los de tercero.
Mientras esperábamos fuera del aula, el corazón se me aceleró al ver que Ethan se acercaba. Ansiosa, esperaba que pudiéramos entrar y sentarnos juntos. Pero cuando estábamos a punto de hacerlo, sentí un empujón a mi derecha que me hizo chocar contra él. Sus fuertes brazos me sostuvieron enseguida y sus manos me agarraron firmemente por la cintura. Abrumada por su cercanía, casi me desmayo cuando su calor me envolvió.
Mi mirada no se pudo apartar de su frente blanca, ligeramente cubierta por un flequillo, su nariz afilada y sus profundos ojos oscuros.
"¿Estás bien?", preguntó al notar mi intensa mirada.
Sentí que me hundía en sus ojos. Él se encontraba en el cuarto año de la Universidad de Moonlight, mientras que yo no era más que una estudiante de primero. Las personas se detuvieron a ver lo que sucedía.
Consciente de que lo había mirado durante bastante tiempo, dije inmediatamente:
"Sí, gracias", balbuceé, dando un paso atrás.
Él asintió y entró.
En el aula, vi que otras chicas me dirigían miradas envidiosas. Ethan no solo era el chico más atractivo que habían visto nunca, sino también su futuro Alfa. Aunque muchas lo admiraban por su aspecto y su posición social, mis sentimientos estaban arraigados en un lugar más profundo: me había salvado la vida una vez, un hecho que lo hacía realmente especial a mis ojos.
Teresa me dio un codazo y susurró: "¿Qué tal estuvo?". Le respondí dándole un puñetazo juguetón en el brazo. "¡Ay! Esperaba un beso en la mejilla, ¡no un puñetazo!", exclamó entre risas.
Ella me había ayudado acercarme a Ethan, incluso era la responsable del empujón anterior.
"Se enojará, Teresa. No vuelvas a hacerlo".
Ella suspiró y puso los ojos en blanco, sin duda irritada. "No sé cómo piensas enamorarlo siendo tan franca".
Me reí y la tomé del brazo mientras nos dirigíamos al salón. La clase estaba repleta de alumnos. Busqué un asiento vacío con la mirada y vi algunos, pero ninguno estaba cerca de Ethan. De mala gana, nos dirigimos a los lugares disponibles, lejos de donde él estaba.
En ese momento, entró el profesor y comenzó la clase.
"Estimados alumnos, hoy aprenderemos a seleccionar al patrocinador ideal para su producto. Es fundamental elegir al financiador adecuado", explicó.
Me concentré en sus palabras, ansiosa por sobresalir en mis estudios y hacer que mis padres se sintieran orgullosos.
"Por ejemplo, tenemos al Alfa Ethan, que es la imagen de nuestra escuela. Somos afortunados de contar con él", continuó el profesor.
Al mencionar su nombre, todas las miradas, incluida la mía, se volvieron hacia él.
Este frunció el ceño y corrigió bruscamente al profesor: "Ethan".
El profesor, algo confundido, preguntó: "¿Sí?".
"Llámame Ethan".
"Sí, sí. Es un gran honor", respondió, con una sonrisa, intentando suavizar el incómodo momento mientras todos luchaban por reprimir la risa.
"¡Comienza a adular! A todos aquí les encanta halagarlo, ¿verdad?", susurró Teresa.
No pude evitar echarme a reír. Mirando a Ethan, me di cuenta de que parecía estar concentrado en un libro, aunque sospeché que su mente se encontraba en otro lugar. Si bien Ethan era conocido por su carácter reservado, él y yo no éramos extraños: nuestras familias eran muy unidas, tanto por la amistad como por el papel que desempeñaban en la manada.
Sin embargo, el pasado de Ethan era complicado. No era el hijo biológico de nuestro Alfa, Neil Iversen, sino el de su hermano, Evan. Por desgracia, perdió a sus padres cuando tenía cinco años, por lo que el Alfa Neil se hizo cargo de él. Con el tiempo, Ethan llegó a ser conocido como "su sombra", y estaba claro que Neil pretendía que le sucediera como próximo líder de la manada. Pero la situación era más compleja de lo que parecía. El Alfa Neil también tenía un hijo biológico, Ryan, de la misma edad que Ethan. Todos sabían que la relación entre ambos era tensa.
