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Acostumbrada a los lujos y envuelta en un drama familiar Levina Zhang ni siquiera tiene tiempo para los misterios que rodean a Alekséi Ivanović, sin embargo, cuando él la rescata de una muerte segura la curiosidad en ella se activa adentrándola a un mundo que jamás pensó conocer, se acercará al misterioso chico en busca de respuestas las que solo él y la familia de Levina saben. Pero conocer a Alekséi es un secreto mayor, un secreto que ella quisiera descubrir aún más. Sin saberlo Liv está rodeada de mentiras y mentirosos.
Ella al ritmo de la música bailaba contoneando las caderas como una musa de la danza, el cabello cobrizo cayendo en ondas por su espalda era simplemente precioso pero lo que tenía realmente cautivado a todos los hombres que la miraban eran las espléndidas curvas de su cuerpo pese a ser delgada. Uno en especial la mirada desde una esquina, no se perdía de ningún movimiento salvo cuando su compañero hablaba de la misión que estaban llevando a cabo.
Ella era exquisita en definitiva, tenía algo que lo llamaba, que lo hacía querer tocar su tersa piel, era tentadora y bien proporcionada, toda una dulzura que él estaría encantado por probar. Por su ropa fina y sus cuidados aunque seductores movimientos era elegante, dignos de una niña mimada, Alek pudo deducir que tenía dinero, las chicas como ella lo tenían sin cuidado, ellas despreciaban el peligro, solían ser presumidas, lloronas y estúpidas no era eso lo que exactamente quería de una mujer, lo único que necesitaba era un buen polvo no que vieran en él a un príncipe azul con el que desearan casarse, estaba muy lejos de ser eso.
- ¿Todo está listo Darien?
El castaño negó con la cabeza antes de hablar.
-Dame diez minutos y lo resolveré.
Alek asintió sin despegar la vista de aquella chica para después empezar a caminar hasta donde ella se movía sin saber lo que estaba causando a su alrededor. Él sonrío ladinamente antes de detenerse justo detrás de ella. Aspirando el encantador aroma a coco y vainilla que desprendía de su piel blanca y estuvo a punto de hacer una estupidez, apretó la mandíbula sabiendo que debía detenerse y con una seguridad innata el rubio se aventuró a susurrar en su oído.
-Escapa, vete de aquí.
Ella dio un respingo a la vez que dejaba escapar un grito ahogado para finalmente darse la vuelta. Aunque estaba usando unos tacones de 7 centímetros él era muchísimo más alto, llevaba el pelo largo pero sus fracciones no era en absoluto femeninas, por el contrario, su aura era oscura y sus ojos eran de un precioso azul que la observaban tan fijamente que Levina se quedó muda por un momento sin saber qué hacer entonces al despertar de su corto letargo arqueó una ceja y lo miró divertida.
- ¿Por qué debería irme, por qué lo has dicho tú?
Lo había retado con chulería y Levina no supo si fue por causa del alcohol o porque estaba loca pero lo había hecho. ¿Quién en su sano juicio retaría a un hombre de casi 2 metros de altura y un cuerpo fibroso de boxeador? ella debía estar temblando como una hoja de papel pero contrario a eso se sentía temeraria.
En su lugar Alek sonrío abiertamente por sus palabras, ella era sin duda atrevida, no obstante en ese momento no necesitaba que le respondiera con altanería sino que obedeciera a la primera y se marchara, ni siquiera sabía porque la estaba alertando pero por alguna razón quería que esa hermosa desconocida estuvieras a salvo.
-Si, porque lo he dicho yo.
La cobriza dejo escapar una carcajada y él se cruzó de brazos arqueando una ceja, si quería que se fuera del lugar tenía que hacer algo contundente.
-Sal de allí está listo, en 5 minutos no quedará nada -escuchó en su audífono la voz de Darien-.
Antes de que Levina siquiera pestañeara la alzó colocando su estómago en su hombro ante la mirada atónita de la gente a su alrededor, sin detenerse Alek corrió con ella acuestas. La mujer gritó a la vez que golpeaba la espalda de ese desconocido para que la soltara pero él no se detuvo hasta que estuvieron a una cuadra de la discoteca donde habían estado.
Ella agradeció a Dios que debajo del vestido llevaba un corto short porque de no ser así hubiese mostrado más de lo debido gracias a ese desequilibrado.
- ¡Bájame! -chilló colérica haciendo que él se carcajeara-.
-Como tú pidas Álainn-dijo de forma burlona-.
Con lentitud la bajó deslizando apropósito su cuerpo por el de él pero al momento de que Alek la soltó uno de los tacones se removió y sin dudarlo ella se aferró a los brazos del hombre a la vez que el desconocido la sujetaba por la cintura para no dejarla caer.
Sus miradas chocaron pero ninguno salió victorioso pues en un segundo ella fue arrebatada de sus brazos, Levina soltó un grito furiosa antes de voltearse y zafarse del agarre del moreno que le había apartado de Alek, éste lo miro retándolo con una sonrisa burlona sin embargo el moreno ni siquiera se atrevió a mirarlo, la diferencia de contextura y tamaño eran obvias por lo tanto le intimidaba siquiera posar su vista en él.
