/0/13407/coverbig.jpg?v=b8e9f1ccbe996f8e29608e37aed6c90f)
Cuando volvieron a encontrarse, Jason dejó a un lado su paranoia y su orgullo y abrazó cálidamente a Chelsey. "Por favor, ¿vuelves conmigo?". Durante tres años, ella había sido su secretaria de día y su amante de noche. Chelsey siempre había cumplido sus deseos, como una obediente mascota. Sin embargo, cuando Jason declaró sus planes de casarse con otra, ella optó por dejar de amarlo y dejarlo ir. Pero la vida dio giros inesperados. El inflexible cortejo del hombre, el bebé que ella estaba esperando y la avaricia de su madre la llevaron poco a poco al borde del abismo. Al final, sufrió mucho. Cinco años después, cuando regresó ella, ya no era la mujer que había sido. Sin embargo, el hombre había hundido en una espiral de caos de cinco años.
Las lujosas cortinas de lino se balancearon cuando una mano delgada se estiró para sostenerse, solo para que otra más grande y fuerte la sujetara contra la ventana de vidrio.
Ya estaban en su cuarta ronda.
Evidentemente, el hombre estaba desahogando toda su pasión reprimida en la semana pasada que estuvo en un viaje de negocios.
En poco tiempo, Chelsey Morgan estaba suplicándole mientras sentía sus piernas temblar debajo de ella.
El hombre finalmente se detuvo con una última embestida, pero incluso entonces se sentía la tensión sexual, en especial mientras su pecho subía y bajaba contra la espalda de la mujer, dejando besos en el arco de su cuello hasta la oreja.
"¿No puedes aguantar más?", se burló con voz áspera.
Chelsey se dio la vuelta y le abrazó el cuello.
Las tenues luces de la calle se filtraban en la habitación y suavizaban los rasgos severos del hombre. Pero se evidenciaba el deseo en sus ojos. Era una bestia descarriada, así que no pararía hasta saciar completamente su hambre.
Pero Chelsey no se dejaba engañar por su apasionada fachada. Sabía que el corazón de ese hombre, si es que tenía uno, era tan frío como el hielo.
"Mañana tendré una cita a ciegas", murmuró.
"Ajá", respondió él a la ligera.
De pronto, él capturó sus labios con otro beso ardiente. Sus manos viajaron hacia su cintura y caderas, ansioso por repetir lo que habían hecho antes.
Chelsey sintió una brizna de tristeza. Tal y como había pensado, a él no le importaba en absoluto.
Contrario a su mejor juicio, Chelsey se estremeció bajo sus caricias y su cuerpo se arqueó hacia él.
Luego, jadeó un poco cuando él terminó el beso.
"Si todo marcha bien, estaré de acuerdo", afirmó.
Eso hizo que él detuviera su exploración en su cuerpo. Luego, la miró a los ojos, como si estuviera observando su alma: "¿Vas a casarte?".
"Voy a cumplir veintisiete", murmuró Chelsey, bajando la mirada para ocultar sus emociones. "No puedo darme el lujo de esperar mucho más".
No pudo ver la sonrisa sardónica del hombre.
De repente, él se alejó de su cuerpo por completo. Tras unos segundos, la habitación se inundó de una luz brillante.
Chelsey se apresuró a agarrar su vestido roto y lo apretó contra su pecho.
Al otro lado de la habitación, el hombre se desplomó en el borde de la cama y encendió un cigarrillo. Sus pantalones negros seguían impecables, mientras que su camisa negra tenía los tres botones superiores desabrochados.
Se veía tan sensual y tentador como el pecado.
Los ojos de Chelsey se sintieron atraídos hacia el cigarrillo y, sin darse cuenta, se posaron en el lujoso anillo de compromiso que decoraba su dedo. Sintiendo que todo lo que estaba sucediendo era ridícula, tuvo que apartar la mirada.
Hacía tres años, Chelsey solo era una empleada que acababa de ser ascendida a secretaria. En un viaje de negocios, le asignaron la tarea de acompañar al distinguido Jason Martin. Pero, en una habitación de hotel en una ciudad extranjera, él la presionó contra la cama.
