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Adicto

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4.8
343 Capítulo
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Amelia es una niña joven y pobre. Su madre se quitó la vida cuando todavía era una niña. Su madrastra es cruel con ella, pero aún, su novio fue robado por su hermana. Luego conoció a Lucian, rico y exitoso, y aceptó tener un matrimonio con él basándose en un contrato, solo con el propósito de olvidar a su despiadado novio. Para su sorpresa, Lucian realmente la amaba y era muy considerada. Ella también se enamoró de él y obtuvo el amor paternal del padre de Lucian.

Protagonista:

Lucian,Amelia,Jonny,Sasha,Kent,Courtney

Capítulo 1 Lidiando con la traición

"Hoy es un gran día, podemos hacer lo que sea. Nuestros corazones están listos para amar...".

"Ding-dong, ding-dong...".

La alegre canción que Amelia Mo escuchaba en su ipod reflejaba a la perfección su estado de ánimo. De pronto, el timbre sonó y la sacó de su letargo. Con una sonrisa, Amelia caminó hasta la puerta para ver quién era; estaba muy emocionada y su corazón latía con fuerza porque pensaba que era su novio el que estaba del otro lado. ¿Quién más podría ser sino él? Debía estar allí para celebrar su cumpleaños número 25.

El corazón de Amelia saltó de alegría al pensar en que Jasper Gu, su amado novio, había ido a visitarla temprano ese día para hacerla sentir especial en su cumpleaños. Antes de abrir la puerta se aseguró de arreglarse bien la camisa y el pelo para lucir prolija para él. Su rostro se adornó con una sonrisa tierna y dos hoyuelos en sus mejillas. Entonces le quitó el pestillo a la puerta y la abrió. Su felicidad se convirtió en decepción cuando vio a la persona que estaba parada del otro lado, su sonrisa devino en un ceño fruncido cuando preguntó: "¿Qué estás haciendo aquí?".

"Vine a traerte en persona la invitación a mi boda", respondió Yolanda Mo con frialdad mientras miraba con desdén a Amelia. Sus ojos estaban laboriosamente maquillados y unas pestañas postizas revoloteaban de vez en cuando con arrogancia.

"No era necesario que lo hicieras, de todas formas no pensaba ir", arguyó Amelia con la misma indiferencia y frialdad de Yolanda. Dicho eso, se alistó para cerrar la puerta.

Inmediatamente, la mujer afuera se apoyó contra el umbral y tiró con fuerza la tarjeta de invitación roja a través de la rendija antes de que se cerrara. Amelia se quedó pasmada ante semejante gesto invasivo, mientras que, del otro lado, Yolanda esbozaba una sonrisa triunfante. "Asiste, querida, es tiempo de que enfrentes la realidad".

"¿Cuál es tu problema?", inquirió Amelia, mientras abría la puerta y veía cómo la intrusa se daba la vuelta a toda prisa para marcharse. Si Yolanda Mo no hubiese salido despavorida, ella definitivamente se habría liado a golpes con la mujer.

No había nada que pudiera interesarle menos en ese momento que asistir a ese matrimonio.

"Para una chica como ella, acostumbrada a cambiar de novio como cambiar de pantalón, la sola idea del matrimonio suena a chiste. ¡Es ridículo".

Luego de cerrar la puerta, Amelia tiró la invitación y, seguidamente, sus ojos se posaron sobre el gran ramo de lirios que adornaban la mesa. Ante semejante visión, el brillo en sus ojos resplandeció de nuevo y una sonrisa volvió a adornar su rostro. Las palabras de Jasper resonaron en su mente y la pusieron de muy buen humor. Él le había comprado ese ramo de flores por su cumpleaños y le había dicho que su belleza era igual a la de esos lirios; para Amelia nada podía ser más romántico que eso. Entonces agarró el ramo y lo sostuvo contra su pecho, como si pudiera sentir el calor de su amado en ellos.

Pasó una hora, pero nada que Jasper aparecía y la ansiedad en su interior solo crecía más y más. Llegó un momento en el que no pudo seguir soportándolo, así que agarró su teléfono y marcó el número que había memorizado.

Aunque la línea repicó, nadie contestó el teléfono. Ella estaba sorprendida y sintió como si hubiera pasado un siglo. Esperó por largo rato aguantando la respiración pero nada.

"¿Qué estará haciendo? ¿Por qué no me contesta?". Después de un rato de intentos fallidos, Amelia tiró el teléfono con rabia y, accidentalmente, vio la tarjeta de invitación sobre la mesa. Como no tenía nada más que hacer, le echó un vistazo.