- ¡Vámonos ya Levina! -Gruñó molesto el chico-.
Alek apretó los puños sin entender porque quería golpear tanto a ese tipo.
Ella masajeó su muñeca maltratada por el jalón nada suave que Brody le había dado al separarla del chico sin antes fulminarlo con la mirada, luego desvió su mirada hasta que el rubio quien le sonrió perspicaz, de pronto ella pudo ver que en sus ojos azules se arremolinaba algo turbio, misterioso, él era oscuro y ante sus ojos eso lo hacía excitante, casi intocable.
- ¡¿Por qué me sacaste de allí?! -gruñó molesta-.
La sonrisa de él creció más provocando un cosquilleo en su interior que ella nunca antes había sentido.
Levina no sabía si era por su atracción sexual pero sus rodillas comenzaban a tambalearse por su cercanía, trató que ninguno de los dos chicos que estaban frente a ella lo notaran sin embargo su olor a hombre la tenía al límite, debería sentirse apenada pero no lo estaba en absoluto.
-De nada -dijo antes de guiñarle el ojo -.
Ella quedó perpleja por sus palabras y él pareció darse cuenta.
- ¿Por qué debería...?
Brody tomó una vez más la muñeca de Levina y Alek lucho por nos soltar un gruñido animal. A continuación se escuchó un estremecedor sonido que hizo enloquecer a la gente en la calle, todos corrían de un lado a otro excepto Alek.
La cobriza por un momento se dejó llevar por su amigo sin apartar la mirada del extraño, pero después recobró la cordura y corrió hacia el auto de Brody donde se sintió segura, Brody rápidamente encendió el auto y por impulso Levina miro por la ventana al sitio donde había estado antes, allí estaba él todavía mirándola alejarse, ¿Por qué no se iba? ¿Por qué no corría como los demás?
Su mirada se clavó en la de ella y de la nada se sintió estremecer.
Go gairid gcasfar le chéile sinn arís, álainn.
Se escuchó como si susurraran a su lado seguido de un aire frío que chocó contra su piel causando un estremecimiento de su parte, en ese momento Levina no lo sabía pero su vida había cambiado para siempre y no habría marcha atrás.
-Listo, todo ha salido tal y como lo planeamos Elatha ¿Estás bien?
El rubio dio un largo sorbo a su bebida para después sonreír.
-No todo salió como planeaba pero descuida, estoy mejor que nunca hermano.
Darien lo miró con el ceño fruncido pero no dijo absolutamente nada, Elatha era un misterio del que una persona con sentido común huiría.
Con una falda alta rosa pálido y una blusa de tirantes blanca apareció en su campo de visión Levina Zhang, su cabello rubio cobrizo ondeaba el viento perfumando la estancia donde se encontraba.
Ella no lo notaba pero desde lejos él sí que podía verla, una sonrisa cruzó por sus labios carnosos mientras que sus brazos cubiertos por una cazadora de cuero estaban cruzados sobre su pecho y su pie derecho estaba apoyado en la pared detrás de él.
Desde allí pudo oír al profesor despotricando contra ella y su tardanza sin embargo Levina ni siquiera le dedicó una mirada, camino con su procaz contoneo de caderas hasta sentarse justo al lado de su mejor amiga. Pero no fue hasta que el hombre calvo que antes había estado furioso por la interrupción se dio la vuelta y continúa con su clase que empezó el cuchicheo.
-Pensé que no llegabas –Susurró la chica a su lado-. Tu madre me ha dicho que has enloquecido porque ayer un chico te ha sacado cargada como un neandertal de la discoteca que explotó misteriosamente y que si no fuera por Brody que vio que ese loco te sacaba hubiésemos muerto todos, está bien que disimules un poco pero créeme, yo todavía estoy traumada, estuvimos a un paso de la muerte.
Levina sonrió divertida antes de negar con la cabeza.
-Aun no he enloquecido, confía en mí, pero anoche antes de dormir me quedé pensando, Hyo Hee el chico lo ha hecho a posta, me ha sacado de allí porque sabía lo que iba a pasar, sino ¿Porque me sacó de esa manera y luego me dejó ir con Brody tan fácilmente?
- ¿Por qué Brody arruinó sus planes de llevarte al hotel más cercano? –Respondió su amiga como si su pregunta hubiese sido la más ridícula que hubiese escuchado- ¿De qué hablas? ¿Cómo ha podido saber?
Levina se sonrojó visiblemente pero ignoró la primera pregunta de su amiga.
-Qué se yo, pero de que lo sabía lo sabía, me ha dicho de nada justo dos segundos antes de que explotara ¿Entiendes?
- ¿Y si ha sido casualidad?
-Yo lo dudo, ¿Entonces por qué me sacaría?
-Ya te lo he dicho –murmuró mientras sus ojos brillaban con picardía-.
- ¿Quieren que les prepare una taza de café y que les acompañe en su plática? -Interrumpió el profesor con su grotesca vocecita-.
Ambas alzaron su vista pero Levina fue quien contestó tóxicamente como acostumbraba a responder.
-No me gusta el café con arsénico así que yo paso.