Y ella no se resistió.
Tras compartir una noche de pasión, su jefe la agarró de la mandíbula y le dijo que era genial en la cama. Una cosa llevó a la otra, y habían pasado tres años después de su enredo clandestino.
Durante el día, Chelsey era la secretaria de Jason; pero por la noche, se convertía en su ansiosa amante.
Si tuviera que culpar a alguien por esa tonta decisión, sería a su ingenuo amor platónico de cuando era estudiante.
Ahora que Jason se casaría, quería adelantarse y terminar su aventura antes de que estallara. No deseaba que el público se burlara de ella por ser la otra mujer en un matrimonio que parecía ser una combinación perfecta entre dos élites sociales.
Como ya todo estaba dicho y hecho, Chelsey decidió que sería ella quien se iría. Era mejor marcharse en sus propios términos que ser botada.
Evitando cuidadosamente el contacto visual, se acercó a la puerta para buscar su bolso de viaje. Siempre que tenían citas, ella traía un conjunto de ropa de repuesto.
Chelsey conocía muy bien su posición, no tenía el privilegio de pasar la noche con él, mucho menos estar a su lado.
Antes de que pudiera siquiera tocar su bolso, su otra muñeca fue agarrada con fuerza. Su corazón no tardó en dar un vuelco.
"Una vez más", gruñó Jason. No era una petición, era una orden.
Esta vez, él la llevó hasta el límite. Al terminar, tomó su mandíbula y la obligó a mirarlo directamente a los ojos.
"Cancela tu cita a ciegas de mañana", exigió.
Chelsey ya no tenía energías, pero aun así intentó rascarle los dedos. Reuniendo la poca dignidad que le quedaba, pronunció las palabras más valientes que jamás había dicho en los últimos tres años.
"¿Y tú cancelarás tu compromiso también?".
Si Jason le permitiera, Chelsey estaría más que feliz de pasar el resto de su vida a su lado, siempre que él se mantuviera soltero.
El rostro de Jason se congeló durante unos segundos y luego lanzó una risita.
Era como el ronroneo de un gato, pero con un tono escalofriante que la hizo estremecerse de miedo.
"Acabas de cruzar la línea", susurró el hombre, y fue así cómo todas sus esperanzas fueron destrozadas.
Por supuesto, Chelsey siempre había sabido que él nunca la había amado ni lo haría.
Rápidamente, ella apartó la mirada e imitó su risa, aunque la suya sonó burlona. "Puedes rechazar mi solicitud de licencia, señor Martin. Mañana me tomaré mis vacaciones anuales. Es razonable, ¿no? Y perfectamente legal".
Los dedos de Jason apretaron su mandíbula, por lo que ella se estremeció. Chelsey lo miró con ojos desafiantes, negándose a ceder más de lo que ya había hecho.
A juzgar por sus cejas, Jason estaba disgustado por su comportamiento, pero no estalló de ira.
En su mundo, abundaban las conejitas dóciles y obedientes que estaban más que dispuestas a calentar su cama. No le interesaba aferrarse a alguien que le había mordido la mano.
"Toma tus pastillas y limpia todo", espetó soltándola y desapareció en el baño sin mirar atrás.
Unos minutos después, Jason salió y encontró la habitación estaba en perfecto orden.
En medio de la cama, estaba la tarjeta bancaria que le había dado a Chelsey cuando comenzaron su amorío. Su propósito era financiar sus caprichos lujosos y otras necesidades a cambio de sus "servicios", pero pronto descubrió que ella no había gastado ni un solo centavo.