Solo la miró muy someramente, revisando los detalles del brocado, los colores y el diseño. No leyó nada porque no le interesaba saber los detalles de dicho evento.

Sin embargo, Amelia no pudo evitar centrar su atención en la foto del novio, la cual estaba junto a la de la novia, ambas enmarcadas con un diseño muy llamativo en la parte izquierda de la tarjeta.

Sus ojos no podían creer lo que veían mientras contemplaba los rostros felices de la futura pareja de esposos, su corazón se desplomó en un segundo.

Amelia agarró con fuerza la invitación y parpadeó un par de veces para ver con claridad.

Finalmente, se atrevió a leer el contenido de la tarjeta para corroborar la información. A pesar de que había sido Yolanda quien había ido en persona hasta su casa para entregarle la invitación a su boda, la foto que aparecía en la tarjeta y el nombre mencionado en ella era el de su novio, Jasper Gu.

Amelia se sintió caer en un trance terrible, ese era el día de su cumpleaños y ella solo estaba esperando que su novio llegara para pasar un día maravilloso y lleno de amor con él.

¿Cómo era posible que ocurriera algo así? La noche anterior, Jasper le había prometido que el pediría matrimonio en su cumpleaños, ¿cómo es que ahora estaba comprometido con Yolanda Mo? Todavía con la tarjeta en la mano, su visión empezó a empañarse por las lágrimas y su corazón empezó a doler como si estuviera siendo pinchado por cientos de agujas. De pronto, Amelia se incorporó y respiró hondo. Necesitaba que alguien le diera una explicación, ¡debía haber un error, eso no podía ser cierto!

Entonces volvió a marcar el número de Jasper, pero él no respondió. Frustrada, siguió llamando y llamando hasta que la dulce voz de la operadora dijo: "Lo siento, pero el número que está marcando se encuentra fuera de servicio".

Completamente desolada, Amelia se dio la vuelta y miró los lirios que estaban sobre la mesa, los ojos le ardían. En un arrebato, agarró su cartera rápidamente y salió corriendo.

Cualquiera que fuese la verdad, ella debía descubrirla con sus propios ojos.

¿Qué rayos significaba esa invitación? A Yolanda siempre le había gustado jugarle bromas pesadas, así que trató de calmarse mientras caminaba hacia la parada de autobús. La gélida brisa invernal la hizo temblar tan pronto como salió de la casa.

Amelia se sentía agotada y se tapó la boca con las manos frías para bostezar. Cuando se montó en el autobús, su teléfono empezó a sonar y ella inmediatamente supuso que era Jasper, así que respondió sin siquiera ver la pantalla: "Querido". No obstante, su voz entusiasmada chocó con una risita del otro lado de la línea. "Oh, Amelia, no tienes que decir esas cosas, parece que estás tan obsesionada con tu enamorado que no revisas antes de contestar, pero no soy tu novio. ¡Solo te llamaba para desearte un feliz cumpleaños!".

"¡Oh! Eres tú, Courtney", respondió Amelia, sin poder ocultar su decepción. "¡Gracias!".

"¿Qué pasa?", preguntó Courtney Lin con preocupación al sentir el dolor en la voz de su amiga.

"Oye, lo siento pero tengo prisa ahora, mejor hablamos luego, ¿vale?". En ese momento, ella estaba a un par de metros de su destino, así que, después de colgar, salió corriendo del bus y caminó directo a la casa de su novio.

Jasper vivía en una lujosa urbanización al oeste de Ciudad A. Como Amelia solía ir a limpiar su casa de vez en cuando, el vigilante del conjunto la reconoció, pero esta vez no la saludó con una sonrisa como solía hacerlo. En vez de eso, se le acercó con una expresión extraña y la interrogó sobre sus motivos para estar allí hoy. Como ella no estaba de humor para dar explicaciones, simplemente calló y entró a la mansión de Jasper.

En ese mismo instante, dentro de la lujosa mansión, una pareja retozaba sobre una gran cama con sábanas de seda. El hombre rugía abajo y ella gemía de placer arriba, ambas voces se entrelazaban mientras sus cuerpos hacían lo mismo.

Amelia supuso que Jasper no estaba en casa, pero cuando llegó a su habitación vio que la puerta estaba entreabierta. Tuvo que respirar hondo para tratar de calmarse, se dijo a sí misma que debía enfrentar la verdad como fuese para no caer de nuevo en las intimidaciones de Yolanda o de lo contrario sería a gran perdedora de nuevo.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz coqueta que emergió del interior del cuarto: "¡Vamos, Jasper! ¡Ya estoy adolorida!".

'¿Jasper? ¿Que está adolorida? ¿Qué demonios está pasando allí dentro?'.