El hombre enfurecido sin contenerse las sacó a ambas fuera de su clase bajo la risa de los demás estudiantes.
-Ese hombre necesita un buen polvo -Añadió Hyo Hee furiosa-.
Levina rió mientras comenzaba a caminar hasta la salida ya que no tenían más clases.
-No te podré acompañar hoy a Liubov, mi padre ha enfermado y me temo que debo encargarme de la panadería, mi madre está como loca repitiendo una y otra vez Oh Dios, ¿Porqué no me concediste más hijos? debo ocuparme de todo yo sola y bla bla bla, mi madre es demasiado dramática –rió-, mi padre está bien, solo arman una tormenta en un vaso de agua, sabes cómo son ambos.
Levina se limitó a asentir con la cabeza mostrando una débil sonrisa sin saber que decir.
-Mi padre le ha pedido el divorcio a mi madre –se apresuró a contar Levina-, y ella en su lugar solo ha dicho estaré esperando los papeles ¿Te he dicho alguna vez que envidio tu familia? –mencionó con diversión la cual no sentía-.
En esos momentos no podía dejar de pensar en sus padres y en lo que estaría próximo a venir.
Hyo Hee la miró perpleja desde su puesto antes de hablar.
- Un centenar de veces pero ¿Has dicho que se divorciaran? –Pareció espantada-.
-Así parece.
- ¡Lo siento tanto Levina! –Dijo histérica la coreana-.
La cobriza le dedicó una sonrisa triste a su amiga para después suspirar tratando de no pensar en nada pero de alguna manera su mente la hacía volver al reciente acontecimiento que la abrumaba.
- ¡No tengo ningún amante! ¡Estoy harta de esto! –Gritó Laura encolerizada-.
Se irguió para salir de la casa dejándolos a ambos sumidos en su constante batalla entonces la bomba explotó en el momento menos esperando.
-Tú no te vas de aquí, Laura –Su voz estaba envenenada de ira-, quiero el divorcio.
Si bien era cierto que todos los días peleaban jamás había pensado en ello, ¿Sus padres divorciándose? Eso era algo inconcebible.
Luego de varios segundos de silencio, Laura parpadeó como si en eso se le fuese la vida para después hablar como si nada.
-Solo trae los papeles del divorcio que yo estaré más que feliz de divorciarme de ti.
Todo había ido demasiado lejos esta vez.
Levina miró a su padre y descubrió el dolor en sus ojos mientras que estos la seguían hasta que se adentró en el auto.
Dejó su bolso en la entrada de la casa y se apresuró a sentar a su padre en el sofá detrás de él, depositó un beso en su mejilla observando cómo sus ojos se nublaban de lágrimas.
-Volveré pronto papá, solo espera.
Lo vio asentir así que se apartó de él.
Estaba molesta pero aquella era la decisión de Laura, condenar a un hombre que daría todo por ella, aquel hombre siempre la había amado sin reserva alguna, un error que seguro pagaría por el resto de su vida.
¿Qué podía hacer ella para qué las cosas no fueran de ese modo?
Levina se dedicó a caminar, si había algo que amaba era el frío y las luces de la ciudad que la llenaban de una paz absoluta que nadie le podía ofrecer.
La ciudad de Praga era bellísima en la oscuridad de la noche sin embargo ella siempre había sido paranoica y justo en esos momentos sentía que le observaban en cualquier paso que diese, con fastidio y algo de temor volteó, aunque habían dos ancianos, dos parejas y un chico hablando por teléfono, se sentía insegura, Dios cuide de mi. Pensó con humor dejando un poco de lado su paranoia.
Lo sabía, era demasiado dramática pero nada podía hacer, su personalidad era así.
Sus pensamientos giraron en torno a lo que estaba pasando en su hogar si podía llamarle así.
Ya era una mujer, era lo suficientemente mayor como para mantenerse por sí misma pero aún no quería independizarse, no quería dejar solo a su padre, él había hecho demasiado por ella.
Nuevamente aquella sensación de observada, pero no había mucha gente en la calle y los que estaban pasaban concentrados en sus cosas, ella era una simple rubia cobriza de camino a casa no tenía absolutamente nada de especial.
Aún así su corazón se aceleró en anticipación como si algo fuera a ocurrirle, su estómago se revolvió y un escalofrío pasó por su cuerpo logrando que se estremeciera.
De acuerdo, ahora si tenía miedo.
El frío viento azotó una vez más su cabello y el vello de su cuello se erizó cuando escuchó un murmullo masculino dentro de su cabeza.
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
Hoy llega al fondo de mi alma el sol,
Hoy la he visto... la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!
Ni si quiera ella entendió porqué aquella frase surcó los designios de su mente pero ligeramente tembló al oír aquella voz que citaba el poema de Gustavo Adolfo Bécquer.
Definitivamente esa no había sido la voz de su conciencia, si no se estaba volviendo loca le faltaba muy poco para hacerlo. Sus pensamientos ahora estaban envueltos a través de aquella misteriosa y potente voz que reclamaba su mente, esa voz que por una extraña razón la hizo sentirse atraída como una polilla a la luz.
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