Recordaba al Ryan de mi infancia, aunque no lo había visto desde que tenía once años, hacía casi ocho, su padre lo envió al extranjero.
"¿Irás esta noche?".
La pregunta de Teresa me devolvió al presente. "¿Eh?", respondí, un poco aturdida.
"Ryan Iversen vuelve hoy. Le van a organizar una fiesta de bienvenida", me explicó.
Fruncí el ceño. "Ni siquiera es alumno de la universidad".
"Lo será", intervino una chica en el asiento delantero. "Cuatro luchadores de la manada estuvieron hoy en la oficina del decano, y un profesor mencionó que Ryan se va a trasladar a nuestra escuela".
"Ya veo", murmuré, con los pensamientos a la deriva.
Ryan no se parecía en nada a Ethan. Era todo lo contrario: siendo niños todavía, siempre veía a Ryan enfadado y conflictivo.
"¿Vienes conmigo?", insistió Teresa.
"No", respondí.
"Piénsalo. Seguro que va Ethan".
Le dirigí una mirada a este, quien estaba absorto en su teléfono, y suspiré.
Después de las clases, Teresa me dejó en casa, ya que le quedaba de camino. Al encontrarla vacía, llamé a mi madre por teléfono.
"¿Mamá?", pregunté cuando ella atendió. "¿Dónde estás?".
"¿Estás en casa, cariño? Debes de tener hambre. Hay comida en la cocina, la preparé antes de venir a la manada", me dijo.
"¿A la manada? ¿Para qué?".
"Luna Elena necesitaba ayuda para preparar algunos de los platos favoritos de Ryan para celebrar su regreso. Ya sabes cuánto le gustaba mi comida", me explicó.
"De acuerdo, mamá", dije antes de colgar.
Mi madre tenía un estrecho vínculo tanto con Ethan como con Ryan, y nuestras familias estaban entrelazadas por su amistad con Luna Elena.
Después de una ducha y un almuerzo atrasado, Teresa llegó a mi casa por la tarde.
Vestida informalmente con unos pantalones azules y una camisa negra suelta, con el cabello recogido en una coleta alta, yo estaba decidida a no llamar la atención.
"Vamos", dije.
Nos subimos a su automóvil y nos dirigimos al club donde los mayores estaban celebrando una fiesta. Cuando entramos, me sorprendió inmediatamente el humo que se arremolinaba y la música estridente. Como nunca había estado en una discoteca, era una experiencia nueva y emocionante para mí.
"Salgamos a tomar unas copas", sugirió Teresa, tirando de mi brazo.
Me di cuenta de que casi todos los alumnos populares de nuestra escuela estaban ahí, disfrutando de la fiesta. De repente, mis ojos vieron a Ethan conversando con alguien.
"Enseguida vuelvo", le dije a Teresa, dirigiéndome hacia él.
Me acerqué con cautela y me detuve justo detrás de él.
"Ethan", le dije.
Se dio la vuelta para mirarme. Lo saludé con una sonrisa, pero mi expresión cambió al notar que su exnovia, Julie, estaba parada frente a él.
"¿Sí?", preguntó.
Me quedé sin palabras, sin saber qué decir.
"Hola", logré balbucear.
Se limitó a asentir y se dio la vuelta, ignorando mi saludo. Retrocedí, sintiéndome menospreciada, pero no pude evitar escuchar su conversación.
"¿La conoces?", preguntó la chica.
"Ajá".
"Como si fuera alguien que podría ser...".
"No es mi tipo", la cortó bruscamente Ethan.
Me quedé desconcertada. ¿Se había dado cuenta de que aún podía escucharlo? ¿Cómo podía rechazarme tan abiertamente ante otra persona? ¿No era su tipo? ¿Por qué?