Cuando Julianne Smith decidió vengarse de su ex esposo infiel, no pensó que acabaría destrozando el coche de William Covington, un guapo y rudo desconocido de aspecto peligroso y tatuajes por doquier que le promete hacer su vida de cuadritos producto de su error. Esperando no volver a encontrarse, su pequeño hijo llega a casa con su nueva amiga de escuela, sin imaginar ni esperar que aquella niña fuese hija del mismo hombre que le había vuelto la vida un completo caos. Enfrascados en la amistad desbordante de sus hijos, William y Julianne se ven obligados a pasar más tiempo juntos, sin esperar que hubiesen más hilos conectados entre ellos de los que imaginaban, y que los llevarían poco a poco a desarrollar una intensa atracción imposible de evitar, aun cuando eran completamente diferentes.
Isabela Arriaga se ve atrapada en un matrimonio de conveniencia con Leonardo Arriaga, un hombre que la ve como una mera obligación, sin amor ni compasión. Casada por contrato, su vida se ve opacada por la presencia de Camila, la mejor amiga de su esposo, quien manipula y se burla de ella a cada paso. Mientras Isabela lucha por encontrar su lugar en una mansión que se siente más una prisión que un hogar, su marido sigue enamorado de la villana que la ha arrebatado no solo su afecto, sino también su dignidad. El tormento emocional de Isabela se ve acentuado cuando se da cuenta de que Leonardo la desprecia y prefiere a Camila. A pesar de su dulzura y sumisión, Isabela no es ajena a la frustración que crece en su corazón, mientras lucha por mantener la calma ante la manipulación constante. En una inesperada muestra de valentía, comienza a desafiar las reglas del juego, buscando ser más que la sombra que Leonardo ha creado a su alrededor. A medida que los celos y la posesividad de Leonardo salen a la luz, Isabela se enfrenta a la difícil decisión de vivir como una prisionera emocional o tomar las riendas de su vida. Pero, ¿es posible que el hombre que la desprecia también pueda amarla algún día? En un enredo de engaños, traiciones y manipulación, Isabela debe encontrar su propia voz antes de que su alma se pierda para siempre.
Todo el mundo pensaba que Lorenzo quería de verdad a Gracie, hasta el día de la operación de corazón de su hija. Para sorpresa de Gracie, Lorenzo donó el preciado órgano que necesitaba su hija a otra mujer. Desolada, Gracie optó por el divorcio. Impulsada por su necesidad de venganza, Gracie se unió al tío de Lorenzo, Waylon, y orquestó la caída de Lorenzo. Al final, este se quedó sin nada. Consumido por el remordimiento, él suplicó por una reconciliación. Gracie pensó que era libre de seguir adelante con su vida, pero Waylon la retuvo con un abrazo. "¿Pensaste que podías abandonarme?".
Traicionada por su pareja y su hermanastra en la víspera de su boda, Makenna fue entregada a los despiadados príncipes licántropos como amante, pero su propio padre ignoró su difícil situación. Decidida, ella intentó escapar y buscar venganza, pero, sin darse cuenta, captó el interés de los tres príncipes licántropos, que la deseaban en exclusiva entre muchas admiradoras. Esto complicó sus planes, atrapándola y convirtiéndola en rival de la futura reina licántropa. Enredada en deseo y celos, ¿podría Makenna lograr su venganza en el intrincado baile con los tres príncipes?
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Hace tres años, la familia Moore se opuso a la decisión de Charles Moore de casarse con su amada mujer y seleccionó a Scarlett Evans como su novia. Pero Charles no la amaba. De hecho, la odiaba. Poco después de la boda, Scarlett recibió una oferta de la universidad de sus sueños y se lanzó sobre ella. Tres años más tarde, la amada mujer de Charles cayó terriblemente enferma. Para cumplir su último deseo, él llamó a Scarlett y le presentó un acuerdo de divorcio. La joven estaba profundamente herida por la abrupta decisión de su esposo, pero ella decidió dejarlo libre y aceptó firmar los papeles. Sin embargo, Charles pareció retrasar el proceso deliberadamente, dejando a Scarlett confundida y frustrada. Ahora, Scarlett estaba atrapada en las consecuencias de la indecisión de Charles. ¿Sería capaz de liberarse de él? ¿Charles eventualmente entraría en razón y enfrentaría sus verdaderos sentimientos?