"¿No te gusta esta posición? ¿Ya te cansaste o quieres que me venga ya? ¡Me vas a amar por siempre, estoy seguro!", gruñó Jasper conteniendo la voz, aunque se podía entender claramente el tono juguetón en sus palabras. Las mejillas de Amelia se sonrojaron al instante.

"¡Cállate!", respondió la mujer entre risas coquetas y jadeos.

Amelia se quedó completamente pasmada cuando reconoció la voz familiar de aquel hombre, no podía ser otro sino Jasper. Estaba perdida y no sabía qué hacer a continuación. Mientras tanto, desde adentro no dejaban de emanar jadeos y gemidos que harían sonrojar a cualquiera; Amelia estaba furiosa y no podía contenerse, tenía el puño apretado con fuerza mientras trataba de reprimir la rabia en su corazón, pero no se aguantó y abrió la puerta de una patada.

"¿Quien anda ahí?", gritó Jasper, volviéndose para encontrar a Amelia entrando a la habitación.

"¡Yolanda, eres tú!", exclamó la mujer, conmocionada. Mientras iba en el autobús de camino a la mansión, Amelia se había obligado a desmeritar lo que había visto en la tarjeta de invitación, realmente quería creer que era otro de los trucos de Yolanda y por eso había ido hasta allí para demostrarlo. Ella solo quería interrogar a Jasper al respecto, pero lo menos que esperaba era que sus dudas pudieran sellarse de semejante forma. La verdad estaba literalmente desnuda frente a sus ojos.

La pareja que hasta hace unos segundos no podía dejar de gemir de placer, ahora estaba en pánico. Sin un centímetro de tela que les cubriera el cuerpo, ambos habían sido atrapados con las manos en la masa y no había lugar donde pudieran esconder sus rostros ahora. Jasper era el que estaba más conmocionado y sus ojos estaban completamente espabilados y congelados viendo a Amelia. Como estaban tan perdidos en la lujuria, la ropa de ambos estaba esparcida por el suelo, así que, avergonzada, Yolanda le pidió la ayudara a recoger su blusa de la alfombra.

Los ojos de Amelia se fijaron en el cuerpo desnudo de Jasper cuando se levantó de la cama. No se atrevió a abrir la boca por miedo a arrepentirse de sus palabras después, pero sus ojos estaban llenos de ira. No podía soportar el dolor y solo quería gritarle por su infidelidad.

Cuando terminó de vestirse, Jasper se acercó a ella con cara de terror y le preguntó: "¿A qué viniste, Amelia?".

Al contrario de lo que ella pensaba, él no se mostró arrepentido por su adulterio, sino que le habló con desagrado, como si le reclamara.

Amelia estaba horrorizada, entonces levantó la cabeza para mirarlo a los ojos y le preguntó: "¿Me reclamas por arruinarte la diversión?".

Jasper se lamió los labios y miró a Yolanda, quien se había acurrucado en la cama. Luego se volvió de nuevo hacia a Amelia y, con el rostro contorsionado, le dijo: "Bueno, ya lo has visto así que te contaré la verdad. He estado con ella desde hace mucho tiempo. No sabía cómo contártelo, pues, al fin y al cabo es tu hermana...".

¡Zas! Una fuerte cachetada aterrizó en su rostro. De alguna forma Amelia se había atrevido a abofetearlo sin miramientos.

¿Cómo podría soportar su palabrería en ese momento? "Hemos sido novios durante años, Jasper. ¡Eres un idiota!".

Él simplemente se quedó quieto como una estatua, sin un rastro de arrepentimiento en el rostro. Todo era muy extraño, era como si nunca la hubiese amado, como si esos cinco años de relación hubieran sido una gran patraña.

Luego de tanto tiempo juntos, no había hombre en quien ella confiara y a quien amara más que a él, pero aun así la había traicionado tan fácilmente...

"¡Amelia, eres una burda bastarda y nada más!", soltó Yolanda, quien hasta entonces había permanecido acurrucada entre las sábanas.

Sus palabras colmaron la paciencia de Amelia, quien podía soportar cualquier insulto menos que la llamaran "bastarda", eso le atravesaba el corazón como un cuchillo caliente.

"¿Cómo te atreves a mentir de esa forma?", inquirió, mientras veía a su hermanastra con odio. Los padres de Amelia, Iris Liu y Vernon Mo, solían ser una pareja feliz hasta que la madre de Yolanda, Sophia Che, se interpuso en su relación. Luego de eso, tras una severa crisis depresiva, Iris se suicidó con una dosis letal de barbitúricos.