Mis manos se cerraron en puños mientras las lágrimas brotaban de mis ojos y me nublaban la vista. Al retroceder unos pasos, choqué contra una figura sólida. Me di la vuelta con rapidez, cegada por las lágrimas, apenas pude distinguir quién estaba frente a mí. Parpadeando deprisa, mi visión comenzó a aclararse, revelando un par de intensos ojos negros que me examinaban.
Mi mirada se detuvo en sus llamativos rasgos: cabello negro, mandíbula pronunciada, cejas gruesas y una tez blanca y sin imperfecciones.
Sus ojos recorrieron brevemente mi atuendo antes de volver a mirarme. Luego, en un tono profundo y gélido, preguntó:
"¿Quién eres?".
Amar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único que Debbie quería era el divorcio. Llevaba tres años casada con Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera había visto la cara. Cuando por fin decidió poner fin a su irónico matrimonio e ir en busca de la felicidad verdadera, apareció su supuesto marido y le pidió que lo intentaran de nuevo. A partir de entonces, Carlos se sentía increíblemente atraído por el espíritu libre y salvaje de Debbie y se enamoró de ella. Él comenzaba a mimarla. Poco a poco, lo que había entre ellos se iba a convirtiéndose en una atracción irrefrenable. Esto es una extraordinaria historia de amor donde descubrirá que, a veces, el amor no está muy lejos de cada uno de nosotros.
Casarse con su mejor amigo fue un sueño hecho realidad para Kelly, pero todo tiene realmente una limitación. Pierce es el primer amor de Kelly, pero como su mejor amiga, sabía bien que siempre había otra mujer en lo profundo de su corazón. Lexi Gilbert. La mujer que Pierce nunca podría olvidar incluso si ya hubiera acordado casarse con Kelly. *** Kelly finalmente se dio cuenta de que su feliz matrimonio de los últimos tres años era solo un hermoso sueño cuando Pierce pidió el divorcio solo porque Lexi regresó. Ella sólo podría ser su mejor amiga incluso si estuviera encinta de su bebé. *** Dado que su amistad se había convertido en una jaula, Kelly decidió dejarlo en libertad, así como a la miserable misma. Pero ¿por qué entonces fue Pierce quien se negó a seguir adelante? Para empeorar las cosas, su diabólico hermanastro también intervino de manera dominante al mismo tiempo, pidiéndole que fuera suya. *** ¿Su príncipe azul contra su hermanastro diabólico? ¿Cómo podría Kelly salvar su corazón en esta batalla de amor y odio?
Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
Clarissa Chapman, un día, al entregar preservativos a una habitación de hotel, descubrió que su cliente era su... ¿prometido? ¡Atrapó a su prometido y media hermana en la cama! ¡Solo entonces Clarissa se dio cuenta de que su novio de seis años la había engañado! ¿Qué es más ridículo? Su padre dijo que era porque ella no era atractiva y su hermana lo merecía más. Dejó a su prometido idiota, ¡se encontró con su Sr. Correcto en una aventura de una noche! Espera... ¿por qué este hombre se veía exactamente parecido al CEO multimillonario - Anderson Jordan en la televisión? Anderson era de muchas cosas, guapo, considerado y leal. Nunca imaginó que un apuesto como Anderson se enamoraría de ella, hasta ese día... Su familia de pesadilla la encontró, tratando de arrastrarla al pasado miserable... otra vez...
Durante tres años, Jessica soportó un matrimonio sin amor mientras su marido fingía impotencia. Sus mentiras se desvelaron cuando apareció una amante embarazada. Tras seis meses recopilando pruebas en secreto, Jessica se deshizo de él y construyó su propio imperio multimillonario. Tras el divorcio, se transformó en una figura irresistible, atrayendo admiradores. Un día, al salir de su oficina, se encontró con Kevan, el hermano de su exesposo. Él intervino, enfrentándose a ella: "¿Acaso era solo una herramienta para ti?". Los labios de Jessica se curvaron en una sonrisa tranquila mientras respondía: "¿Cuánta compensación quieres?". La voz de Kevan se suavizó. "Todo lo que quiero eres tú".