"¿Ah?". Yolanda saltó de la cama vestida con su bata de encaje y soltó: "De verdad que tu madre no ha podido dar a luz a una mujer más tonta. Creo que es hora de que sepas la verdad".

"Yolanda, hoy es el cumpleaños de Amelia, no le cuentes", intervino Jasper. Enseguida, una mirada de profundo pesar apareció en su rostro mientras miraba a Amelia.

Al parecer, él todavía recordaba que era su cumpleaños, pero a esas alturas era demasiado tarde como para preocuparse por sus sentimientos.

"No me importa si es su cumpleaños, ¿o es que acaso todavía sientes algo por ella? No debería importarte tampoco", resopló Yolanda. Luego se volvió hacia Amelia y continuó burlándose de ella: "Oh, querida Amelia, es hora de que sepas la verdad, de no ser por la generosidad de mi madre ni siquiera podrías haber sido sirvienta de la familia Mo. Además, mi padre ya arregló mi matrimonio con Jasper... Has estado mareándolo durante tanto tiempo que era inevitable que terminara cansándose de ti".

"Yolanda, ¿cómo puedes decir eso? Basta, por favor". Con una expresión incómoda, Jasper siguió apretándole el brazo para impedir que siguiera soltando la lengua.

Amelia pronto empezó a sentirse mareada. pero luchó por mantener la calma y resopló suavemente: "Bueno, eso lo dudo, a fin de cuentas, solo Jasper sabe la verdad. De lo que sí estoy segura es que no me voy a estar acostando tan fácilmente con cualquier sujeto que me pase por delante solo para conquistarlo".

Aunque ella no tenía en claro la razón por la cual Jasper había elegido estar con Yolanda, si de algo tenía certeza era que no estaría con dos mujeres a la vez a menos que tuviera una muy buena razón para hacerlo. De todas formas, lo que importaba era que el hombre de quien había estado profundamente enamorada la había traicionado al final.

Yolanda estaba tan enojada que su rostro palideció, así que alzó la mano para propinarle una cachetada a su hermanastra, pero Jasper la atajó en el aire y le suplicó: "Recuerda que estás embarazada, Yolanda, eso le puede hacer daño al bebé".

¡Para completar, ella estaba embarazada!

Amelia sonrió con frialdad y miró a Jasper fijamente, aunque tenía los ojos hinchados, ahora se sentía aliviada.

"Jasper, me has dicho que ni mil Amelias juntas podrían reemplazar a nuestro bebé en tu corazón, ¿entonces qué es lo que estás esperando? ¡Sácala de aquí!", gritó Yolanda, señalando con furia el rostro de su hermanastra.

"Amelia...", suspiró Jasper, con el ceño fruncido.

De alguna forma, Amelia ya no estaba triste; lo que había visto había sido suficiente para asquearla y decepcionarla, así que no había nada que pudiera hacer allí.

"No se moleste, señor Gu, puedo irme sola; pero, dado que Yolanda está embarazada, les recomendaría que controlaran sus impulsos; llegar a cierta edad con impotencia debe ser algo terrible para ambos", arguyó con una sonrisa ladeada..

Jasper se horrorizó al escuchar eso porque él solía ver a Amelia como una mujer sumamente conservadora. De hecho, aunque habían estado juntos durante cinco años, no habían intimado más allá de una agarrada de manos o besos ocasionales. No era de extrañar que sus hormonas lo llevaran a satisfacer sus deseos carnales con Yolanda, pero ahora que estaba embarazada, se veía obligado a casarse con ella.

Ignorando la perplejidad en su rostro, Amelia se volvió hacia su hermanastra y continuó: "Y tú, ahora que estás embarazada no deberías estar dando brincos en la cama, mira que si llegas a tener un aborto espontáneo, ni mil Amelias serán suficientes".

Yolanda se quedó fría al escucharla y luego le gritó, furiosa: "Búrlate todo lo que quieras, te lo permito porque sé que estabas enamorada y ahora estás dolida; pero querida, el próximo lunes es la boda, así que no llores tanto porque debes estar presente como la dama de honor".

La invitación no era más que una orden, como siempre, todo el mundo debía rendirse ante ella como si fueran sus sirvientes. Desafortunadamente, en la familia Mo, Amelia no tenía chances frente a su media hermana, incluso cuando era la hija biológica de Vernon Mo.

"¿Tengo que asistir a la boda?", se burló Amelia mientras la miraba con las cejas arqueadas. Luego añadió con desprecio: "No, claro que no".

Dicho eso, dio media vuelta y se fue de la mansión de Jasper.

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Recién lanzado: Capítulo 343 Nota de agradecimiento   12-05 18:11
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06/01/2020
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